• POR JUAN VICENTE DUARTE
  • Periodista – Nación Media

Muchas veces los arqueros son deter­minantes para sos­tener un resultado. Y en este caso, si Luqueño salió vivo de Pedro Juan Caballero fue porque tuvo su santo aparte. Ese fue Alfredo Aguilar. El arquero, que estuvo ausente en la semana de Copa por un pro­blema muscular, reapareció para salvar –literalmente– de la derrota a Sportivo Luqueño ante el 2 de Mayo.

El Auriazul sufrió el des­gaste hecho ante Racing en la semana y aunque presentó varias modificaciones, sufrió físicamente en la terraza del país, por lo que aguantó heroi­camente el cierre del partido.

Tras un inicio impetuoso, se fue quedando a merced de los locales, hasta el punto de res­guardarse en su campo ante la arremetida desde todos los flancos del cuadro local.

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Luqueño tuvo la vuelta de Jorge Benítez. El Conejo fue el único que puso en aprie­tos a la defensa pedrojua­nina, pero luego de los golpes recibidos, se tuvo que ir sen­tido en el cuarto de hora del segundo tiempo, por lo que el dominio local se hizo más evi­dente. Los cambios de Julio Cáceres equilibraron en algo el partido, pero el 2 de Mayo no cesó en su insistencia de llegar al gol, pero una y otra vez tropezó con la figura de Aguilar, que sacó, por lo bajo, unas seis pelotas que iban des­tino a la red.

A la hora del balance final, el que festeja el resultado es Luqueño, porque no lo pasó bien en el trámite del partido, ante un rival que quiso, lo buscó de todas las formas pero que se encontró con un mura­llón que le impidió sumar los tres puntos en casa.

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