Cuando Olimpia tiene a Néstor Camacho encendido, es muy peligroso; mucho más de lo que usualmente es con su estilo de juego caracte­rístico. Ayer le tocó sufrir a Godoy Cruz. Así como cinco días atrás en Lima, el Fran­jeado volvió a vivir una tran­quila jornada de Copa Liber­tadores y consiguió el grito esperado, en casa, el que debió haberse dado ante Universidad de Concepción, pero se postergó hasta ayer. Pese al dominio claro que tuvo Olimpia, se dejó estar en el segundo tiempo, donde pudo haber extendido la dis­tancia y permitió que el visi­tante pueda anotar un gol.

Pese a la línea de cinco puesta por Bernardi en el fondo, el Franjeado encon­tró la forma de crear peligro: Ale Silva recibía constante­mente a espalda de los volan­tes centrales y obligaba a uno de los zagueros a salir a cor­tar y desbarataba la muralla.

Roque, Tabaré, Ale Silva y hasta Rodrigo Rojas tuvie­ron la chance de convertir durante el primer tiempo, en el que Olimpia levantó el acelerador tras el primer gol. Pero fue el propio Camacho el que marcó el segundo.

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Por su propia voluntad, el Decano no goleó en la com­plementaria. Manejó el balón, pero sin la necesidad de buscar constantemente el arco rival. Tuvo sus chances, pero no las aprovechó. Ya en tiempo de reposición, llegó el descuento de los argentinos.

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