Gane o no la Copa Sudamericana, el brasileño Red Bull Bragantino habrá logrado en tres años lo que ha sido esquivo por décadas para equipos de tradición gracias a una fórmula que mezcla inversión, juventud y fútbol propositivo.
El once de Bragança Paulista, una localidad de 172.000 habitantes situada a unos 90 km de San Pablo, puede proclamarse campeón mañana ante Athletico Paranaense, en Montevideo, en su primera participación en ese torneo internacional.
El escenario se vislumbraba inimaginable para un elenco surgido en el 2019 de la fusión del tradicional Bragantino, que disputaba la serie B desde 1999, y el Red Bull Brasil, por fuera de las cuatro categorías nacionales.
“Las cosas se aceleraron más de lo previsto. Sería arrogancia, prepotencia, decir que el plan era ese, porque no es racional, no es lógico todo lo que está pasando”, dijo Thiago Scuro, director ejecutivo del club, al programa Dividida del portal UOL.
La firma de bebidas austríaca acordó en marzo del 2019 la unión de los dos clubes, como parte de su proyecto futbolístico global que incluye clubes como Leipzig (Alemania), Salzburgo (Austria) y New York (EEUU).
Red Bull invirtió 45 millones de reales (11,5 millones de dólares, al cambio promedio de ese año) para formar un equipo que ganó sin apuros la segunda división en el 2019. Y entonces, con el ascenso, la bola de nieve empezó a engordarse. Terminaron en la décima posición en el Brasileirão del 2020, clasificándose a la Sudamericana 2021, y esta temporada rondan el top-5, que da pase a la Libertadores 2022.
HOJA DE RUTA
El crecimiento “es resultado de lo que es el fútbol brasileño, de la calidad de los jugadores, de cuando se establece un camino, se crea y organiza una idea”, afirma Scuro. Con base en la experiencia acumulada con sus otros clubes, cada uno con gestión independiente pero con constante intercambio de conocimiento e información, Red Bull fijó una hoja de ruta para cumplir una meta de medio plazo muy ambiciosa: pelearle a los grandes de Brasil.