Esta vez no hubo lugar para el suspenso, la duda ni el bicam­peonato. Libertad fue amo y señor de la final de la Copa Paraguay y gracias al “Demo­nio” Bareiro y “Maravilla” Martínez, quienes hicieron honor a sus respectivos apo­dos, se quedó con el trofeo nada más y nada menos que ante su tradicional rival.

Guaraní quedó expuesto y muy lejos de defender el título conseguido el año pasado, ya que fue superado durante todo el primer tiempo y cuando intentó despertar, volvió a recibir el golpe de Martínez. Luego fue para el frente, pero ya fue tarde. Un grosero error en la defensa “regaló” el tercero a Bareiro, quien independientemente a la manera en la que consiguió el gol, a esa altura del partido ya lo merecía largamente.

El equipo de Chamot basó su superioridad en los des­bordes del “Demonio”. Todos los ataques gumarelos se ges­taron sobre la derecha. Por su parte, el Aborigen nunca estuvo cómodo en el campo. Por momentos intentó con la pelota a ras del césped, pero cuando se dio cuenta de que era complicado, intentó por arriba, pero la soledad de José Ortigoza facilitó el tra­bajo de Da Silva y Viera, los centrales gumarelos.

Los minutos finales fueron de Guaraní buscando el gol de honor y Libertad des­perdiciando contragolpes aguardando solo el silba­tazo final.

El Gumarelo inscribe su nombre entre los campeo­nes de la Copa Paraguay; galería que por ahora solo la comparte con el Abori­gen, que buscaba el bicam­peonato invicto así como 112 años atrás, pero esta vez no pudo ser.

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