- POR MARTÍN VILLAGRA
- Periodista
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Era el último superclásico para encaminar definitivamente hacia el título a Olimpia, última chance de Cerro Porteño de meterse en la pelea por el premio mayor.
Pocos imaginaban que sería tan fácil. Explotó de júbilo el Defensores del Chaco con un público de Olimpia desbordado de felicidad, ya que su equipo tuvo una gran demostración de contundencia, se dio un festín y castigó duro a un pobre Cerro Porteño, que no se enteró que estaba jugando un partido clave.
El Decano golpeó pronto. A los seis minutos ganaba 2-0, al final del primer tiempo gozaba arriba 3-0 con alta moral para ir rumbo al título de campeón 47 de su historia.
A los tres minutos, el delantero Erik López marcó el primer tanto con un derechazo esquinado, aprovechando el mal rechazo del volante azulgrana Robert Piris da Motta. La jugada se inició con una larga pelota metida por el lateral César Olmedo para Hugo Benítez, quien cedió pase y la peleó después Rodney Redes.
Apenas tres minutos después, Richard Ortiz se mandó otro golazo con su sello personal, de media chilena, ganando en el área la habilitación de cabeza de su compañero Manuel Capasso, quien ganó en el área rival por arriba.
Cerro estuvo atontado, sin ninguna reacción. Tardó en presentarse en la cancha y tímidamente comenzó a tener la pelota, pero sin dañar. Algunos chispazos con un par de corridas de Gabriel Aguayo no prosperaron. Federico Carrizo trató de organizar el juego en medio del desorden.
Jugando a placer, Olimpia facturó el tercero, lapidario y definitivo. Tremendo cabezazo del defensor central Manuel Capasso, lanzado al ataque para aprovechar un gran centro del ofensivo Rodney Redes. Para ir al descanso y tener a mano todo para el arranque del segundo tiempo.
El último periodo fue de trámite, nunca hubo la más mínima posibilidad para que la historia cambie. Olimpia se plantó, esperó a Cerro y dispuso de varios contragolpes que pudieron terminar en el cuarto gol ante un rival al que le salió todo al revés.
Un remate del lateral Alan Núñez tapado por el arquero Gastón Olveira fue lo más importante que generó un Cerro Porteño, sin alma y rebeldía. Olimpia fue todo lo contrario. El ganador del superclásico presionó, mordió la cancha, fue punzante, contundente. El Decano castigó duro a su rival de todos los tiempos, puso punto final con una soberana goleada a la seguidilla de siete empates. Para sentirse a pasos del título de campeón, a falta de cinco jornadas para el final.