La piedra fundacional de la villa veraniega fue colocada por personas que, paradójicamente, no estaban muy habituadas a la temperatura estival de nuestro país. Fueron colonos alemanes los que dieron vida a la localidad, que con el paso del tiempo se convirtió en la “capital del verano”. Parte de esa rica historia la compartimos aquí gracias a los aportes del historiador Cristian Ganser.
- Por Arturo Peña
- arturo.pena@gruponacion.com.py
¿Se imaginan a las divas del cine Greta Garbo, Marlene Dietrich y Joan Crawford paseando acompañadas por la estrella de Hollywood Ramón Novarro por las orillas del lago Ypacaraí, en San Bernardino? Pues al parecer, la idílica escena pudo haberse dado, ya que, según consta en el añejo libro de registros de un antiguo hotel de la ciudad (que ya no existe), el cuarteto de luminarias pasó unos días en la ciudad veraniega a mediados de la década del 30 del siglo pasado.
El dato lo sustenta también Cristian Ganser, historiador, docente y pastor evangélico, autor del libro “Historia documental de San Bernardino”. El texto –que pone luz en el proceso de conformación de la ciudad hasta la década del 40– fue publicado originalmente en 1997 y hace unos meses fue reimpreso por iniciativa de uno de sus hijos.
Aunque hoy su título de “capital del verano” le sea disputado por otras ciudades, San Bernardino fue forjando su esencia desde sus primeras décadas de vida. El lago Ypacaraí le dio la impronta y la naturaleza le puso el marco a esta antigua localidad, cuyo día a día transcurre en una paz ancestral.
LAS CINCO FAMILIAS
La ciudad tiene una historia muy rica que, paradójicamente, empezó a ser escrita por personas que no son representativas del caluroso cli ma paraguayo: colonos alemanes que vinieron a emprender la aventura de una vida nueva en América, la fundaron un 24 de agosto de 1881 en medio de la exuberante naturaleza durante el gobierno de Bernardino Caballero. De ahí justamente su denominación.
Como descendiente de aquellas primeras familias, Ganser siempre tuvo interés en la historia de San Bernardino. “Mis abuelos fueron de los primeros colonos con el apellido Steger, de parte de mi abuela.
Ellos llegaron a principios de 1900”, explicó. “Mi tío tenía una colección voluminosa de recortes y todo lo que encontraba referente a San Bernardino en revistas y diarios, tanto de aquí como de Alemania”, recordó también.
El libro de Ganser nos remonta a los prolegómenos de la llegada de los colonos. Cuenta que ya durante la presidencia de Cándido Bareiro (1871-1880), el gobierno paraguayo había recibido consultas de inmigrantes alemanes interesados en venir. Pero fue durante el gobierno de Bernardino Caballero que se concretó la llegada del primer grupo de “aventureros” a mediados de 1881. Ganser detalla en su libro la conformación de ese primer grupo de cinco familias, que eran las de Luis Siedow, zapatero de 49 años; Federico Schoenfeld, agricultor de 43 años; Othon Degenhard, albañil de 27 años; Eduardo Staenzel, albañil de 37 años, y Julio Wache, tejedor de 41 años.
Un interesante documento que rescata el libro es una carta enviada por una de las primeras inmigrantes a su familia en Charlottenburg, Alemania. Está fechada el 24 de junio de 1882, meses después del primer asentamiento, y fue reproducida en el periódico alemán National-Zeitung en febrero de 1883.
La misiva revela fascinantes detalles de ese primer asentamiento y cuenta, entre otras cosas, cómo el clima fue uno de los factores contra el que tuvieron que enfrentarse: “Por el cambio de clima tuvimos que sufrir mucho. Gracias a Dios ya estamos mejor. Papá todavía padece de las piernas a causa de las picaduras de los insectos”, señala, mencionando otras diversas penurias. “En tales circunstancias, uno cree que es imposible soportar más. Por lo visto no es así. Ya nos sentimos alegres y contentos. Todo nos resulta exquisito. Hemos engordado y faenado un cerdo, cuya carne y grasa fueron sumamente sabrosas”, decía, sin embargo, la mujer en su escrito.
“PUNTO DE RECREO”
Otro documento bastante ilustrativo que recupera el libro es un artículo publicado en la prensa el 18 de julio de 1901, que daba cuenta de una población floreciente con “bonitos y cómodos edificios como los chalets del Hotel del Lago, Itiberé da Cunha, Heisecke, Mongelós, Guanes, Recalde, Viernet, Gosset y muchos otros”. Sigue describiendo el texto: “Hay cuatro fábricas de caña, dos licorerías, tres almacenes, tres herrerías, cuatro carpinterías, siendo las del señor Büttner y Motta a vapor”. También se menciona a una persona de apellido Floss que se dedicaba a la fabricación de vino de naranja, en el contexto de una industria vitivinícola en ciernes.
Con el tiempo, el florecimiento de algunos negocios, incluyendo hoteles, empezó a tener movimiento. San Bernardino y sus paisajes comenzaron a llamar la atención no solo de los poblados circundantes, sino también de veraneantes de la capital y visitantes foráneos.
El Hotel del Lago, que hasta hoy sigue vigente como un emblema de la ciudad, empezó a operar en 1888 bajo iniciativa del alemán Guillermo Weiler. En sus habitaciones se hospedaron personalidades de la talla de Charles de Gaulle y Antoine de Saint-Exupéry. También, bajo impulso de Weiler, el 21 de julio de 1901 se inauguró el primer hipódromo. “Venía mucha gente a visitar el Hotel del Lago y dejaban sus impresiones y saludos en los libros de visita. Estos se llevaron a Brasil cuando los dueños originales se fueron, pero pude acceder a algunos”, comentó Ganser.
En la revista mensual del 15 de marzo de 1896 se describe: “Más que de colonia, podría calificarse de centro preferido por la sociedad de Asunción como punto de recreo (…), el espléndido panorama que presenta al pie de una preciosa colina y al borde del inmenso lago Ypacaraí hacen de la colonia de San Bernardino un pintoresco refugio para el descanso de los que viven en la Asunción y un riquísimo plantel para los que se decidan al trabajo”.
Fueron apareciendo también los clubes sociales, en su mayoría asentados en la costa del lago. Una entidad pionera fue el Club Alemán, fundado el 12 de octubre de 1908. El club “muy pronto llegó a ser el alma de la población y punto preferido de reunión no solo de los alemanes, sino de muchas familias paraguayas que se adhirieron a su filas y diversiones”.
Durante su conformación, San Bernardino tampoco estuvo exenta de críticas y conflictos hasta comprensibles, podríamos decir, teniendo en cuenta el choque de culturas tan diferentes. Algunas de las “actitudes” generaban tensión y disgustos ante el fuerte nacionalismo alemán reinante. Ganser nos señaló una publicación en La Verdad, de noviembre de 1908, en la que se denunciaban actos de desprecio hacia los paraguayos: “Últimamente se ha inaugurado un casino. No fue admitido ningún paraguayo. Tampoco fue invitada la prensa nacional; no obstante, que el edificio lo costeó todo el mundo para que sea público y no de la pertenencia particular de unos cuantos egoístas”.
CONJURAR EL LAGO
Es sabido que el lago Ypacaraí no pasa en estos días por el mejor momento. Según registros, el tema de la sequía era un fenómeno con el cual la comunidad convivía de antaño. En una publicación de El Diario, del 12 de enero de 1931, se recuerda la brillante fiesta realizada en el Hotel del Lago, en la que se coronó a la reina del lago de ese año. Los fondos recaudados por la venta de los votos fueron donados para tareas de salvataje del lago ante el posible descenso de las aguas. Esto consistió en la reparación de un dique de contención sobre el río Salado. “Al terminar el acto electoral, casi a las 2:00 la señorita Nutti Rasmussen tenía a su favor 4.200 votos asegurándose el triunfo, el cual fue recibido con júbilo”, señala la publicación.
Otra tradición que recuerda Ganser es la famosa “bendición del lago Ypacaraí”, realizada anualmente en diciembre, que “para la conciencia religiosa tenía un alto significado. Con él se buscaba conjurar cualquier espíritu maligno que pudiera rondar por las aguas del lago”.
Ángel D. Peña, secretario de Cándido Bareiro, fue el encargado del gobierno para coordinar la llegada de los colonos alemanes que fundaron San Bernardino. Años después, tras visitar la ciudad, publicaba en sus memorias: “Hoy, a los diez y seis años que la veo por primera vez, recibo la impresión agradable por la bella posición, los hermosos panoramas que presenta a la vista, sus aguas saludables, su población sui géneris, su arquitectura particular fuera del orden de las demás poblaciones de la República, y lo que más hay que admirar es que jamás ha habido barullos porque solo existe una autoridad comunal y solo hay un vigilante, que no tiene que hacer nada en una población de 1.500 habitantes. Deberíamos imitar este ejemplo”.
En bus o en avión
Garza era el nombre del pequeño vapor que hacía el cruce del lago desde el puerto de Patiño Cué, hacia fines de 1800 y principios de 1900. El paso en balsa fue por muchos años la principal forma de traslado hasta San Bernardino. Ganser registra en su libro que recién en 1926 se hizo el primer viaje en bus desde Asunción hasta la villa veraniega un 14 de diciembre, “a pesar del mal estado del camino y de lluvia torrencial” de ese día. El vehículo pertenecía a los señores Büttner e hijos y completó el viaje en 4 horas y 15 minutos. Un año después se sumó el servicio de un camión que pertenecía al señor Édgar Stanley.
Otro dato recuerda la aparición de un hidroavión que había salido de Sajonia y acuatizó en la playa cercana al Hotel del Lago, llamando la atención de los habitantes. Esto ocurrió el 24 de marzo de 1929. En el mismo rubro, el aéreo, el texto recuerda una publicación en El Diario, en la que se relata que: “El popular y avezado piloto aviador, señor Nicolás Bó, inauguró el 2 de febrero de 1931 el servicio aéreo de la capital a San Bernardino. Se trasladaron a bordo de su avioneta Bredda, en compañía del mecánico señor Costariola. El viaje duró 10 minutos”.
AL RESCATE DE SANTIAGO SCHAERER
Cristian Ganser fue también uno de los principales impulsores del rescate de la memoria de Santiago Schaerer, primer administrador de la colonia San Bernardino, así como de la familia Schaerer, apellido profundamente ligado a la historia de la ciudad.
“Me dolió mucho que no había por ejemplo ninguna calle, ni una escuela ni nada que llevara el nombre de Santiago Schaerer. Yo siempre tuve una relación muy cercana con esa familia y ellos me contaron mucho de la historia de San Bernardino. Entonces comencé a moverme, envié notas a las autoridades y así conseguí que se rinda memoria a este gran hombre”, señaló Ganser.
En el marco de los festejos del Bicentenario, la figura de Santiago Schaerer fue destacada en el “Paseo de los ilustres” de la ciudad. En la ocasión, Ganser también fue reconocido.
Schaerer fue autor del primer libro de estadística de la colonia de San Bernardino, que está hecho con su puño y letra y es uno de los tesoros que guarda el museo Casa Hassler. Santiago Schaerer nació en Suiza, en 1834, y falleció en Asunción, en 1895. Fue un comerciante y administró una colonia en Uruguay antes de venir al Paraguay para ser administrador de San Bernardino. Uno de sus hijos, Eduardo, fue presidente de la República del Paraguay entre 1912 y 1916.
LA PRIMERA CERVECERÍA
Ganser registra un hecho quizás poco conocido por muchos, pero que es sin duda de interés de gran parte de la población paraguaya. Y es que San Bernardino fue el emplazamiento de la primera cervecería del país, fundada por Pablo Herken en 1885.
Según rescata Ganser, la revista La Ilustración Sudamericana, en su edición de octubre de 1898, la describe como “el sitio predilecto de los viajeros”. Sigue diciendo: “Nada falta allí para pasarlo agradablemente. La casa se alza entre naranjos y bananeros, el agua que corre a su pie, sombreada por la vegetación. Puentes rústicos en forma de arcos permiten atravesar el arroyo donde nadan los cisnes y hay botes amarrados a la orilla, que convidan a un agradable paseo”.
El material añade que “en ese paraje se ha colocado una piedra con una leyenda conmemorativa del aniversario de Bismarck (Otto von Bismarck), el gran canciller de hierro del imperio alemán. Allí acostumbraban los viajeros dejar sus tarjetas de visita”.
SOBRE EL AUTOR
El autor de “Historia documental de San Bernardino”, Cristian Percio Ganser Becker, nació en la villa veraniega un 27 de marzo de 1941. Se casó con otra descendiente de migrantes, Tomasa Limprich Monzón, con quien tuvo tres hijos. Es egresado del Instituto Superior de Lenguas de la Facultad de Filosofía de la UNA, donde obtuvo su título de licenciado en lengua guaraní.
También ejerció por muchos años la docencia en varias instituciones de su ciudad natal y otras localidades, llegando a ser director de algunas. Se graduó como bachiller en teología del Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires, Argentina. Fue declarado persona ilustre por la Municipalidad de San Bernardino.
En su faceta de escritor también creó varias letras de canciones musicalizadas por conocidos artistas. Una de ellas, justamente, es: “A ti mi San Ber mi serenata” (letra de Cristian Ganser y música del profesor Darío Frutos), dedicada a su terruño natal.
LA PRIMERA CERVECERÍA
Ganser registra un hecho quizás poco conocido por muchos, pero que es sin duda de interés de gran parte de la población paraguaya. Y es que San Bernardino fue el emplazamiento de la primera cervecería del país, fundada por Pablo Herken en 1885.
Según rescata Ganser, la revista La Ilustración Sudamericana, en su edición de octubre de 1898, la describe como “el sitio predilecto de los viajeros”. Sigue diciendo: “Nada falta allí para pasarlo agradablemente. La casa se alza entre naranjos y bananeros, el agua que corre a su pie, sombreada por la vegetación. Puentes rústicos en forma de arcos permiten atravesar el arroyo donde nadan los cisnes y hay botes amarrados a la orilla, que convidan a un agradable paseo”.
El material añade que “en ese paraje se ha colocado una piedra con una leyenda conmemorativa del aniversario de Bismarck (Otto von Bismarck), el gran canciller de hierro del imperio alemán. Allí acostumbraban los viajeros dejar sus tarjetas de visita”.