En un partido histórico (se jugó por primera vez un encuentro internacional en el Arsenio Erico) Nacional y Alianza Lima en un polémico final con un penal de VAR más que dudoso empataron 1-1. Esa pena máxima le permitió al cuadro peruano igualar ya en el añadido en el partido de ida de la Fase 1 de la Copa Libertadores.
Hasta ese final inesperado, el equipo de Pedro Sarabia había aguantado con pie firme el marcador a su favor, porque estuvo prácticamente a merced del cuadro peruano, que en el balance general estuvo mejor, aunque fue la Academia el que marcó el tanto tempranero cuando los jugadores apenas se acomodaban en la cancha.
El gol llegó de un contragolpe letal gracias a los dos velocistas que tiene el Tricolor. Despeje defensivo para la corrida de Gaona Lugo, que trasladó más de cuarenta metros el balón, ganó el fondo y habilitó por el otro sector al no menos veloz Gustavo Caballero que, atropellando y de zurda, definió cruzado ante el arquero Vizcarra.
El comienzo fue el ideal para Nacional que, sin embargo, muy pronto se dejó ganar por el mayor volumen de juego de su rival.
La transición rápida de defensa a ataque de los peruanos fue una constante a lo largo del partido, pero a los muchachos del Pipo Gorosito les faltó contundencia. En contrapartida, la Academia intentó ensayar otros contragolpes, pero no dieron sus frutos.
Ese predominio peruano se agudizó en el segundo tiempo y entre la defensa y el Kili Rojas, Nacional salvó su arco en al menos cuatro jugadas, hasta que se llegó a esa polémica jugada que nadie advirtió. El VAR sí lo hizo y el árbitro le dio la razón en una supuesta mano de Monteagudo, que estaba de espaldas ante un golpe de cabeza de Hernán Barcos. El propio delantero argentino ejecutó la pena máxima, no perdonó ante Rojas y decretó el empate.
En Nacional quedó el sabor amargo y de cierta injusticia por lo ocurrido, pero la realidad indica que ahora deberá ir a buscar en Lima su clasificación a la otra ronda.