- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
En el país, no tenemos monumentos a perros comunitarios o “de la calle”, como en la ciudad de Resistencia, en la provincia argentina del Chaco, donde le han dedicado uno a la historia del perro “Fernando”, pero si tenemos algunas historias de perros que fueron escritas. Por citar algunos ejemplos, el caso del perro Tom del barrio Nazareth en la zona de la Terminal y de otros personajes de cuatro patas, vividas en “carne propia”, como la de la perra “Rosita Soledad Cantero”, que así se llamó la perra de Manorá. En las próximas entregas iremos contando historias de perros de barrios de Asunción, desde los más encumbrados, como “Gonzalo”, que sí tiene su estatua en el Museo de Arte Sacro, hasta las de “pandillas de perros de barrios” de la zona de la Terminal.
EL PRIMER CONCURSO DE PERROS DE BARRIO
Corría el año 1976 y los amigos del barrio Tacumbú, de la zona del Colegio Cristo Rey, organizaron el “Primer concurso de perros de barrio”. Era una época en la que los perros de raza estaban empezando a aparecer, por lo cual también participaban los canes de barrio de la especie llamada vulgarmente “delmer”, a los cuales se les buscaba un parecido con alguna raza y se les ponía el título de “perro mezcla” para que puedan participar de estas justas caninas. El concurso se realizaba en la casa del veterinario Fernando Speciale, en Segunda casi 14 de Mayo, que en aquella época tenía un gran patio en el fondo, que ocupaba casi todo el centro de la manzana, Speciale que además era barítono y joyero de jerarquía de aquellas décadas, hacía también de jurado. Por ejemplo, mi perro de pelo negro llamado Lobo terminó siendo “Pastor Belga” y otros más bajitos fueron denominados como “pequineses”.
LECTURAS CANINAS QUE TRAEN RECUERDOS
Todos estos recuerdos de barrio me vinieron a la mente leyendo la historia del perro, Tom del libro de don Édgar Hugo Ferreira “Historias del barrio Nazareth”, donde va contando cómo era la vida de los canes en aquellos años 60 y 70 en esa zona, conocida después como la zona de la Terminal de Asunción. Tom era uno de esos perros que aparecieron en el barrio y que fueron adoptados por los vecinos de aquellas épocas, cosa que ocurría en muchos barrios de la capital. Un día, Tom se puso grande y empezó la pelea con Káiser el “perro bravo” de la casa y entonces decidieron entregarlo a un estanciero conocedor del “tema perruno” para que lo llevara a su campo. El maravilloso relato de don Hugo Ferreira empieza preguntándole al nuevo dueño de Káiser: “Este mi perro Tom, seguramente es mezcla de diosa y pantera ¿ como podría definirlo?, consulté”.
Y sigue diciendo: “Tom, que estaba acostado a mis pies, movió sus orejas. Miró a mi compadre como si esperara una sentencia. Este le hizo poner de pie en pose de exposición…”. Luego del examen de rigor sentencia: “tu perro es una cruza de Boxer y Labrador, con un alto porcentaje de ‘Delater’, que significaba raza “de la Terminal”, de padre y madre desconocidos”. El compadre notó el enojo del Sr. Ferreira, entonces remata arreglando la historia diciéndole: “Tiene un poco de Boxer y otro de labrador, pero ‘Delater’, es por aquello de que ‘la función hace al hombre’”. Tom ya estaba encasillado por el vecino como perro peleador de barrio que vive en la eterna supervivencia.
PERROS DE ALTO LINAJE
Las historias de canes legendarios en Asunción surgen a borbotones, como aquellos de alto linaje como “Gonzalo” del Museo de Arte Sacro que tiene una escultura realizada por el ya desaparecido Gustavo Beckelmann, pero estas y otras historias legendarias dejamos para la segunda parte en otra entrega en el Gran Diario del próximo domingo, esperando más “recuerdos caninos” de nuestros amables lectores que siempre enriquecen esta página.