- Por Jorge Zárate
- Periodista
- jdzarate@gmail.com
Aquí su charla con La Nación.
¿Cómo comenzó esta aventura de abordar estos encuentros entre dos célebres artistas paraguayos?
– A Cayo Sila Godoy tuve el placer de entrevistarlo distintos años en Argentina, Paraguay y España y especialmente en la casa de Federico Abente, hice muchas entrevistas con la idea de hacer un libro, una suerte de biografía, aunque esta no es una biografía, es un libro de conversaciones.Tengo otro libro que está previsto que se lance en noviembre próximo que sí es una biografía.
– Sila es inédito en tus trabajos
– Sí, es la primera vez que ven la luz estos diálogos donde él tan gentilmente me atendió y me contó sus viajes por el Japón, por Europa, España, los premios recibidos, en una entrevista que va surgiendo y con cosas que tienen que ver con la vida diaria, como las comidas, el vino, el tipo de música que le gustaba.
– Un abordaje más integral del personaje
– Quería hacer eso, llevarlo por un camino que no involucrara solo la cuestión guitarrística de alto nivel, sino también el mundo cotidiano. Me interesaba el hombre porque todos llevamos adentro a pesar de ser un artista, agazapado, como un niño, el hombre que somos. El periodista trata de sacar, de ir a la médula para tratar de mostrarlo de una manera distinta.
En su vida es fundamental su rescate de la obra de Agustín Pío Barrios “Mangoré”, ¿cómo viviste esa experiencia?
– La viví muy bien porque fueron largos momentos en que me contó su búsqueda, tal es así que me llevó a su casa a mostrarme su archivo, que era una cosa impresionante, una pieza llena de materiales sobre Mangoré, era un especialista y siguió sus pasos en El Salvador...
– Una tarea titánica...
– ...Tal cual, me contó sobre cómo tocaba la guitarra, las partes técnicas, de sus relaciones con Narciso Yepes, con Andrés Segovia, el eximio guitarrista español, distintos temas que fueron muy enriquecedoras porque él era ameno, jovial, amable, una persona que tenía grandes conocimientos de literatura y que fue muy amigo de Augusto Roa Bastos, al punto de llegar a componer sobre “El Trueno entre las hojas”.
– De las facetas del personaje, ¿cuál pensás que le agradaba más?
Como artista creo que él amaba ser concertista de guitarra, músico, ejecutor, diríamos, muy claro y señero de la guitarra, un instrumento muy difícil que Barrios transforma de alguna manera en un elemento de conciertos, lo populariza. Sila Godoy sigue un poco ese camino y le encantaba el tema de la guitarra porque era donde demostraba su condición de eximio guitarrista, porque había que ser completo para ejecutar la obra de Barrios y esos conciertos.
– También fue el hombre que popularizó a Barrios en el mundo
– Lo aplaudía la gente de pie, estuvo en la cima, tuvo momentos de gloria y luego pasa lo de siempre con los artistas, va declinando porque viene una nueva generación, otros concertistas a seguir el legado, como aquí Luz María Bobadilla (durante la presentación del libro ejecutó un repertorio de Cayo Sila, entre las obras un extraordinario arreglo de “India”, que hiciera el maestro de la obra más popular de José Asunción Flores) o Felipe Sosa que también fue su discípulo o Berta Rojas que es de las mejores en el mundo.
– De Augusto Roa Bastos, ¿ qué encontramos en este libro?
Cosas que no se sabían de él, cómo escribió sus primeros cuentos, su vida difícil en Buenos Aires, porque en la época en la que él estuvo en la capital argentina era una ciudad difícil de vivir porque tenías que tener dos o tres trabajos, porque en aquella época era todo muy complicado, cuestión a la que él pudo sobreponerse gracias a su talento y su perseverancia, él tenía una gran perseverancia.
Textual
CAYO SILA GODOY
Escribe Armando Almada Roche en la página 31 y siguientes de la edición de Servilibro de su obra “Sila Godoy y Augusto Roa Bastos: Amigos del Alma”: “¿Quién fue Agustín Barrios?, preguntamos, puesto que la mayoría no conoce la trayectoria de este colosal guitarrista paraguayo. “Por qué no nos lo explica quién era Mangoré?”, le decimos a Sila. Y él responde: “Agustín Barrios, o el cacique Mangoré, era un virtuoso de la guitarra. Un genio de la armonía. Barrios escribe y ejecuta estudios para guitarra que no tienen paralelo en la historia de ese instrumento, puesto que él ubica a la guitarra a la altura del violín de un Paganini, o del piano de un Franz Liszt o Chopin. Barrios figura nada menos que entre estos maestros, rompiendo los moldes tradicionales del manipuleo técnico de la mano, creando nuevas técnicas”...
“...Mi sueño -el sueño del pibe- es levantar la Casa de la Guitarra para reivindicar de una vez por todas el talento de Agustín Barrios “Mangoré” y de todos los guitarristas nacionales de renombre...”
En la página 80 se lee: “Con Roíta nos conocemos hace décadas. Allá por los años 40 más o menos, acaso antes. Siempre me apoyó en mi carrera, escribió y escribe todavía artículos laudatorios sobre mi modesta persona. Yo lo quiero mucho y él también me quiere. Estuvimos juntos en el grupo Vy´a raity compartiendo locuras culturales con Herib Campos Cervera, Líber Fridman y Molinari Laurín, también el grupo lo integraba Joserfina Plá, pero venía poco ya que era la única mujer y vivía lejos. Después se acoplaron Oscar Ferreiro y Elvio Romero, este último el más joven de la partida”...
AUGUSTO ROA BASTOS
Pregunta Almada Roche en la página 102:
– ¿Qué hizo usted en El País?
– Me inicié como cronista, pase por todas las secciones. Puedo jactarme de haber sido el primer periodista que llevó la crónica obrera a un diario burgués. Fui enviado especial al interior del país para escribir sobre los hombres que trabajaban en los yerbales. Luego me enviaron a Europa para escribir sobre la guerra. Allá entrevisté a André Malraux y al general Charles de Gaulle. Una experiencia verdaderamente increíble para un paraguayito...”
Y en la 169: “No he tenido tiempo de trabajar seriamente la literatura porque he tenido que trabajar en otras cosas para sobrevivir. Siempre he dicho que no soy un escritor profesional, que soy un escritor de sábado, domingo y vacaciones. He empleado los días de descanso de mi trabajo gana-pan. De allí, incluso, la imperfección de mis textos, ese constante fastidio y descontento de mis textos”.