• Por Lita Pérez Cáceres Escritora, docente y periodista

La autora de esta interesante nota nos saca de los lugares comunes con los que juzgamos las telenovelas y otras propuestas televisivas y nos lleva a conocer de una singular manera lo que está encerrado dentro del formato “clásico” de la versión colombiana de una telenovela que inspiró numerosas versiones.

Siempre sostuve y lo seguiré haciendo, que la TV enseña muchas cosas, es una gran educadora en muchos aspectos y no hay ser humano sometido a sus efectos, que no cambie. No podía ser menos, la TV es hija de la literatura ya que todo lo que dicen ahí está escrito antes, los guiones, los diálogos, las rutinas, todo. Ahora se improvisa mucho más que antes y allí se encuentran, abandonados a su suerte los conductores iletrados, que solo leen los resultados de fútbol y, a veces, ni eso.

Me encanta mirar la tele, ya se habrán dado cuenta si me leyeron alguna vez, y últimamente, me llevé una sorpresa súper agradable. Mi hija Ana Belén mi invitó a ver con ella la telenovela colombiana Betty la fea. Alguna vez, hace años, miré escenas de la misma y me di cuenta de que había mucha comedia, me pareció atractiva. Pero no tuve la paciencia para aguantar hasta la transformación de Betty, de fea en hermosa, porque el gancho del argumento era ese, tal cual los antiguos cuentos infantiles donde los buenos que hacen buenas acciones reciben premios tan importantes como el milagro de volverse hermosos cuando antes eran feos. Justamente yo quería ver a cual método recurriría Betty para transformarse pero no fui capaz de aguantar más de 250 capítulos, era too much.

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Sin embargo, ahora con Netflix miramos hasta 20 episodios por tarde y salimos de la sala de proyección como drogadas buscando una cama para descansar, con decirles que por noche vemos más episodios que Breaking Bad (Serie que me partió la cabeza).

LA HEROÍNA O LA PROTAGONISTA

La sonrisa de Ana María Orozco, actriz que interpreta a Betty y su actitud humilde, captan enseguida la empatía del público, pero su aspecto es lamentable, es lo más sobreactuado de la telenovela. El cuento de hadas comienza y ella logra trabajar con el todo poderoso Armando Mendoza, dueño de Ecomoda, aunque desde el inicio de la historia se sabe que Marcela, la novia de Armando y Patricia Fernández, son sus enemigas declaradas. Betty tiene mucha fuerza, la fuerza mental que da la cultura, en este caso su preparación hechiza a su jefe que va olvidando el rostro y el look de esa hechicera. Sus antagonistas, Marcela, novia de Armando es elegante y orgullosa, muy imbuida de su posición social. Por su parte, Patricia Fernández, La peliteñida (que se roba la telenovela con su actuación) es la antítesis de Betty: es hermosa, elegante, avasallador a en su estatura de piernas más largas que la torre Eiffel y que con su móvil melena rubia manifiesta su desprecio hacia quienes considera inferiores. Pues bien ¡chúpense esa mandarina! Betty también la vence. Betty es la tortuga contra las liebres.

LOS HOMBRES DE LA TV

Así como las estrellas femeninas de las telenovelas deben ser hermosas, seductoras e indefensas, las exigencias para los galanes no son menores. Un rostro atractivo ayuda mucho aunque su dueño sea un zopenco, hay que agregar unos músculos bien colocados y pestañas que fotografíen bien.

En esta historia en particular hay un ingrediente que se lo debemos al guionista, desde el diseñador –un gay que odia a las mujeres- hasta el padre de Betty. Los personajes masculinos se muestran paternalistas, despreciativos y hasta condescendientes con las mujeres que los acompañan en esta serie. Don Hermes, el padre, el jefe de la familia Pinzón Solano, explica que él se ha preparado, que ha leído lo que sabe en una colección de Selecciones. En ese microcosmos de ECOMODA los hombres participan en mezquinas guerras para tener más poder y dan por sentado que las mujeres de la empresa deben ocupar cargos inferiores a los de ellos. Por esa razón, al verlos tan ridículos, pensamos que ese guión se burla de ellos. No son guerreros valientes ni héroes cotidianos, son hombres, nada más ni nada menos, que hombres.

LA CULTURA ES UN PLACER

Solemos llevarnos alguna sorpresa cuando escuchamos alguna cita literaria en una novela de TV, en “Betty la fea” abundan. La versión que estoy viendo fue escrita por Fernando Gaitán. La telenovela se estrenó el 25 de octubre de 1999 y finalizó el 8 de mayo de 2011, con un éxito reconocido en todo el mundo.

Pues este guionista habrá sido un hombre muy culto, Antes que nada porque es capaz de mezclar el lenguaje más refinado con el más popular, de acuerdo a la realidad de los personajes, tal como se hacía en aquella farsa de Gargantúa y Pantagruel, en la que un Rey hablaba como un Rey y un mendigo como uno de su laya. En el curso de la historia he escuchado, por ejemplo, estos términos: bergante -queriendo reprochar a alguien-; cernícalo –refiriéndose a un hombre muy alto y así muchas otras palabras que no desentonan y nos sorprenden.

Armando Mendoza dice, al responder sobre su identidad – en un hotel donde lleva a Betty para hacer el amor- Armando Moravia, apellido de un famoso escritor italiano ganador el Premio Nobel.

La relacionista pública de ECOMODA, habla con Betty y para consolarla de una pena de amor expresa - Dice Niesztche “todo lo que no me mata, me fortalece”.

Piensen, hombres y mujeres necios, que creen que en las telenovelas solo se dicen tonterías.

LO MÁS IMPORTANTE

¿Dónde transcurre la historia de Betty? En Colombia, para ser más precisos, en su capital Bogotá. Capital de un país castigado en ese momento por una guerrilla que parecía triunfante en esos años, pero son muy disimuladas las alusiones a esa situación. Sin embargo, el público atento puede darse cuenta, a través de los diálogos y de los conflictos entre los ejecutivos de Ecomoda con sus empleadas, que reina en ese país una situación de guerra. “Betty, la fea” muestra una sociedad estratificada, los ricos por un lado y los pobres por otro, muy alejados. Fernando Gaitán, el hace poco tiempo desaparecido guionista, supo retratar sin cargar las tintas una situación grave. Pero “Betty, la fea” no es un drama y Gaitán resolvió ocuparse de una cara de la realidad. Con todo eso el resultado es excelente.

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