Saturnino Arrúa es el máximo ídolo de Cerro Porteño de todos los tiempos. Aquel diez talentoso que comandaba el fútbol y marcaba goles. Ese capitán de equipo en la década del 70 cuando surgió la denominación del “Ciclón Arrasa”. Vivió seis años bajo la gradería de la cancha de Cerro. Vino de Itá a los 14 años y triunfó en el fútbol profesional.
Sobre un clásico que no olvida, dijo: “indiscutiblemente es aquel del año 72. Llegamos igualados en 32 puntos con Olimpia. El que ganaba era campeón. Tuvimos la suerte de hacer un buen partido a un gran equipo del Olimpia de aquella época. Ganamos 3-1, nos consagramos campeones con la presidencia de Blas N. Riquelme (ya fallecido)”.
Añadió que “a los 5 minutos ya hice el primer gol. El segundo fue de Pedro Alcides Bareiro, en el primer tiempo, a los 30 minutos. Mario Ricardo Verón marcó el tercero a los 15 minutos del segundo. Estábamos ganando 3-0. A los 40 minutos, nos hicieron un gol de tiro libre y el partido terminó 3-1. Ese fue un partido inolvidable, porque el clásico siempre fue un partido especial”.
Recordó que “dos semanas antes ya se comentaba que llegaba el clásico. Era una motivación especial para toda la afición cerrista y olimpista, ni qué decir para los jugadores”.
“Nino” es consciente que los tiempos cambiaron. “El presupuesto que tienen los clubes ahora es mucho más alto por los espónsores. En nuestra época, los jugadores se formaban en la institución. Yo viví 6 años debajo de la gradería de Cerro cuando salí de mi pueblo de Itá, a los 14 años. Primero era el cariño y el amor que teníamos por la casaca. No mirábamos el dinero que uno iba a cobrar. Ahora se mira más eso. Procuraba no defraudar ese cariño que recibía de la afición cerrista”.