- POR ÓSCAR GÓMEZ
- Periodista
- oscargomez@lanacion.com.py
La importancia que hoy tiene Roque Santa Cruz en el plantel franjeado es indescriptible. Ayer cuando el equipo estaba incómodo dentro del campo de juego porque no encontraba claridad, era obligado a saltar líneas y caía en imprecisiones, estuvo él para mostrar el camino y abrir el marcador que tranquilice desde el juego.
Olimpia no tuvo la claridad de otros partidos porque el equipo de Azconzábal ejercía una presión muy alta, que comprimía el tiempo de Olimpia para pensar y generar las jugadas. Entonces, los envíos largos de Patiño, Arias y Ortiz, metido entre los centrales, fueron una constante.
En contrapartida, pese a que el Aborigen hacía un buen trabajo de presión, cuando recuperaba la pelota estaba lejos de ser realmente punzante y poder llevar serio peligro al arco de Aguilar.
El gol llegó, quizá de la única manera en la que Olimpia podía crear cierto peligro en ese tramo del juego: la pelota quieta.
Pero, es cierto, no fue de manera directa desde una pelota quieta, sino que volvió a meter la pelota contra el área de Guaraní, dejando a la defensa mal parada y allí encontró los espacios para llegar hasta el fondo.
Si bien en el primer tiempo el Aborigen de Azconzábal mostró estar mínimamente a la altura del juego, en el segundo se descompensó completamente y fue superado ampliamente. La línea de tres defensores con los cinco volantes, no ha dado réditos y el entrenador no da el brazo a torcer con este sistema.
Cuando el segundo tiempo estaba todavía en sus primeros minutos, Roque Santa Cruz les regaló un verdadero golazo a todos los olimpistas presentes en el estadio.
Desde fuera del área, le pegó de aire y el balón se metió esquinado, sin nada que hacer para Ignacio Don. Jorge Ortega hizo que sea goleada para que el Franjeado se afiance arriba, ante un Guaraní que va de mal en peor.