Su reinado es el más largo de la historia británica. Con sus 67 años de vigencia; ha “destronado” a Victoria y, por supuesto, a la primera Isabel, la hija de Enrique VIII y Ana Bolena. Elizabeth lleva las riendas de Gran Bretaña con la misma mano firme con la que aún sostiene a sus caballos, en los que le encanta salir de paseo, aunque llueva. Y si hay un mérito que le reconocen, incluso los más acérrimos enemigos de las monarquías, es que ha sabido adaptarse a los tiempos y evolucionar. “Lillibeth” para sus amorosos padres y su única hermana, Margarita, era una jovencísima princesa, cuyo padre Jorge VI tuvo que asumir el inesperado compromiso de ser rey por la abdicación de su hermano Edward. Inmediatamente a ella le tocó el difícil trance de asumir las responsabilidades de prepararse para sucederlo, tarea que significó encarar obligaciones diversas y una vida lejos de los escándalos o cuestiones “mundanas”.

MI VIDA ENTERA”

“Declaro ante todos ustedes que mi vida entera, sea larga o corta, la dedicaré a su servicio”, dijo Isabel en el discurso de su 21º cumpleaños. Y lo cumplió con una puntillosidad tal que asombra a quienes auguraron que, tal vez, ella iba a imitar a otros reyes europeos como Juan Carlos de España, Beatriz de Holanda o los reyes de Bélgica, que dejaron en manos de sus hijos las coronas para vivir retirados de los compromisos del cargo.

“Esa posibilidad, la de abdicar y dejar de lado sus responsabilidades, no está en el ADN de la reina Isabel II”, dijo en la tv británica un especialista en cuestiones de palacio. “No es que no ame o piense que su hijo Carlos, Príncipe de Gales, sea incapaz de ser rey, sino que para ella, estar allí como soberana del Reino Unido de Gran Bretaña, Gales e Irlanda del Norte, Australia, Canadá y territorios anexos, es una responsabilidad intransferible, un 'lazo' indestructible de fidelidad, como lo fue para sus dos antecesoras más famosas: Isabel I y Victoria”.

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ÍCONO DE MODA

La reina ha cumplido sus 93, sonriendo bajo la llovizna intermitente de la primavera y luciendo su sombrero de ala medianamente ancha adornado con lazos y flores en verde “lima limón”, casi flúor, a tono con el abrigo y tailleur. No dejó de sonreír a quienes se acercaron a Buckingham Palace para rendirle homenaje y agradecer a toda la familia que, salvo Meghan Markle, que está a punto de darle otro bisnieto en estos días, la rodearon para saludarla.

Isabel ha sabido transitar un largo camino de 67 años sin que nadie la tome del brazo, llevando sola su infaltable cartera rígida de cuero, desde que recibiera los pesados atributos en la solemne ceremonia de coronación en Westminster,. Labor que tomó jovencísima y recién casada con el entonces príncipe Felipe de Edimburgo. Un buen mozo militar extranjero y noble, pero sin dinero.

Cambió sus atuendos austeros de los tiempos de la posguerra (tailleurs de lana, blusas discretísimas y vestidos en tonos neutros) por los colores de la naturaleza de los jardines ingleses: lavandas, azules, celestes y rosas pálidos. Más tarde, cuando sus cabellos –siempre peinados igual– fueron tomando un tono plateado, apostó fuerte a los colores “imposibles” para una reina: naranjas, fucsias, verdes, rosas, amarillos, azules eléctricos, todos en sus máximas expresiones. Y así anda hoy, marcando tendencias de moda, aunque a ella nunca pareció importarle eso, tanto que recién el año pasado y “solo porque era bueno para la industria”, según comentan; compartió el front row del desfile de la colección del inglés Richard Quinn, junto a otra “reina”, Anna Wintour.

SU MAJESTAD

Cuando en el 2012, en la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres, apareció protagonizando un clip con Daniel Craig en el papel del mítico Agente 007 “descendiendo” en la pista principal del estadio en un paracaídas, se convirtió en un genuino ícono pop. La reina Isabel pasó de ser la más clásica de todas las soberanas, a ser la más cool.

En su vida íntima dicen que sus nietos y bisnietos la llaman de muchas formas cariñosas y que tiene un sentido del humor “a prueba de balas”. Algo que fue ganado luego de muchas crisis y escándalos protagonizados por sus hijos, nueras y demás. La reina Isabel, parece que piensa seguir tomándose las cosas como vienen y sonriendo a la vida larga, sin dejar de lado sus pasiones: caballos y perros de la raza corgi que la acompañaron hasta en el mencionado clip.

Aceptando las cosas como un regalo y sin tanto prurito; así ha admitido que su hijo amaba a Camila y no a Diana; que su nieto se casara con una plebeya, actriz y además afrodescendiente americana, y que sus bisnietos hagan volteretas en el pasto. Este año, en junio, festejará a lo grande –como es costumbre– su cumpleaños 93 por segunda vez, en un gran festival en el que no faltarán los jinetes, la música clásica y el pastel; pero tampoco se hará ausente el rock and roll.

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