Una de las consecuencias de la transición democrática luego de golpe de 1989 fue la revisión de lo que antes era la inamovible “Historia oficial”. A partir de entonces, se fueron generando debates y por oposición, surgieron “mitos” que se crearon sobre la historia nacional. Muchos de ellos son tomados como si fueran verdades irrefutables o hechos que realmente sucedieron y es frecuente que surjan animadas discusiones en mesas de bar y en encuentros de amigos. A veces tienen tanta fuerza que trascienden esos lugares íntimos y se convierten en parte de la historia oficial, cuando en realidad, se podrían definir como una “caricatura oficial” de la historia.

De ese aspecto y otros alrededor de la historia paraguaya, rescatamos en este espacio lo expresado por un conocedor profundo de estos temas y un apasionado de la historia, el arquitecto Jorge Rubiani que abordó esa cuestión de los mitos y verdades en el espacio televisivo Bar Conspiración y nos parece sumamente relevante y ameno, reflejar en estas páginas ese tema.

UN DEPORTE NACIONAL

“En realidad no podemos impedir que la gente hable de esos temas que no son comprobados, de mitos sobre la historia y que lo haga en espacios como las reuniones de amigos o encuentros sociales, es inevitable y hasta necesario si se quiere”. “Lo importante –aclara Rubiani– es no confundir esas historias con la realidad”. “Es un gran paso. Porque a través del tiempo, me he dado cuenta que el deporte nacional paraguayo es discutir sobre historia. Y sobre la historia de López, especialmente. Y, cuando nos encontramos ante una persona parapetada detrás de un pensamiento fijo, antagónico, muy radical y hasta violento, yo suelo preguntarle de dónde sacó esa información.”.

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Y es entonces cuando –relata Rubiani–, me dice generalmente que leyó eso en un libro. Y entonces, me doy cuenta de lo que ocurre. Porque yo, que tengo muchos libros sobre la Guerra de la Triple Alianza, y puedo decir sin pedantería que he leído sobre el tema más de los libros que tengo, todavía no tengo todas las cosas muy claras y todas las certezas. Sin embargo, hay cosas que ya descarté definitivamente, para que no perturbe el análisis que puede llevarme a la verdad. Y, en ese sentido, hay también historiógrafos que hicieron un show de la historia, que pensaron más en la venta de sus libros que en alcanzar alguna verdad histórica. Porque cuando hablamos de historia, estamos hablando de una ciencia. Y en historia, como en las matemáticas, 2 más 2 son siempre 4, pero algunos historiógrafos han logrado que 2 más dos fueran 5, 10 o 14, con tal de radicar un concepto que él cree válido. Pero se da también el fenómeno de que mucha gente lee pero sólo para confirmar la idea a la que llegó previamente. Y eso tiene relación con el carácter tribal … Uno no lee para buscar la verdad sino que uno lee para que lo que lee le legitime lo que ya creía sobre tal o cual hecho…”.

UNA GUERRA DE RAPIÑA

Yo conozco gente absolutamente irreductible en su bronca o rabia hacia determinados personajes de nuestra historia. Y yo les digo entonces que la historia no es la historia familiar. Eso se ve muy claro en el caso de López. Porque basta que le preguntes a esa gente: ¿Porqué le odiás tanto a López? La respuesta es casi siempre la misma: “Porque López fue un hijo de su madre, porque le mató a mi bisabuelo o a mi abuelo”. Y la historia no registra ese tipo de hechos porque tiene que ocuparse de otras cosas….

Y, yendo a lo que considera un hecho comprobado y real, explica: “Hoy yo puedo decir, por ejemplo, con absoluta firmeza, con hechos comprobados, que la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay fue una “Guerra de Rapiña”. Una guerra planeada, pautada y pensada para robar al Paraguay. Para afirmar eso, hay muchísimos documentos, ninguno de ellos hechos por paraguayos. “Eso está comprobado, certificado y por lo tanto es una verdad”.

Fotografía tomada en 1866 y publicada por la Biblioteca Nacional de Uruguay que representa a un grupo de sodiers del 26 Corpo de Volun­tarios da Patria brasileño de Ceará, durante un simulacro en Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-70).

Yendo un poco más atrás en el tiempo, otra creencia o “mito” sobre la historia paraguaya, se refiere a lo que era el país entonces. Se habla del gran progreso alcanzado, de la bonanza y los logros en tiempos de Carlos Antonio López, por citar un ejemplo. La pregunta que surge entonces es si fue así realmente.

Para Rubiani, las cosas se pueden verificar. “Yo creo que lo más cercano a una verdad sobre el tema es un análisis económico que le dedicó el diario Marcha, de Uruguay ,que es un diario de izquierda, pero que publicaba unos cuadernos económicos muy importantes, con intelectuales de alto nivel analizando la historia de toda Latinoamérica. Y en uno de esos cuadernos, el número 25, de setiembre de un año de 1970 y tantos, un importante sociólogo uruguayo que se llamaba Vivian Trias, que decía “No es cierto que el Paraguay era una potencia, pero si vamos a parangonar al crecimiento de entonces de ese país, podemos decir que el Paraguay era como un niño que estaba creciendo con todas las posibilidades de convertirse en un grande con grandes cualidades y grandeza. Tenía, como decimos, siguiendo la comparación con un niño, todas sus posibilidades intactas. Los Aliados eran como enanos, que tenían muchos problemas de crecimiento. Eso lo certifican las enormes deudas que tenían ellos, especialmente con la banca inglesa, antes de la Guerra, con la Roschild especialmente. Entonces, Brasil debía 20 millones de Libras esterlinas y Argentina debía 40 millones de pesos, que eran sumas siderales en esos tiempos. El Paraguay, sin embargo, tenía ‘cero’ deuda externa”.

Eso, la ausencia de deuda, es lo que otras historiadora inglesa que escribió sobre Madame Lynch afirma como algo negativo, pues según la visión eurocéntrica de la historia, Paraguay tenía que deberle a la banca inglesa, hacer negocios con ella, participar de los mismos. “Pero Paraguay –dice Rubiani– había comprado muchas cosas a los ingleses, pagando al contado por ello”.

Y agrega: “En realidad a Inglaterra no le interesaba particularmente el Paraguay, ya que era su cliente, no su deudor. Sí le interesaba digamos, apretar más a los deudores que ya tenía y eran importantes países. Iba por todo lo de ellos también. Y la prueba de ello es que, al terminar la Guerra, tanto Brasil como Argentina duplicaron la deuda con los ingleses… Mientras que Paraguay no se endeudaba, no compraba, era un ‘mal ejemplo’ contra el liberalismo que era la doctrina que estaba en auge en ese momento… Algunos dicen que Inglaterra no tuvo nada que ver, que es una fantasía, que no envió tropas ni demás, pero ya sabemos que los imperios no actúan directamente muchas veces, sino que lo hacen a través de los subimperios. Y allí fueron los Aliados a hacerle el juego…

LÓPEZ: HÉROE Y VILLANO

Otra cuestión que se ha instalado siempre en el debate sobre la historia y especialmente sobre las causas de la Guerra Grande, es si Francisco Solano López actuó bien o falló como estratega al enfrentar a tres países en la contienda. Si no era posible hacer las cosas de otro modo.

La respuesta de Rubiani no se hace esperar: “Esa pregunta está siempre allí presente y tiene varias respuestas. Permítanme usar el sarcasmo: Una vez después de una charla se acercó un hombre que me dijo: ‘Ese López fue un pel…, porque cómo se va a pelear con dos países más grandes… hipotecó nuestro destino…”. Y mi respuesta fue: “¿Qué pasaría si vos vas caminando por la calle con tu esposa –ella estaba allí– y viene por la misma calle un tipo enorme, fornido como un boxeador y de pronto, sin más, comience a manosear a tu esposa. ¿Vos no vas a hacer nada porque el tipo es enorme y te mataría si te pega? ¡No! , respondió él entonces. “¡Yo le voy a defender a mi esposa!”. Entonces, yo le contesté: ‘Bueno, eso es lo que hizo López…’”.

El mariscal Francisco Solano López, la figura que siempre está presente en las discusiones sobre la historia.

Sobre el mismo tema, agrega: “También hay que tener en cuenta qué significaban las cosas en esos tiempos. Entonces, había un sentido de dignidad mucho más acentuado que hoy. Hoy por hoy, cuando lo único que importa es el dinero, las cosas materiales, es difícil valorar algo que entonces era el sentido de la Patria, algo que no representa casi nada ahora…”.

Pero, surge nuevamente la pregunta sobre la gran “grieta” que dividió y divide a los paraguayos en “lopiztas” y “antilopiztas”. ¿Ha mermado esa visión tan extrema o se mantiene intacta? Rubiani afirma: “Yo creo que cualquiera que haya investigado en serio la Guerra, termina cautivado por el heroísmo del pueblo paraguayo”. Historiadores del Imperio de Brasil, lo reconocen. Hasta Caxías lo reconoció. Manuel J. Cárcano, historiador argentino “mitrista”, puso al Paraguay a la altura de los gloriosos.

El problema es que cuando queremos justificar nuestras carencias es más fácil “culpar a López y al pasado”. Pero advierte: “Ojo! Porque López no fue perfecto! Tuvo errores, muchos que menciono en una obra mía que se llama “Verdades y mentiras sobre la Guerra Grande”, pero ninguno de ellos puede decirse que alcanza para justificar una guerra. Y lo que hubiera hecho López si no hacía lo que hizo, tampoco iba a servir, porque la guerra estaba determinada. Había un propósito, firme y poco disimulado de “eliminar al Paraguay del mapa de América”. “Lo que permitió que el Paraguay sobreviviera fue la resistencia de López. De manera que López hizo visible la resistencia del Paraguay y provocó simpatía por la causa paraguaya. Periódicos como el Times de Londres y el New York Times de New York hablaban del heroísmo paraguayo.

LA “MARCA PAÍS”

Otra cuestión que fue abordada por el arquitecto Jorge Rubiani está directamente relacionada al conocimiento y el cuidado y difusión de la historia nacional a través de diversos mecanismos o tareas. Puso como ejemplo lo que pudo observar en los circuitos turísticos históricos que él organizó y guiaba por el microcentro de Asunción, que están suspendidos ahora por la ocupación de las plazas y lugares públicos de personas refugiadas por las inundaciones. Habló del dolor que le causó ver que el Monumento a la Constitución está cercado y sin guardias y que las cadenas con las que se defendió Humaitá y están cerca de los cañones de la Independencia, “lucen” sobre ellas ropa tendida de quienes ocupan las plazas.

“En otros países, estarían debidamente resguardados y serían visitados por familias y todo tipo de personas interesadas en conocer la historia, así como el Panteón de los Héroes, recientemente restaurado y que es un regalo que dejaron los López al Paraguay. “Un monumento hermoso, de primer mundo, por la época en que fue hecho que es el mayor mingitorio a cielo abierto del país… Allí están las glorias nacionales y no hay nada que lo demuestre. Han hecho un cerquito de metal, sin belleza ni importancia alguna, para tratar de protegerlo. En otros países, habría guardia de honor permanente, guías adiestrados que relaten la historia, pero no. “¡Y esa es realmente nuestra ‘Marca país’ de la que tanto se habla!”, insiste Rubiani. El desdén hacia nuestra historia es enorme en nuestro país.

TESOROS ENTERRADOS

Otro tema recurrente en los relatos sobre la Guerra Grande son los supuestos tesoros enterrados, las carretas llenas de oro y joyas que estarían por diversos puntos del territorio nacional. ¿Existen o son puro mito? Rubiani explica que “En esa época no existían los bancos y entonces, en una situación como esa, había que llevar las pertenencias o enterrarlas para resguardarlas de la rapiña”.

Los llamados “tesoros” que aún buscan cada fin de semana personas de todas las clases sociales, algunos de ellos muy prominentes –dice Rubiani– fueron reales en el sentido de que cada familia guardaba no sólo collares de oro y amatistas, brillantes, sino reliquias familiares, joyas de las mujeres y de las imágenes religiosas, etc. Todo eso, más la indudable existencia de elementos de mucho valor impulsó el mito que tiene mucho de verdad… “Lo que pasó es que se saqueó todo.

Imagen tomada en 1866 y publicada por la Biblioteca Nacional de Uruguay, en la que se representan soldados del batallón uruguayo de Florida posando con el cuerpo de su comandante, el coronel León Palleja en un lugar no identificado en Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-70).

Luego de Itá Ybaté, por ejemplo, el grueso del ejército de Brasil vino a Asunción y se dedicaron a rapiñar todo. La gente asumió esa historia también porque por parte del Estado, nunca hubo un esclarecimiento de ese tema, una declaración que confirme lo que es verdad y no es en ese sentido”. Josefina Plá, en su libro “Los británicos en Paraguay”, relata que desde 1855, pasan por el Puerto de Buenos Aires, muchas cosas hacia acá. Maquinarias modernas de entonces, uniformes, armas, elementos valiosos. Eso llamó la atención de quienes se preguntaron ¿Y dónde va eso? Ahí se fundó la historia del “Paraguay potentado, con riquezas y lingotes de oro”…

No tenemos que olvidar que vinieron a saquear Asunción. El propio Caxias se retira a Río luego de Itá Ybaté… Los que vinieron a luchar al Paraguay vinieron a saquearlo en realidad. Por eso, siempre afirmo que se trató de una “Guerra de Rapiña”. Hay testimonios, no mitos, de que se robaron todo lo que había en Asunción; todo lo que había en Ascurra y en Piribebuy. Y finalmente degollaron a todos y se llevaron las carretas que llevaba Juan Bautista del Valle ya cerca del Mbaracayú.

ARCHIVOS SECRETÍSIMOS

Al final, el tema más difícil de desentrañar es el de los Archivos Secretos sobre la Guerra de la Triple Alianza que guarda celosamente Brasil, sin abrirlos, como se hace habitualmente en todo el mundo. “Es algo tan cerrado y secreto que va contra toda lógica y lo que establece la Unesco. Jamás permitieron la apertura de ellos.

El ex presidente Lula da Silva, que tenía un signo político muy diferente a otros presidentes brasileros anteriores o actuales, tampoco permitió que se abran, porque, según él, “si contamos lo que dice acá se podría desatar una tormenta tremenda”. “Y, por supuesto que nosotros sabemos que sobornaron a muchos políticos y no a cualquiera, sino a los mejores políticos, a los que son los paradigmas de nuestra sociedad civil”.

“La misión Cavalcanti –insiste Rubiani–, que vino con unos baúles llenos de cotos reais, vino para desmantelar la candidatura a la presidencia de José Segundo Decoud, candidato del presidente anterior, González. Vino a decirles a los paraguayos ¡‘Decoud no’! Entonces se inventa la candidatura de Juan Bautista Egusquiza, que gana al final.

Ese señor Amaro Cavalcanti, según el prestigioso historiador norteamericano Warren, cuenta la historia: imprentas quemadas, periodistas sobornados y hasta asesinados… ¡Por favor! Y nos quieren decir que el secreto es para salvaguardar la mancomunidad de los pueblos…”. “Y lo peor –dice Rubiani– es que el último gobierno de la Alianza en Paraguay, supuestamente con mayoría de socialistas y progresistas, firmó el acuerdo para que esos Archivos permanezcan secretos por otros 75 años. ¡Recién en 75 años, cuando nada importe y todo se olvide, sabrán las generaciones futuras lo que pasó!”. Cuando ya no importe.

Curupayty. Los óleos de Cándido López sorprenden por su claridad y detalles de las más cruentas batallas libradas en territorio paraguayo.

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