El pesebre, símbolo de la Navidad paraguaya, vuelve a ser protagonista en estas fechas. En el Centro Cultural del Lago, una colección de pesebres de pequeño formato se expone como homenaje a las cosas que, aunque chicas, pueden ser maravillosas. A partir de esa mirada minimalista, reflexionamos con la destacada artista Ysanne Gayet sobre el valor de esta tradición navideña.

“El niño, José y María / moldea­dos en el barro / dan la imagen navideña / ita jegua color rosado...”. Los versos de Maneco Galeano en “Dos trocitos de madera” son una síntesis melódica de lo que el pesebre representa en la Navidad paraguaya.

Lo religioso, lo artístico, la tradición, el encuentro, la solidaridad... Varios elemen­tos se conjugan en la típica representación del naci­miento de Jesús, que en Para­guay adquiere incluso carac­terísticas propias. A pesar del avance de expresiones forá­neas y del consumismo, el pesebre se mantiene como una noble manifestación de nuestra idiosincrasia.

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El Centro Cultural del Lago, un importante punto de pro­moción y resguardo de la cul­tura, el arte y la artesanía nacionales, ubicado en Are­guá, como cada año organizó la Tradicional Feria Navi­deña, que en esta edición rin­dió un homenaje especial “a las pequeñas cosas que son brillantes y hermosas, pre­sentando pesebres, ángeles y objetos de formato pequeño”.

LAS MANOS ARTESANAS

Los pintorescos pesebres diminutos trasmiten una emoción especial, en sus diversos estilos y formas, desde las miradas de arte­sanos y artesanas de varias ciudades: Gregoria Benítez, Celso Benítez, Julia Isidrez, Raúl Quintana (Itá); Fátima Páez (Luque), Gladys y Teresa Vera, Rogelia Romero, Eliza­beth Rejala, Limpia Concep­ción Cáceres, Bienvenida Páez Monges, Juan Carlos Gimé­nez y Gustavo Rolón (Areguá), Severiana González y Caro­lina Noguera (Tobatí), Espe­ranza Rodríguez (Capiatá), Beatriz Allen y Graciela Quin­tana (Asunción e Itá, respec­tivamente), Julio Insfrán Andino (Asunción) y Faus­tino Ramírez Ortiz (Chaco).

Pero además de su peculiari­dad, estas versiones peque­ñas hablan de una realidad; es decir, en los pesebres se refleja también el momento que vivimos. “Por el problema de la situación económica casi todos nuestros pesebres son de pequeño formato este año. La gente busca precio, por eso optamos por una propuesta más accesible, aunque lo que vendemos acá no puede ser del mismo precio de lo que hay en las ferias, ya que aquí tienen otro plus. Tienen una presentación especial y tam­bién incluimos la historia de cada artesano que la realizó, por ejemplo”, explicó Ysanne Gayet, reconocida y destacada artista y promotora cultural, fundadora y actual directora del Centro Cultural del Lago.

UNA FIESTA DE PESEBRES

En Areguá hay una verdadera fiesta de pesebres en las ave­nidas, lo que habla, aparente­mente, de una gran demanda. Consideramos una suerte de revalorización o recuperación del pesebre como símbolo de la Navidad paraguaya y com­partimos la inquietud con Isanne Gayet, quien refirió al respecto: “No sé si revalo­rización del pesebre precisa­mente porque desde que estoy en Paraguay noté que el pese­bre siempre fue muy impor­tante y el árbol de Navidad no, y aunque se tenga el árbol también se tiene el pesebre”.

Sobre la colección de pese­bres de pequeño formato, la directora del Centro explicó que tienen variedad de con­ceptos y estilos, y explicó que fue un trabajo en red con artesanos de varias ciudades. “Yo soy una de las fundadoras del Museo del Barro, en 1980, pero antes de eso ya traba­jaba con los artesanos, desde los años 70, por ende tengo un vínculo importante con muchos artesanos del país, los más antiguos, los descendien­tes de estos... Siempre esta­mos con ellos y con la gente nueva. Yo estoy interesada en promocionar a la gente nueva de Areguá, a las mujeres arte­sanas principalmente, que están haciendo moldeado a mano. Estamos tratando de que ellas principalmente ten­gan salida”, señaló Gayet.

Areguá rebosa de artesanía en estos días. Trabajos de todo tipo, en especial pesebres, de los más pequeños hasta los de formato tamaño natural, se instalan a lo largo de las ave­nidas principales de la ciudad en extensas y coloridas ferias. Para los artesanos, la época de fin de año es el punto más alto de producción y venta.

LAS IDENTIDADES DE AREGUÁ

Le consultamos a Isanne Gayet si hoy ya existe una identidad propia de la arte­sanía de esta ciudad. Sostuvo que “hay varias identidades en Areguá: está lo que se ve por las calles, lo que producen las asociaciones de artesa­nos; después hay algunas, no muchas, que moldean a mano, como Agustina y Elizabet Rejala. Principalmente son mujeres. Está Alsacia Mon­ges, que moldea a mano y le gusta humear para que todas sus obras sean de color, una técnica que aprendió en unos talleres que hicimos hace varios años. Entonces, está lo que se ve y lo que no se ve”.

También algunos pesebres adoptaron elementos indí­genas, fenómeno que captó la atención en los últimos años. “Hace varios años ‘Chito’ Centeno tenía su pesebre indígena gigante; también Rogelia Romero hace su pesebre indígena. Ella es una persona que via­jaba mucho al Chaco y tuvo ese contacto con los indíge­nas de esa zona, entonces está consciente de que ellos también merecen su espa­cio en el pesebre. Pero no es mucha la gente que hace el tema indígena. Hace años yo traje pesebres de palosanto que hacen los nivaclé en la zona del Chaco”, señaló.

Pequeños, grandes, sim­ples, con más o menos pie­zas o adornos, más o menos tradicionales, los pesebres como en cada Navidad vuel­ven a convocar a la familia en torno a ese voto de esperanza, mirando a lo que viene con el nuevo año que se aproxima.

Muchos alfareros están cerrando sus talleres

Según registros, unas tres mil familias se dedican al rubro de la alfarería en Are­guá. Armando Noguera, de 39 años, y Juan Francisco Rojas, de 26, son dos representan­tes de generaciones nuevas de artesanos aregüeños que en su día a día viven tanto las satisfacciones como los pesa­res de esta actividad.

Armando y Juan Francisco fueron seleccionados por el Centro Cultural del Lago para participar de la colección de 41 pesebres expuestos por una importante entidad ban­caria de nuestro medio.

Armando contó que los pese­bres son una buena fuente de ingreso en esta época, pero que es un trabajo que se cie­rra de forma muy adelantada. Entre los modelos que hacen van intercalando variaciones propias, así como también responden a pedidos espe­ciales de algunos clientes. “A veces algunas personas vienen con cosas que ven en internet, te traen fotos como muestra y si les gusta empie­zan a reproducir en canti­dad”, contó Armando, quien ya lleva 22 años en el rubro.

Francisco, por su parte, tra­baja en el taller de alfarería de un comerciante asiático. “En una semana llegamos a pro­ducir unas 2.000 piezas, espe­cialmente planteras. Esto se distribuye por todo el Para­guay prácticamente, de hacia el Chaco y todo vienen a bus­car. Se busca mucho la arte­sanía aregüeña porque ya es reconocida. Es como la gente que se va a Barrero y ya sabe que ahí hay buenas chipas”, señaló Francisco.

En medio de las tareas coti­dianas, que implican gene­rar piezas en serie en gran medida, también tienen tiempo de crear sus propias piezas, aunque, lastimosa­mente, para ellos esto no es una actividad muy rentable. “Hay tiempo para crear, solo que te lleva mucho trabajo y al hacer un original vos ponés tu creatividad, pero le mostrás a las personas, les gusta, pero no quieren pagar. La gente no sabe valorar las creaciones únicas, que son diferentes a la réplica”, se quejó Francisco.

Uno de los dramas por el que atraviesan tanto ellos como una parte de los alfareros de Areguá es el aumento del costo para adquirir la materia prima. “Nosotros traemos de la cantera la materia prima, pero en los últimos cinco años, por ejemplo, el combustible subió un 50%, lo que práctica­mente duplicó nuestros cos­tos de fletes”, contó Armando.

Francisco agregó que muchos artesanos están dejando de producir por la cuestión eco­nómica. “Hay muchos que cerraron porque ya no pue­den traer la materia prima. También está el tema de la leña. Entonces cierran sus talleres y se van a trabajar a las alfarerías grandes, se vuel­ven empleados y no se les paga demasiado”, comentó.

Ambos artesanos se quejan del abandono de las autorida­des y también de las asociacio­nes que existen actualmente en Areguá, de las que no reci­ben muchos beneficios. Para Armando, algo que le ayuda­ría a mejorar su producción e ingresos sería poder evi­tar a los intermediarios. “Me gustaría un lugar, un puesto donde hacer venta directa. Yo le vendo a un revendedor una pieza, por ejemplo, por 30 mil guaraníes, y esa persona vende por 60 o 70 mil guaraníes. Si yo tengo un puesto puedo llegar a vender la misma pieza por 40 mil y eso ya es una ganan­cia para mí y también es una gran ventaja para el compra­dor final”, reflexionó.

Por su parte, a pesar de un panorama que muestra muchos desafíos, Francisco no se ve haciendo otra cosa que no sea alfarería. “Crecí luego entre el barro, digamos, ya que vengo de una familia de alfare­ros y desde chico estoy en esto, y ahora yo me profesionalicé y algún día mi sueño es tener mi taller y abrir una galería. Ahora mismo no da, pero más adelante puede ser”, sentenció.

AREGUÁ, CIUDAD CREATIVA

Areguá fue declarada Ciudad Creativa el pasado 31 de octubre por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Una de las promotoras de este gran logro fue justamente Ysanne Gayet, la directora del Centro Cultural del Lago. “Yo soy una de las que trabajé sobre el proyecto y entramos en la categoría de Artesanía, no tanto por todo lo que se ve en la calle, sino por los que trabajan solos, en silencio prác­ticamente, en sus talleres, diferentes talleres que hay en Areguá y eso tiene una identidad más propia”, explicó.

En el marco de la iniciativa de Ciudades Creativas se bus­cará que los artesanos hagan un trabajo más propio. “Hay muchos artesanos que están queriendo tener su sello, que están saliendo del molde. Es una enorme responsabili­dad, tenemos que hacer lo que indica la Unesco, hay una agenda, hay inversiones que hacer ”, señaló con relación al nombramiento.

Para Gayet, el programa de Ciudades Creativas será una gran oportunidad para el turismo en Areguá. Nuevos emprendimientos hoteleros se están perfilando, lo que también llevará a mejorar los productos. “Hay que ir pen­sando, por ejemplo, en el tamaño y el peso del producto, para que los turistas que vienen puedan llevarlo en una valija. También la limpieza de la ciudad, conservar el patri­monio. El entorno también es importante y todos tienen que ser conscientes de eso, la gobernación, la municipali­dad... Estamos trabajando con ellos para que cambien su concepto de progreso, que por lo general es el asfalto, los negocios. Significa un cambio muy grande en la mentali­dad de las autoridades para lograr lo que quiere la gente de la Unesco. Pero lo bueno es que estamos trabajando juntos”, agregó Gayet.

La Red de Ciudades Creativas de la Unesco se creó en el 2004 para promover la cooperación en la identificación de la creatividad como factor estratégico de desarrollo urbano sostenible, según explica la organización.

ENFOCADO EN PROMOCIONAR A LOS CREADORES JÓVENES

El Centro Cultural del Lago es ya un ícono de Areguá. Abrió sus puertas en enero del 2010, impul­sado por Ysanne Gayet, con el objetivo de apoyar a los artesanos, ofrecer exposiciones y talleres, así como ciclos de cine. “Acá en el Centro lo que tratamos de hacer es promocionar a los artesanos. Tenemos obras de creadores de Itá, Luque, Tobatí, Areguá, entre otras ciudades. Este año hemos trabajado en conjunto con cuatro muchachos de acá (de Areguá), alfareros jóvenes con los que hemos sacado pesebres nuevos que no se ven en ninguna parte, ya que son parte de una colección hecha especialmente para una entidad bancaria. Son 41 pesebres en total de diversos artesanos”, comentó.

“Tenemos a Alcides Candia, de 18 años, de Itá; tenemos dos duplas de Areguá, Juan Carlos Giménez y Gustavo Torres, y del otro lado Armando Noguera y Francisco Rojas Sánchez; después tenemos a Ivana Molas, que hace papel maché y este año hizo tres pesebres para esta colección; tenemos a Jorge Encizo, que estudió con Julia Isidrez, su profesión es abogado y él comenzó a hacer la cerá­mica como terapia y también Julio Insfrán, que hizo pesebres de cartón reciclado”, explicó Gayet.

Estos 41 pesebres son piezas únicas y fueron elaborados de forma exclusiva para la empresa bancaria, que posteriormente los sorteará entre sus clientes. Esta es solo una de las tantas iniciativas que lleva adelante el Centro Cultural del Lago en favor de la promoción de los artesanos del país, en especial de la nueva generación de creadores.

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