Por ahora, Tacuary dejó la zona roja de descenso directo de categoría tras vencer por 1-0 a Resistencia, en un partido clave y directo, que cerró la séptima fecha del torneo Clausura. Tacuary vuelve a jugar el próximo sábado frente al Sportivo Trinidense (17:00).
El entrenador Iván Almeida valoró el resultado y alabó la tarea que le cupo a sus jugadores, pero también lanzó una dura crítica contra la dirigencia de los clubes del fútbol, por la inestabilidad que afecta a los técnicos paraguayos a diferencia de los extranjeros.
“El pecado de muchos técnicos paraguayos en nuestro país es ser paraguayos. Me parece, que si nosotros queremos hacer crecer nuestro fútbol, tenemos que valorar lo que tenemos en casa”, lamentó en conferencia de prensa.
Agregó más, al decir que “yo no tengo nada contra los extranjeros, soy hijo de un extranjero, que vino a brillar a nuestro fútbol (Éver Hugo Almeida). Diego (Gavilán) está en Cerro Porteño y después de cuatro partidos lo quieren sacar. Antes estuvo alguien, que perdió ocho partidos, dos por goleada y seguía ahí”.
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Crítica: “The Shadow”, la invasión rusa de Estonia hace 100 años
Por David Sánchez, desde Tallin (Estonia), X: @tegustamuchoelc (*).
Compitiendo en sección oficial del Black Nights Film Festival de Tallin, Estonia (PÖFF), el film estonio “The Shadow” (Vari), dirigida por Jaak Kilmi, nos transporta a 1894, una época oscura para Estonia bajo el dominio ruso. La película sigue la lucha del poeta Juhan Liiv, interpretado de forma intensa por Pääru Oja, quien expresa a través de su poesía el sueño de libertad para su patria, un acto que le cuesta ser encarcelado en un hospital psiquiátrico.
La narrativa es visualmente cautivadora gracias a los encuadres meticulosamente diseñados y a una paleta de colores ocres que reflejan la dureza de la tierra y las condiciones opresivas de la época. Los primeros planos son una herramienta poderosa que permiten al espectador conectarse con las emociones de los personajes, especialmente con los ojos del protagonista, donde se percibe constantemente preocupación y tensión. Sin embargo, esta misma perfección visual puede resultar monótona en ciertos momentos, lo que ralentiza el ritmo de la historia.
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La representación de los rusos como villanos despiadados es contundente y refleja el contexto histórico, pero también resuena con las tensiones actuales, ofreciendo una reflexión sobre cómo algunas percepciones permanecen inalteradas con el tiempo. En este sentido, la película no solo explora el pasado de Estonia, sino también sus ecos en el presente.
Aunque la atmósfera es constantemente sombría, el final ofrece un atisbo de esperanza para quienes sueñan con la libertad, destacando el valor de luchar por ella incluso en las circunstancias más adversas. “The Shadow” es un thriller que destaca por su impecable realización visual y su enfoque introspectivo, aunque su intensidad constante puede agotar en ocasiones. Un relato que honra a quienes han alzado su voz contra la opresión, aun cuando el costo personal sea inmenso.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Crítica: “Tyre”, film indio en el PÖFF de Tallin
Por David Sánchez, desde Tallin (Estonia), X: @tegustamuchoelc (*).
La película india presentada en la competición del Festival de Cine PÖFF en Tallin, titulada “Pyre”, es un ejemplo excepcional de cómo el cine puede transformar emociones en arte visual. Bajo la dirección y guion de Vinod Kapri, esta obra captura la belleza de los paisajes del Himalaya, y los matices emocionales de una pareja anciana enfrentando el vacío de la soledad.
Una poesía visual en movimiento
Lo primero que destaca es la maestría técnica con la que está filmada. El uso de travellings continuos que conectan escenas con una fluidez milimétrica genera una atmósfera mágica. Un ejemplo sublime ocurre cuando vemos un coche en primer plano y al fondo, al otro lado del río, unos chicos, acto seguido la cámara está al otro lado del río, detrás del grupo de jóvenes de la orilla opuesta y al fondo vemos el vehículo pasar. Este recurso crea una conexión espacial y temporal que sumerge al espectador en la narrativa. Cada imagen parece un cuadro cuidadosamente pintado, y la nitidez de la cámara en escenas de poca luz, como aquellas iluminadas solo por una fogata, resulta espectacular. Es evidente el esfuerzo y la atención al detalle del director en cada fotograma.
El contexto natural no es solo un telón de fondo, sino un personaje en sí mismo. Las montañas del Himalaya, imponentes y solitarias, reflejan el aislamiento emocional de Padam Singh y Tulsi. Los ángulos de cámara, muchas veces desde perspectivas poco convencionales, transmiten una sensación de pequeñez frente a la inmensidad del entorno, intensificando el impacto de la narrativa.
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Actuaciones naturales y dirección magistral
La elección de actores naturales aporta una autenticidad desgarradora. Padam Singh y Heera Devi no solo encarnan a sus personajes, sino que los viven con una sutileza que desarma. Las emociones fluyen con una honestidad palpable, desde la esperanza ingenua de volver a ver a su hijo hasta el desamparo final. Este nivel de interpretación no sería posible sin una dirección de actores brillante. Vinod Kapri logra extraer matices emocionales profundos de sus protagonistas, construyendo una conexión íntima entre ellos y el espectador.
Un retrato de la pérdida y la esperanza
La historia, aunque sencilla, está cargada de simbolismo y emoción. La decisión de la pareja de vivir aislada en el bosque representa un acto de resistencia frente al avance de la urbanización, un deseo de preservar una forma de vida que se desvanece. Sin embargo, esta elección también trae consigo dolor: el abandono por parte de su hijo, que partió hacia Bombay y nunca regresó, encapsula la desconexión generacional y los sacrificios inherentes a los principios. La llegada de una carta que promete su regreso ofrece un destello de esperanza, pero este se disipa en una resolución devastadora que deja al espectador con el corazón roto.
“Pyre” es un poema visual y emocional que trasciende la pantalla. Sus paisajes hipnóticos, la dirección impecable y la profundidad de su narrativa la convierten en una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una meditación sobre el amor, la pérdida y la inexorable marcha del tiempo, un recordatorio de la belleza y la fragilidad de la existencia humana. Bravo por Vinod Kapri y su equipo por ofrecernos esta maravilla de cine.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Crítica: “Flow”, el gato que habla de la inmigración
Por David Sánchez, desde Tallin (Estonia), X: @tegustamuchoelc (*).
Compitiendo en la sección Baltic Film Competition del Festival PÖFF de Tallin, el film “Flow”, dirigido por el talentoso cineasta letón Gints Zilbalodis, es una obra animada que atrapa desde el primer momento, incluso con sus limitaciones técnicas. En esta película, un gato negro de ojos amarillos, ordinario pero lleno de carisma, se embarca en una aventura épica en un mundo postapocalíptico dominado únicamente por animales. La historia, contada sin palabras, transmite con fuerza emociones y mensajes universales a través de los gestos, las acciones y la interacción entre las especies.
El diseño visual de “Flow” tiene puntos altos y bajos. Si bien el pelaje de los animales está notoriamente poco trabajado, lo que podría parecer una limitación técnica, esto parece deliberado, permitiendo que el enfoque se centre en otros aspectos como el carácter de los personajes u otros aspectos visuales deslumbrantes, como los reflejos del agua, el movimiento de las hojas y las texturas de los paisajes. Estos elementos están logrados con un nivel de detalle que roza lo hipnótico, haciendo de la experiencia visual una verdadera delicia.
La narrativa sigue al gato protagonista en su travesía para ayudarse a sí mismo, pero a la vez a un grupo diverso de animales a escapar de las secuelas de una gran inundación. La unión entre los animales y su lucha colectiva para enfrentar un desafío mayor da lugar a múltiples reflexiones. Cada especie tiene su personalidad inherente, pero el director logra transmitir también la individualidad de cada personaje, algo poco común en películas animadas. Desde lémures ingenuos, capibaras perezosos, hasta una majestuosa ave y un perro labrador confiable, los animales reflejan emociones y comportamientos que conectan con el espectador de manera profunda.
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La película plantea grandes cuestiones a través de su trama aparentemente sencilla. El tema del cambio climático subyace a la historia, pero no desde un enfoque dogmático, sino como algo natural, inevitable. “Flow” aborda la idea de adaptarse al entorno en lugar de intentar controlarlo, como sugiere el título. El mensaje de “fluir con la corriente” se convierte en una metáfora poderosa sobre cómo enfrentar los retos de la vida, ya sea en un bote improvisado o escalando edificios en busca de refugio.
En términos narrativos, Zilbalodis estructura la película como una serie de etapas o pruebas que el gato debe superar, evocando una sensación de odisea. Estas aventuras están impregnadas de dilemas morales, como la decisión de salvar a un grupo de perros hambrientos que podrían poner en peligro la supervivencia del grupo principal. Este momento, entre otros, establece paralelismos con debates sociales actuales, como la inmigración y la gestión de recursos, elevando la película más allá de una simple fábula animada.
La música, compuesta por el propio Zilbalodis junto con Rihards Zaļupe, juega un papel crucial en la atmósfera de la película. Aunque “Flow” es una obra muda, la banda sonora suple con creces la ausencia de diálogos, guiando al espectador a través de las emociones y las tensiones de cada escena. La música no solo acompaña la acción, sino que refuerza el carácter casi místico del mundo que habitan los personajes.
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Aunque “Flow” no oculta ciertas limitaciones técnicas y su ritmo pausado podría no ser del gusto de todos, logra cautivar con su estilo distintivo y su capacidad para comunicar ideas profundas a través de una simplicidad aparente. Es una película que demuestra que la animación, como bien señala Guillermo del Toro, no es un género sino una técnica con posibilidades infinitas, capaz de explorar temas tan complejos como la colaboración, la supervivencia y la compasión.
La obra de Zilbalodis no solo destaca en Tallin, sino que también ha ganado más reconocimiento internacional, compitiendo en festivales como Annecy o Cannes, y obteniendo una nominación para los Premios del Cine Europeo (donde ganó) así como candidata para los Globos de Oro. “Flow” se ha convertido en la película de animación del año, para desgracia de “Robot salvaje”, y es un recordatorio de que las grandes historias pueden contarse desde la animación, y que incluso los recursos limitados pueden dar lugar a un cine profundamente significativo.
En definitiva, “Flow” es una experiencia visual y emocional única, que reflexiona sobre nuestra relación con la naturaleza, la adaptación y la convivencia. Una película que demuestra que, a veces, la simplicidad bien ejecutada puede ser extraordinariamente poderosa.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Crítica: “Deaf Lovers”, amor entre Ucrania y Rusia
Por David Sánchez, desde Tallin (Estonia), X: @tegustamuchoelc (*).
Estreno mundial en el festival de Black Nights Film Festival PÖFF de Tallin (Estonia) del film “Deaf Lovers”, dirigida por el ruso Boris Guts, una obra que se queda rozando la obra maestra, ya desde el título, elegido con inteligencia, podría confundirse con “Dead Lovers”, los amantes muertos en vez de sordos. El film destaca por su propuesta única y su capacidad de comunicar emociones profundas a través del silencio.
Desde su inicio, la película establece un lenguaje visual y sonoro cautivador, que se aleja de las narrativas tradicionales para sumergirnos en la vida de dos jóvenes sordomudos en Estambul. La elección de Turquía no es casual, siendo el país donde se llevaron las conversaciones de paz de la guerra de Ucrania en marzo del 2022. En el film se ve que lo que podría haberse convertido en una historia simple de amor, se transforma en un relato cargado de simbolismo, intriga y resentimientos políticos, gracias a un guion que mezcla hábilmente la cotidianidad de los protagonistas con los ecos de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El diseño visual juega un papel fundamental en la narrativa. La protagonista, con su cabello azul, camiseta amarilla y falda roja, no solo llama la atención por sus colores vibrantes, sino que alude directamente a la bandera ucraniana, más aún cuando lleva la maleta amarilla que se mezcla con el pelo de rastas azules. Este detalle aparentemente sencillo se convierte en un recurso constante que conecta lo personal con lo político, recordando que incluso los gestos más cotidianos pueden cargar un profundo simbolismo. La cámara de Guts captura momentos de una espontaneidad casi documental, como el susto de un gato cuando abren una botella o distraerse con otro gato cuando los protagonistas deberían mirarse fijamente sin distracciones. Siempre los gatos, que obsesión con los gatos en el film, como si la actitud felina fuera lo que los protagonistas necesitan para sobrevivir en la guerra de la vida, así como en la guerra que se lleva en sus países. Estos detalles, imposibles de planificar al 100 %, refuerzan la autenticidad del filme.
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La música sustituye al sonido ambiental y los diálogos, elevando la experiencia sensorial. Compuesta por Teo Tao e Ilia Maslennikov, la banda sonora no solo acompaña, sino que amplifica la trama. En ausencia de palabras, la música se convierte en el hilo conductor de las emociones de los personajes, creando un puente entre su mundo y el nuestro. Sin embargo, hay momentos en que el silencio se rompe, como cuando las noticias sobre la guerra se oyen en un televisor, introduciendo una realidad inescapable que afecta a los protagonistas de maneras diferentes. Este uso selectivo del sonido subraya cómo la guerra, aunque lejana, siempre encuentra formas de irrumpir en lo personal.
La relación entre los dos personajes principales está marcada por una ambigüedad constante. Ambos comparten una conexión inmediata, pero sus orígenes, ella ucraniana y él ruso, introducen tensiones subyacentes que reflejan las divisiones políticas entre sus países. La película es muy inteligente al plantear un juego de desconfianza mutua, donde la discapacidad auditiva y el contexto bélico se entrelazan de manera simbólica. Él le roba dinero, ella oculta si realmente puede escuchar, y este tira y afloja encapsula las dificultades de confianza no solo entre personas, sino entre naciones. En este sentido, la película desafía la noción romántica de que el amor lo conquista todo, sugiriendo que incluso las emociones más puras pueden verse ensombrecidas por los conflictos externos.
La maleta amarilla que los protagonistas cargan a lo largo de la película es otro símbolo clave. Este objeto, que parece insignificante al principio, adquiere peso metafórico en el clímax. Cuando la protagonista sube interminables escaleras cargando la maleta, el esfuerzo físico que realiza se convierte en una alegoría del sacrificio y la resistencia de Ucrania en el contexto de la guerra. Justo antes el protagonista ruso ha utilizado su fuerza para ponerse por encima de ella, de forma literal, como ocurre en la guerra, dejando al espectador con la sencilla pero dura línea de unión entre ambas paradojas.
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A pesar de su trasfondo político, la película también tiene momentos de ligereza y humor. Las interacciones casuales entre los protagonistas, como cuando ella simula caerse de una silla o le derrama agua a él en la cabeza, aportan una frescura que contrasta con la carga simbólica de la historia. Estos momentos parecen improvisados, lo que sugiere que los actores recibieron libertad creativa para explorar sus personajes de manera natural, lo cual añade autenticidad a la narrativa.
El filme también ofrece una reflexión profunda sobre la ignorancia y la felicidad. En un mundo donde la guerra es omnipresente, la película parece sugerir que la falta de conocimiento sobre el otro puede ser una fuente de tranquilidad. Al no poder o querer hablar o escuchar sobre los conflictos que los rodean, los protagonistas encuentran una especie de oasis temporal en su relación. Sin embargo, este mensaje está lejos de ser optimista, ya que la realidad de la guerra finalmente irrumpe, dejando claro que el silencio no puede durar para siempre.
Con una duración concisa de 80 minutos, “Deaf Lovers” es una película que evita los excesos narrativos y respeta el tiempo del espectador, algo especialmente valioso en una época donde muchas producciones se extienden innecesariamente. El resultado es una obra compacta, intensa y profundamente impactante, que aborda temas universales como el amor, la guerra, la desconfianza, lo opresión del más débil, sin sacrificar la humanidad de sus personajes. Es, sin duda, una de las películas más significativas y originales sobre el impacto del conflicto en las relaciones personales en años recientes.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.