Por Jorge Zárate, jorge.zarate@gruponacion.com.py

Su obra impacta, tanto sus escenarios urbanos en Asunción como los paisajes, las miradas más introspectivas que también desarrolla de manera intensa. Su serie “Cuarentenoicos”, revelando colores inauditos, volcó su paleta curiosa y prolífica sobre estos tiempos. Su tozuda apuesta a la identidad va consiguiendo recompensa, aquí su charla con La Nación.

Pasaste la cuarentena pintando , que es tu tarea habitual, ¿cómo viste la gente, las calles?

– Así mismo, la diferencia está en que suelo pintar afuera, al aire libre, y en esta cuarentena estuve más encerrado en mi taller por las restricciones para salir.

Entonces, por la calle, me tocó ver a la gente recelosa, casi paranoica, que te esquivaba cuando te veía acercarte. Vivo cerca del Mercado 4 y en la zona, sobre todo sobre Perú, donde está la proveeduría y donde se compran las cosas, allí se vio ese paisaje increíble.

Entonces, por la calle, me tocó ver a la gente recelosa, casi paranoica, que te esquivaba cuando te veía acercarte. Vivo cerca del Mercado 4 y en la zona, sobre todo sobre Perú, donde está la proveeduría y donde se compran las cosas, allí se vio ese paisaje increíble.

¿De qué “colores nuevos” hablarías en el marco de esta pandemia?

– Colores nuevos, no sé si son los que estaban o los que yo veía, entendía que eran terciarios, opacos, pero de repente me surgieron unos violentos como el rojo que representa un poco las alertas que tenía la gente a cruzarse con un enemigo invisible.

EN CUARENTENA

– Contanos sobre la serie “Cuarentenoicos”…

– Sí, es casi como una burla, un chiste, y cuando tengo la oportunidad de pintar lo que yo quiero, porque también vivo de esto, trato de hacer lo que creo que está sucediendo en el momento, de plasmar mis pensamientos. La idea era mostrar el costado gracioso que tiene el tema.

– Hace años que pintás el paisaje urbano de Asunción, donde aparece inevitable la desigualdad, ¿impacta eso en tu plástica?

– Es algo que comenzamos haciendo con un amigo, teníamos como un plan, un proyecto de pintar los lugares a donde vamos, la vida misma, lo que nos ocurre a los pintores. De lo que nos toca, pintar el entorno.

Lo de las desigualdades sociales impacta mucho, es muy notoria, se nota en las calles y, como te digo, si hay posibilidades de pintar algo que no está orientando específicamente a lo comercial, es importante decirse “por qué no”, y pintar sobre las cosas del entorno, decir lo que pensás de las cosas que te tocan vivir.

– ¿En qué te alimenta la calle?

– El salir a pintar al natural siempre es una conexión muy directa con la realidad, con lo que ves, creo que es algo que llaman “naturalismo”, aunque se trate de pintar una realidad que no es muy bonita para algunos.

Recuerdo una anécdota de una señora comentando el cuadro de los indígenas de la etnia aché, que estaban bañándose frente a la plaza Italia, al que titulé “Los bañistas”. Se acerca esta señora y me dice “¿por qué pintás pobreza?, que es lo más feo de nuestra sociedad”, después me dice que ella compra cuadros para decorar su casa. Entonces le respondí que yo no pinto para agradarle a nadie especialmente, sino que voy registrando a manera de crónica lo que voy viendo, como quien tiene una cámara. Me interesa ese momento, y es más bien como un pescador que tiene la oportunidad, aproveché el momento y lo registré para dejarlo como bitácora de una época que me tocó vivir.

– Una suerte de crónicas urbanas a partir de la pintura…

– Así, con la pintura como una excusa, sin tener intención de hacer algo muy elaborado, ya que estás en el ojo de la gente que te mira un poco, es válido usarlo como medio de comunicación como si fuera una estación de radio o un canal de televisión donde podés decir cosas que pensás y cierto público que te sigue logre estar al tanto de lo que vos podés recoger de lo que está pasando en tu país.

– También aparece el paisaje del interior en tu obra…

– Es cierto, tuve la dicha de estar por un tiempo con unos geniales pintores amigos de los que aprendí mucho. Nuestra idea era desarrollar un poco más lo paisajístico y recorrimos varias ciudades en una experiencia muy gratificante. Luego eso paró, pero siempre tengo la intención de poder hacer una gira con nuestra pintura, documentar, conocer un poco más nuestra tierra. La idea es no solo quedarme en las partes urbanas en las que a veces nos centramos como si fuera el país entero, pero es bueno recordar que las fronteras no están aquí en Asunción o Ciudad del Este.

Es un gran país, lleno de recursos naturales, atravesado por una gran injusticia que es evidente cuando te toca salir del círculo urbano.

– ¿Cómo influye la naturaleza en vos?

– Entiendo que lo hace en la manera en que soy parte de ella. Es imposible competir con ella, voy hacia ella con intención de capturar su belleza y a veces no me enfoco en tener un tema o un mensaje, sino simplemente disfrutar de ese momento con la naturaleza y su inmensidad.

VIVIR DE LA PINTURA

– Por momentos tu mirada es más interior, inclusive como si fuera al espejo, en el autorretrato por ejemplo.

– Hay pinturas donde hago autorretratos o pensamientos, por momentos suelo aprovechar y mirarme un poco para conocerme también y plasmar lo que estoy sintiendo en ese momento. Disfruto hacerlo y me gustaría desarrollarlo, pero vivo de la pintura y mi situación económica a veces no me deja, me toca postergar esas ideas, pero siempre surgen, así que cuando tengo algún tiempo y no corro para pagar deudas y cuentas, lo hago. Quisiera dedicarme un tiempo a hacerlo, pero tengo que luchar por el día a día.

– ¿Se venden los cuadros, se puede vivir de pintar?

– En eso soy bastante privilegiado y beneficiado, en el sentido de que estoy vendiendo siempre, pero no haciendo siempre lo que me gustaría para vender. Trato de pintar cosas que me agradan y otras, pinto cosas que ya considero que pasó su tiempo, pero la gente sigue pidiendo eso, a veces parece que la propuesta no llega al público o a la gente que está encargada de la conexión con el cliente, el receptor, esa estructura debería abrirse más a las ideas nuevas, a la gente que viene con propuestas frescas y mirar un poco el contexto en el que estamos.

– ¿Qué pensás que hace falta para alentar a los talentos nuevos?

– Me gustaría que pudiéramos evitar el dejarnos llevar por caprichos de gente que compra cosas para decir que las puede comprar, que no sé si son consumidores de arte.

El arte se puede ver en gente que dibuja cosas en el asiento del colectivo, hay mucho arte en las calles que tiene mucha identidad, más de la que puede desarrollar gente que se dedica profesionalmente a ello. La gente que viene debería enfocarse más en ser más sincero y buscar la identidad que asoma cuando se hacen cosas que uno quiere hacer y no para agradar a la gente que está en el negocio del arte o que tiene poder adquisitivo.

Al ser sinceros van a lograr conectarse y poder llegar al receptor. Espero que los artistas que vienen detrás alcancen mejores objetivos que los que estamos ahora y les doy una voz de aliento a todos ellos, diciéndoles que el arte no es una competencia y en caso de haberla, es con uno mismo.

– ¿Cómo ves las artes plásticas en el país?

– Pienso que están orientadas a vender o a concursos en los que se frustra a la gente porque si no se gana, los muchachos se apocan, la estructura parece decirte que hay uno mejor y eso destruye generaciones de artistas, como si fuera que ser artista es algo sagrado o llamarle a una persona emergente o consagrada son términos que están fuera del arte. Mi idea es que estos concursos no tienen en cuenta a las personas, al disfrute, al desarrollo de las emociones, el arte real que es el que te hace sentir cosas. Hay concursos que están manipulados y no aportan nada bueno al arte.

Hay que ver que esto tiene un valor sentimental de expresión y no un mero valor económico. No hay libro, academia, que pueda decirte cómo pensar cuando uno está frente a una obra. Todo el mundo tiene una capacidad de comprender, disfrutar y sentir como a uno le parece, que no te digan cómo pensar.


FICHA PERSONAL

Emilio Cutillo nació en Asunción el 18 de enero de 1981. En el 2009 finaliza sus estudios en el Instituto Superior de Bellas Artes. Paralelamente integra el grupo de jóvenes pintores “Contracorriente”, teniendo como mentora a la docente y artista Isabel de Anda; durante ese período realiza numerosas exposiciones colectivas. En el 2015 realiza su performance “Selfie” junto a otros artistas en el marco de la Contrabienal.



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