Por Carolina Vanni,carolina.vanni@gruponacion.com.py - Fotos: Eduardo Velázquez

Estudiantes de la UNA fabrican el primer cohete paraguayo que participará en Brasil en una competencia de ingeniería experimental. Por primera vez, nuestro país formará parte de un evento de estas características.

El cohete Arasunu I –preparado por 18 estudiantes de la Universidad Nacional de Asunción (UNA)– está listo para hacer estruendo en la atmósfera de Tatuí, estado de San Pablo (Brasil), en la competencia Latin American Space Challenge (LASC).

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Esto significa un importante avance para el Paraguay en vista de que serían los primeros pasos para iniciar la carrera aerospacial, según explicó el director de la carrera de Aeronáutica de la Facultad Politécnica, el ingeniero Félix Kanasawa. “La competencia en sí es a nivel de ingeniería, para el diseño, construcción y recuperación de un cohete experimental”, dijo.

La demostración de talento tiene por objetivo incentivar la investigación aerospacial entre los jóvenes y esta es la primera vez que estudiantes de la Facultad Politécnica y de la Facultad de Ingeniería de la UNA participarán en LASC.

Son 18 intrépidos estudiantes –en su mayoría de la carrera de Ingeniería Aeronáutica de la Facultad Politécnica y otros de la Facultad de Ingeniería de la UNA– que se animaron a presentar el proyecto de un cohete a escala.

De entre los 25 equipos que estarán en competencia, 14 buscarán el apogeo de 1 km. Los demás equipos buscarán la precisión de los 3 km y 5 km. Los contrincantes provienen de cinco países y dos continentes (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Polonia). El evento se desarrollará del 9 al 11 de agosto, en la localidad de Tatuí, estado de San Pablo.

La astronave paraguaya debió ser construida por los estudiantes, además ellos fueron los encargados del diseño y la elección de los materiales utilizados. El proyecto arrancó en marzo y en abril fueron seleccionados por LASC. Allí comenzó la tarea de la fabricación, para lo cual los estudiantes dedican entre 12 a 18 horas de trabajo, perdiendo incluso horas de clases.

EL COHETE

Arasunu I es un cohete hecho de aluminio, diseñado y fabricado por los estudiantes. Todos son miembros del Club Aeronáutico Espacial. Para el trabajo se formaron tres grupos: propulsión, electrónica y estructura. Sin embargo, si un equipo concluyó su tarea se integra a los demás equipos.

El cohete mide 1 metro con 25 centímetros, pesa 4 kilogramos, incluyendo las aletas, el motor, el paracaídas y todos los elementos electrónicos. Las estimaciones indican que el cohete podrá desplegarse a 740 km/h, lo que permitirá a la aeronave llegar al apogeo de 1 km de altura en aproximadamente 8 segundos. Si la aeronave sobrepasa el kilometraje o no llega a la altitud, pierde puntos.

Cristian Martínez indicó que tanto el motor como el fuselaje fueron hechos por los estudiantes, para lo cual se compró la materia prima. Indicó que las pruebas previas fueron hechas gracias a software que permiten las mediciones bastante precisas de la velocidad que podría tener, en base al peso y material utilizados.

Arasunu –al igual que otros cohetes– tiene un motor que usará combustible sólido. Las pruebas para lograr la altura, velocidad y potencia se realizaron durante cinco meses, mediante trabajos de laboratorio y el campo.

Además, contará con dos paracaídas, uno más pequeño que estabilizará el cohete y el más grande, que permitirá a la aeronave un aterrizaje lento. El paracaídas fue hecho con material impermeable.

SATÉLITE

El cohete llevará también un Cansat, que consiste en un aparato o sistema del tamaño de una lata de refresco cuya misión puede ser recoger datos, efectuar retornos controlados o cumplir algún perfil de misión predeterminado. Este mismo sistema lo utilizan los satélites y cohetes, y tendrá como principal objetivo recoger datos atmosféricos en el espacio: viento, temperatura, humedad, etc.

“Sería como un satélite, pero todo comprimido, porque es muy pequeño. Va a subir con el cohete a 1 km de altura y va a tomar las mediciones de los parámetros atmosféricos, como la temperatura, la presión, la humedad y el bióxido de carbono que hay a esa altura”, explicó Federico Bajac, estudiante que trabaja en el cohete.

El profesor Kanasawa indicó que el proyecto es bastante ambicioso, ya que es la fabricación de un cohete a escala, cumpliendo con todos los parámetros internacionales utilizados en la NASA, en Rusia y otros países que ya iniciaron la carrera aerospacial.

DE SUS BOLSILLOS

Para la fabricación de este artefacto tanto los estudiantes como profesores tuvieron que poner dinero de sus bolsillos. Si bien el proyecto fue presentado al Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt), este no tenía presupuesto para financiar la idea que surgió de los estudiantes.

Se estima que el costo aproximado es de G. 7.000.000, ya que la mayoría de los elementos electrónicos que se usan en el cohete debieron ser comprados doble, para poder reemplazarlos en caso de falla. “Este monto fue economizando lo máximo porque no se mandó hacer nada fuera, todo se trabaja dentro del equipo”, indicó Marcelo Galeano, otro de los estudiantes que trabaja en el proyecto.

Tras golpear puertas, varias empresas privadas (como Engineering SA y PION Labs) auspiciaron el proyecto. En cuanto a los costos del traslado y estadía, estos serán financiados por la Entidad Binacional Yacyretá, explicó Cristian Rivas.

La inversión no fue solamente para la compra de los materiales para el cohete, sino además en otros elementos necesarios para la seguridad en el momento de las prácticas, especialmente en lo que refiere a la cristalización del combustible.

COMBUSTIBLE

El cohete utiliza combustible sólido, hecho a base de nitrato de potasio, azúcar y óxido ferroso. Sin embargo, el primer elemento debe ser limpiado, para lo cual se procede a la cristalización utilizando agua y fuego.

Una vez calentado el agua, se comienza a verter el nitrato de potasio, se presiona cuando llega a 60 grados centígrados –se utiliza el termómetro– y se continúa con el procedimiento, hasta llegar a los 110 grados centígrados.

Luego se saca, se deja reposar y se vierte en otro recipiente, colando previamente el contenido. El siguiente paso es secar en un horno casero, fabricado por los propios estudiantes. Una vez listo el nitrato, se mezcla con azúcar y óxido ferroso, para ir probando la presión que ejerce en el fogonete. Esto es posible gracias a un mamómetro, dijo Kevin Solís, quien también está dentro de este programa.

La proporción de los elementos resulta fundamental para lograr éxito del proyecto, manifestó, al tiempo de indicar que los materiales utilizados como papel de junta, aislantes y otros fueron puestos a prueba para evitar inconvenientes y, además, garantizar que el cohete llegará a destino, teniendo la velocidad necesaria, explicaron los encargados del trabajo.

LA COMPETENCIA

Los estudiantes partirán el miércoles 7 de agosto y tienen previsto llegar el 8, en horas de la noche. Sin embargo, estarán bajo presión desde el primer momento que llegan a Tatuí, ya que el equipo no solo será calificado por el lanzamiento y la recuperación del cohete, sino además se tendrá en cuenta el desempeño del grupo.

El viernes 9, los chicos presentarán el proyecto ante los demás participantes, mientras que las prácticas propiamente dichas comenzarán a partir del sábado 10 y continuarán el domingo 11. El equipo, de entre los 25 grupos, que logre la mayor precisión llegando al apogeo en el kilometraje de competencia será el ganador.

GLOBO SONDA

Este no es el primer proyecto que realizan los estudiantes de la Facultad Politécnica, ya que en febrero del 2017 lanzaron el primer globo sonda que llegó aproximadamente a 20 mil metros de altura. El equipo fue recuperado y se pudieron tener imágenes del espacio aéreo paraguayo, así como datos atmosféricos de ese momento.

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