En el fútbol cuando no se convierte se paga caro. Así fue la derrota de Cerro Porteño, que monopolizó la tenencia de la pelota en gran parte del partido, pero careció de la inventiva para romper la férrea marca defensiva de Trinidense. Además, se sumó el error feo del capitán Roberto Fernán­dez, quien en tiempo adi­cional tuvo una acción de infortunio cuando se filtró el balón entre sus manos para que se introduzca en su arco para consumarse un duro golpe al Ciclón.

Solo al comienzo del partido y al final, el equipo de José Arrúa acercó peligro al arco del Gatito, luego fue todo del Azulgrana. El frontón defensivo de local en el esta­dio Villa Alegre fue imposi­ble vulnerar. Se plantó bien para frenar las intenciones de Cecilio por izquierda y de Iturbe por derecha, con la asistencia de Carrizo y Viera, quienes se mostra­ron muy activos, pero sin la inventiva y precisión para llevar peligro al arco del portero Samudio, quien no tuvo mucho trabajo, salvó el tiro libre bien ejecutado por Iturbe. El Ciclón buscó y generó una jugada colectiva que dejó a Alan Benítez para convertir, pero la ejecución fue deficiente y el periodo uno quedó en blanco.

En el complementó se vio la misma película, con abso­luto control del elenco de Diego Martínez, que inclusive buscó romper la resis­tencia del rival jugando con dos centrodelanteros, pero nada se pudo. El golpe ines­perado llegó en tiempo adi­cional, cuando de contra, Nelson Gauto desde fuera del área remató y en forma increíble la pelota se filtró entre las manos del Gatito, para desatar la indignación de los más de 10.000 hin­chas cerristas presentes en el estadio de Encarnación.

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