Para un equipo como Olimpia, que practica un fútbol rápido, de toques y generación de espa­cios para golpear, abrir el mar­cador antes de los 5 minutos es una de las mejores cosas que le puede pasar, ya que eso significa más espacios y más tranquilidad en el manejo del juego. Pero no todo fue color de rosa para el Decano tras el tanto de Richard Ortiz, cuando apenas iban tres minutos del primer tiempo.

La ausencia de Sergio Otál­varo es algo que le duele y mucho a Olimpia, porque es una parte demasiada impor­tante en la construcción del juego. Rolón cubrió esa posi­ción, pero por más que lo intentó, ni cerca estuvo de ser la pieza que es Otálvaro en el equipo; entonces, al no encon­trar un cómplice ideal en ese sector, el rendimiento de Ale Silva también se vio diezmado.

Orteman dispuso un 4-3-3, compacto cuando le tocaba defender y explotando los cos­tados cuando le tocaba atacar. Y si bien es cierto que el domi­nio fue exclusivo de Olimpia, cuando San Lorenzo lograba mover la pelota conseguía lle­gar con cierto peligro.

Y fueron los últimos 20 minu­tos del primer tiempo y los primeros 15 del segundo, los mejores para el Rayadito. Obligó a cometer errores al rival y hasta desperdició un par de oportunidades claras.

Pero en su propio arco, San Lorenzo sufría. La sucesión de toques del Decano para llegar hasta el arco de Quiñó­nez parecían interminables y los goles desperdiciados eran increíbles.

Hasta que Tabaré Viudez, ya cerca del final, encon­tró el espacio para rematar y puso la pelota en una esquina para darle al Decano una victoria inob­jetable, por su dominio, pero ajustada, por una gran propuesta del rival que por momentos lo complicó.

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