En horas de la siesta del lunes 15 de abril último, mis ojos sorprendidos y mi mente espantada observaban las imágenes en la pantalla de televisión que la emblemática, mítica Catedral de París ardía. Mi mente se negaba a asimilar lo que el sentido de mi vista le informaba.

Las llamas que emergían de los techos del inmenso edificio eran como las hogueras del infierno calcinando el corazón de París, de más de 800 años de historia del mundo. Esta imagen era tan atroz para mí porque ese incendio al quemar las bóvedas, las torres de la muy antigua Catedral, monumento mundial de la labor creadora del hombre, tenía para mí, en lo personal, una connotación especial

Era como si mi propia memoria se consumiera con ella. Eran como si las llamas me crecieran desde las plantas de los pies, esos mismos pies, que en aquel entonces contaban diecisiete años, que solían montar con asiduidad las estrecha escaleras de piedra que le conducían hacia las torres, hacia las bóvedas, esas que se están quemando ahora, desde donde se podía observar los techos alucinados de todo París.

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Observar las gárgolas, esas misteriosas figuras, que servían para drenar las aguas que caían del cielo sobre el techo de la Catedral, y que además de su función primaria decían que expresaban los arcanos de los constructores. Mi acuciante mente juvenil de esa época, tan llena de curiosidad se llenaba de informaciones de toda laya que buscara desentrañar el misterio de esas gárgolas, figuras alucinantes que mezclaban formas humanas con formas de animales, formas monstruosas.

Se sabía que la organización secreta de los masones, que proviene a la palabra francesa maçon, que significa albañil, provenía de la organización que los hacedores o profesionales de catedrales crearon para guardar el secreto de los conocimiento de una ciencia especial de la construcción y que solo eran transmitidos a los iniciados, a los miembros que eran admitidos en esa sociedad. Decían que las gárgolas tenían significados especiales que develaban el secreto. Esas catedrales fueron construidas en plena Edad Media, en donde todo el poder y el derecho del saber estaban en manos de la Iglesia. Nada fuera de ella podían desarrollarse en la sociedad. La Iglesia era la única de la verdad debelada, sea cual fuere el conocimiento, desde la física, la medicina, la biología hasta astrología no estaban ajenas al pensamiento religioso.

Toda ciencia fuera de los cánones de la Iglesia era perseguida. Desde el siglo XII se inicia un proceso de conocimiento fuera de la cadena de la creencia religiosa que se iría desarrollando en los posteriores siglos hasta desembocar en el XIV-XV con el Renacimiento y el nacimiento de la época moderna, la ciencia y el conocimiento en general se va independizando de la creencia religiosa. Pero en la época de la construcción de la Catedral de Notre Dame de París, 1163 -1345, todavía el saber en secreto tenía que ser.

A pesar de mi intensa curiosidad juvenil y de leer todo lo que se sabía sobre las gárgolas no pude descifrar nada. Pero mi pasión por la Catedral, por ese lugar tan especial, que al ingresar en ella, sentía todo el peso de la inmensidad. Al poco tiempo de estar en ella te inundaba una paz, un sentido de tranquilidad, seas creyente o no, era el edificio, ese que se está quemando ahora, ante mis ojos atónitos, el que te arropaba con ese estado especial de quietud.

Alzar los ojos hacia arriba, que tardaba muchos segundos para llegar desde tu posición hasta techo te producía un escalofrío, disminuía tu figura al tamaño de una hormiga ante la grandiosidad del espacio, iluminado por la claridad provenida desde afuera a través de los vitrales. Esas piedras duras moldeadas por las manos del hombre, por la grandiosidad del hombre en el dominio de la naturaleza, dedicada a la Madre de Dios, que en esencia también pudiera ser a la Diosa de la belleza de la Paz.

Construcción hecha para durar siglos como testimonio del hombre por la tierra. Ni la barbarie Nazi pudo destruir y fueron las primeras campanas que sonaran a la hora de la liberación de París, en 1945. Hablar de la Catedral de París denominada Nuestra Señora, referida a la madre de Jesús, es hablar del corazón de Francia. Ubicada en Île de la Citè, una pequeña isla del Río Sena, que divide en dos a la ciudad, sitio fundante de la ciudad de París, donde 250 años antes de Cristo era habitada por la tribu tribu gala llamada los parisii y de hecho en la época medieval estuvieron ubicados los dos edificios más importantes del poder, el palacio del Rey y la Catedral de la Iglesia Católica.

Hoy en día, la Citè es el centro de París y la Notre Dame su corazón, monumento simbólico de los franceses y tesoro de la Humanidad. El incendio es una verdadera tragedia. Es la destrucción de uno de los monumentos más importantes que el hombre aportó a su mundo, la tierra. Aun cuando se reconstruya, ya no va ser la misma, la esencia estará perdida, solo pudiera resguardarse una imagen, si bien postiza, pudiera dar señales de lo que fue. El Arte vive una verdadera tragedia y la humanidad en algo se disminuye con ella.

VÍCTOR JACINTO FLECHA

Nació en Asunción del Paraguay el 11 de setiembre de 1943. Poeta, sociólogo, investigador y además de reconocido intelectual respetado dentro y fuera del país. Ha producido importantes obras poética, de ficción y también numerosos ensayos y trabajos de investigación, tanto individuales como para universidades, ONGs y otras instituciones. Del Paraguay y de diversos países de América y Europa. Es difícil sintetizar en breve espacio su currículum y su importante obra.

Entre ellas, se destacan: Poemas de la Cárcel (Ed. La Chicharra). Asu,1966. Ediciones La Chicharra, LLOVIZNA ARDIDA (poemas), Ed. Olmeca, México, 1982; EL ESTADO OLIGÁRQUICO PARAGUAYO (1870-1936), FLACSO, México, 1983; LES POETES LATINO-AMERICAINS DEVANT LA GUERRE CIVILE D’ESPAGNE (coautor), Ed. L’Harmattan, París, 1986; DÉFICIT DE HEGEMONÍA Y AUTORITARISMO MILITAR EN EL PARAGUAY CONTEMPORÁNEO (1937-1947). EL EMPATE CATASTRÓFICO. BASE I.S., Asunción, 1990; MÁS ACÁ DE LA UTOPÍA BURGUESA: CONSECUENCIAS SOCIALES DE LA GUERRA DEL CHACO, BASE I.S., Asunción, 1990; HISTORIA DE UNA AUSENCIA. NOTAS ACERCA DE LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN EL PARAGUAY, BASE I.S., Asunción, 1991;AUTORITARISMO, TRANSICIÓN Y CONSTITUCIÓN. HACIA UNA SOCIOLOGÍA DEL PODER, BASE ECTA, Asunción, 1993; HISTORIA DE LA TRANSICIÓN PARAGUAYA, en 20 fascículos (Última Hora y en la ENCICLOPEDIA DEL PARAGUAY, Barcelona, 2000, 2 volúmenes; 2001, ODISEA DE LA JUVENTUD PARAGUAYA. Breve historia del Paraguay (1811-2011) .“A treinta años del golpe, autoritarismo y democracia en el Paraguay”, en coautoría con Carlos Martini. En el 2019, como un aporte al 30 aniversario de la apertura democrática en el país desde, el golpe del 2 y 3 de febrero del 89 y la transición hasta 1993.

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