• POR LUIS IRALA 

El viejo Olimpia venía cumpliendo una campaña excepcional en la Copa del 79. Había ganado brillantemente el grupo 2 superando a los equipos bolivianos de Bolívar y Jorge Wilstermann y a Sol de América, el vice paraguayo.

Así el Franjeado ingresó a la llave B de las semifinales, junto al equipo brasileño de Guaraní de Campinas y el Palestino chileno. En aquella época de la Libertadores la fase preliminar se constituía de cinco grupos y el ganador de cada uno de ellos clasificaba a las semifinales, que se dividía en dos llaves de tres conjuntos y en donde se unía el campeón del año anterior. El grupo A estaba compuesto por el Independiente argentino, Peñarol de Montevideo y Boca Juniors, el monarca de 1978.

En la inauguración de aquella fase semifinal, Palestino y Guaraní habían empatado, 0-0, en Santiago y luego el Decano derrotó a Guaraní, por 2-1, en el estadio Defensores del Chaco. Aquel triunfo frente a Palestino dejó al cuadro franjeado con un pie y medio en la final, teniendo en cuenta que, en la siguiente ronda y de local, solo necesitaba de otra victoria frente a los chilenos para acceder a la definición del torneo.

La victoria decana en Chile se cimentó en los dos goles del capitán Hugo Talavera y en la atajada cumbre del arquero Éver Almeida, quien detuvo un penal a Jorge Zelada, cuando el partido ya estaba 2-0, impidiendo cualquier indicio de reacción del local.

En la revancha contra los trasandinos, en Asunción, Olimpia ganaría 3-0 y de esa manera, por segunda vez, inscribía su nombre en una final copera. En la primera, en 1960, había perdido ante el Peñarol uruguayo y en aquel 79 la Copa ya no se le iba a escapar.

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