Mediados de 1970. Melenudos y vestidos al estilo Deep Purple, pero sin físicos de gym, tatuajes ni aritos. Nada de eso. En esta parte del mundo, eran épocas duras de edictos que prohibían todo, brutalidad policial y “caperucitas rojas” estronianas. Eran tiempos difíciles, sin filtrar, con cambios que ocurrían en el mundo, nunca en el país de flores y naranjos. En el “país de las maravillas” no habían –todavía– hippies drogones ni las revueltas universitarias que exigían “la imaginación al poder” o “prohibido prohibir”. Todavía era la “isla sin mar” de Roa. Paraguay era un “remanso” en donde un rubio general de bigotes, uniforme, gorra y garrote, mandaba como en su chacra. Hasta que aparecieron los primeros “rebeldes”. Hasta que, tímidamente, surgieron ellos.
- Por Mario Rubén Velázquez
- ruvelazquezdos@gmail.com
“Es difícil preciar con exactitud los inicios del rock paraguayo. Básicamente comenzó a la par que cualquier parte en el mundo. No estábamos tan aislados del mundo como se cree. Pero sí podemos sospechar que sus inicios de lenguaje propio fue a partir de mediados de los sesentas”. Explica Dany Zayas, arquitecto de profesión, que ejerce de heavy metal porque el rock le da vida. Cantante y líder del grupo metalero NASH, es uno de los pioneros del metal paraguayo.
Un día, hace una década, tuvo una “visión onírica” y despertó pensando que era posible llevarlo a cabo: crear el primer museo del rock paraguayo. “Es un emprendimiento mío con financiación propia. Golpeé muchas puertas para conseguir aunque sea una locación permanente, pero sin éxito, tanto por parte de representantes del Gobierno como de la Municipalidad de Asunción. Hoy es un acervo dormido en mi depósito sin descartar su exhibición permanente en algún momento”, explica Dany. La idea de Zayas es, entonces, concretar un museo nómada, “rodante”.
“SHERLOCK” ZAYAS
Como si fuera un detective del rock, Zayas comenzó a seguir el rastro de objetos, instrumentos de talentos del rock nacional, documentos, fotos, grabaciones y demás, desde la época de las orquestas de salón y bailes.
“Son parte del museo fotos, libros, discos de vinilo, objetos personales e instrumentos de conocidos músicos que fueron y son parte de la historia del rock paraguayo. “El museo tiene los instrumentos que pertenecieron a Chester Swann, Aftermad’s, Alcy Rock, Cachito Verdecchia, Roberto Thompson, Alberto Rodas, Deliverance, Nash, entre otros”, detalla.
Bandas como Los Blue Caps, Los Brujos o Los Rebeldes y IODI dejaron su impronta entre los rockers locales, aunque Blue y Rebeldes fueron muy conocidos luego en Argentina y el resto de América. Los Rebeldes emigraron al Brasil a fines de los 60’ no sin antes dejar grabados cuatro temas propios en un disco. “Creo que es el primer disco de rock nacional en importancia junto con el de Pro Rock Ensamble luego. Los Rebeldes fueron pioneros en el estilo y actitud desenfadada. Pelo largo y ropa rara. Llegaron a causar histeria colectiva en sus presentaciones. Eran de barrio Jara”, dice Dany.
MÚSICA “BEAT”
Antiguamente al rock (para disfrazarlo) se lo llamó música Beat en Paraguay porque prácticamente estaba prohibido utilizar el término rock, señal de rebeldía para la dictadura, relata Zayas. El “Primer Festival Beat del Paraguay”, el primer gran evento de rock en Paraguay, se celebró el 16 de mayo de 1970, en el desaparecido estadio Comuneros. Allí participaron casi todas las bandas de rock que existían entonces. Ese festival fue un concurso internacional organizado en varios países y existe un disco del Primer Festival Paraguayo de Música Beat producido y editado en Argentina, cuenta.
SEXO, DROGA Y…
–¿Con el rock paraguayo, pasó algo del famoso mito de “sexo y drogas”?
–Particularmente me mantuve alejado de esa arista, pero sé que muchos fumaban básicamente algún “inocente” cigarrillo de marihuana. Creo que las drogas caras eran más bien consumidas en un ambiente elitista de “nenes de papá” más que nada. La Policía siempre estuvo presente en cada concierto previamente autorizado por la “autoridad”.
Y la Policía pegaba fuerte. “A veces los eventos terminaban en una arreada colectiva a la comisaría y otras veces sin inconvenientes. Depende de qué época haya sido puntualmente. Yo pertenezco ya a una corriente entre 1983 y 1988. Después del golpe de estado cualquiera ya era rockero. Antes era un riesgo y un desafío”, aclara.
¿En dónde grababan? Alcy Alfonso tenía su estudio de grabación y tiene mucho material que merece ser digitalizado y recuperado. Con él grabaron muchos rockeros de la época, dice el músico y “museólogo”. Existieron luego estudios más profesionales como el estudio “Digital” de Ricardo Candia y EMI Aiub dónde se grabó en 1986 toda la promoción del “Festival de la Década” pagado por la radio Primero de Marzo. Grabamos allí Nash, RH+, Faro Callejero, Cash Al Contado, The Deeks y todos los que participaron de ese encuentro.
EXTRAÑO DE PELO LARGO
Melenudo era sinónimo de drogón y vago. “Tener el pelo tapando las orejas ya era considerado ‘melena’, termino más local que pelo largo. Y vestir tachas y cueros era una rareza al principio. En más de una ocasión fui tildado de ‘americano drogadicto’ por andar por la calle con esos atuendos”, se ríe ahora Zayas. “En una ocasión fui atacado por un borracho que criticó mi forma de vestir cuando estaba aguardando el colectivo frente al CNC luego de una práctica que lo hacíamos en un garage detrás de la cancha de Guaraní. El tipo comenzó a gritarme: Americano drogadicto! Mientras se abalanzó sobre mí a quien lo esquivaba reiteradamente hasta que fue de bruces al suelo por su alto grado etílico”, apunta intacto.
Y los infiltrados de entonces eran igual a los de ahora: “En otra ocasión al terminar un concierto fui abordado por un tipo de lentes oscuros y bigotes quien reiteradamente me invitaba a acompañarle para ‘fumar un join’. Al ver que yo lo evadía comenzó a gritarme: careta! Sos un careta! Después supe que era la táctica de los ‘pyragues’ (policía de civil) para atrapar incautos y llevarlos preso”.
¿Pero fumaban o no algún petardo por ahí? Nuestra banda no acostumbraba ni a tomar cerveza en grupo. ¿Éramos una rareza? O éramos caretas… que sé yo. La verdad es que lo tomábamos muy profesionalmente todo y nos cuidábamos mucho. Confeccionábamos por ejemplo un atuendo especial para cada concierto.
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ…