En el país, no tenemos monumentos a perros comunitarios o “de la calle”, como en la ciudad de Resistencia, en la provincia argentina del Chaco, donde le han dedicado uno a la historia del perro “Fernando”, pero si tenemos algunas historias de perros que fueron escri­tas. Por citar algunos ejem­plos, el caso del perro Tom del barrio Nazareth en la zona de la Terminal y de otros perso­najes de cuatro patas, vividas en “carne propia”, como la de la perra “Rosita Soledad Can­tero”, que así se llamó la perra de Manorá. En las próximas entregas iremos contando historias de perros de barrios de Asunción, desde los más encumbrados, como “Gon­zalo”, que sí tiene su estatua en el Museo de Arte Sacro, hasta las de “pandillas de perros de barrios” de la zona de la Terminal.

EL PRIMER CONCURSO DE PERROS DE BARRIO

Corría el año 1976 y los ami­gos del barrio Tacumbú, de la zona del Colegio Cristo Rey, organizaron el “Primer con­curso de perros de barrio”. Era una época en la que los perros de raza estaban empe­zando a aparecer, por lo cual también participaban los canes de barrio de la especie llamada vulgarmente “del­mer”, a los cuales se les bus­caba un parecido con alguna raza y se les ponía el título de “perro mezcla” para que pue­dan participar de estas jus­tas caninas. El concurso se realizaba en la casa del vete­rinario Fernando Speciale, en Segunda casi 14 de Mayo, que en aquella época tenía un gran patio en el fondo, que ocupaba casi todo el centro de la manzana, Speciale que además era barítono y joyero de jerarquía de aquellas déca­das, hacía también de jurado. Por ejemplo, mi perro de pelo negro llamado Lobo terminó siendo “Pastor Belga” y otros más bajitos fueron denomi­nados como “pequineses”.

LECTURAS CANINAS QUE TRAEN RECUERDOS

Todos estos recuerdos de barrio me vinieron a la mente leyendo la historia del perro, Tom del libro de don Édgar Hugo Ferreira “Historias del barrio Naza­reth”, donde va contando cómo era la vida de los canes en aquellos años 60 y 70 en esa zona, conocida después como la zona de la Terminal de Asunción. Tom era uno de esos perros que aparecie­ron en el barrio y que fueron adoptados por los vecinos de aquellas épocas, cosa que ocurría en muchos barrios de la capital. Un día, Tom se puso grande y empezó la pelea con Káiser el “perro bravo” de la casa y enton­ces decidieron entregarlo a un estanciero conocedor del “tema perruno” para que lo llevara a su campo. El maravilloso relato de don Hugo Ferreira empieza pre­guntándole al nuevo dueño de Káiser: “Este mi perro Tom, seguramente es mez­cla de diosa y pantera ¿ como podría definirlo?, consulté”.

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Y sigue diciendo: “Tom, que estaba acostado a mis pies, movió sus orejas. Miró a mi compadre como si espe­rara una sentencia. Este le hizo poner de pie en pose de exposición…”. Luego del examen de rigor sentencia: “tu perro es una cruza de Boxer y Labrador, con un alto porcentaje de ‘Dela­ter’, que significaba raza “de la Terminal”, de padre y madre desconocidos”. El compadre notó el enojo del Sr. Ferreira, entonces remata arreglando la his­toria diciéndole: “Tiene un poco de Boxer y otro de labrador, pero ‘Delater’, es por aquello de que ‘la fun­ción hace al hombre’”. Tom ya estaba encasillado por el vecino como perro pelea­dor de barrio que vive en la eterna supervivencia.

PERROS DE ALTO LINAJE

Las historias de canes legen­darios en Asunción surgen a borbotones, como aquellos de alto linaje como “Gon­zalo” del Museo de Arte Sacro que tiene una escul­tura realizada por el ya des­aparecido Gustavo Beckel­mann, pero estas y otras historias legendarias deja­mos para la segunda parte en otra entrega en el Gran Dia­rio del próximo domingo, esperando más “recuerdos caninos” de nuestros ama­bles lectores que siempre enriquecen esta página.

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