Adriana Torres dice no tener prisa: “No salgo hoy; no tengo planes de fuga”, bromea. Está en la mayor penitenciaría de mujeres de Paraguay y acaba de recitar un monólogo de comedia de stand up que la podría ayudar a reinsertarse en el mundo laboral. Señalan que para las internas “el humor es un ejercicio liberador”.
El show tiene lugar en el patio de la cárcel El buen pastor, de Asunción, donde un grupo de reclusas se ubica en sillas dispuestas en fila para presenciar el espectáculo que pone fin al curso de dos meses ofrecido por la ONG Corazón Libre y en el que participó una decena de internas.
Una de ellas es Torres, de 33 años, quien dejó a sus cinco hijos de entre 15 y un año bajo tutela de su padre, mientras purga una pena de seis meses por “hurto simple” para conseguir crack, al que se dice adicta. “Mi papá, cuando supo que estuve presa, me vino a ver y me dijo: prefiero verte acá que en la calle”, cuenta a la AFP al bajar del escenario, adornado con banderines de colores.
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“Estuve dos años por la calle. Hace cinco años que me empecé a drogar. Y dos años bastó para fundirme realmente”, prosigue, lista para salir este mes. Ese tipo de experiencias pueden arruinar vidas, pero también tienen el potencial de convertirse en el combustible del humor.
Es lo que les enseña Carolina Romero, la humorista y profesora de comedia que lidera este experimento de llevar el stand up estadounidense a la cárcel de mujeres paraguaya. “Lo que alimenta el éxito del stand-up es la tragedia, pero se requiere una habilidad y un proceso para asumir ciertas realidades y reírnos de ellas”, dice Romero a la AFP, llevando una libreta donde apunta los tipos de remates y los recursos creativos del humor.
Tragedia se busca
De la decena de reclusas que hicieron las ocho clases de stand up, solo la mitad se anima a subir al escenario el día del show final en el penal. El público ríe a carcajadas, vigilado de cerca por los guardias. En su monólogo, la argentina Brisa Leguizamón, de 25 años, describe a su numerosa familia y su papel de tía cuidadora de niños terribles. “La casa queda como si la hubiese allanado la policía”, ironiza.
“Pero a la hora de la verdad, estamos todos. Así es la familia. Nos peleamos, pero en un cumpleaños, vamos todos. Si alguien se enferma, estamos todos. Y ni hablar si hay un velorio: vamos todos, menos uno. ¡Gracias!”, se despide.
Leguizamón fue detenida en Asunción en 2023, tras ser acusada en Argentina de tráfico de droga al menudeo junto a su marido, en un caso que tuvo cobertura mediática. Ambos están sometidos a un trámite de extradición por narcotráfico en la convulsionada ciudad de Rosario, en la provincia argentina de Santa Fe.
Sin embargo, prefiere hablar de sus cinco minutos de show. “Estuve nerviosa, pero me ayudaron un montón”, cuenta a la AFP. “Sí creo que esto puede llegar a ser una buena herramienta para afuera, ahora hay que ver si llegamos”.
Para la profesora Romero, “no cabe la menor duda de que, a estas chicas, un escenario afuera no les va a faltar”. “Si bien con un antecedente así en otras profesiones probablemente no te contraten, en el stand-up es muy probable que te quieran contratar”, explica, porque con el “punchline” correcto y una catarsis honesta, estas vivencias pueden rendir en un escenario.
Humor liberador
Romero también aboga por la idea de “ver el arte como una salida laboral: eso es algo que en general no se considera y son muchas las internas que quieren tener una oportunidad para reinsertarse”. La cárcel El buen pastor, la mayor prisión de mujeres de Paraguay, alberga 550 presas, cuando tiene una capacidad para solo 200 personas.
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Para el ministro de Justicia, Rodrigo Nicora, el Estado tiene capacidad para 11.000 reclusos en todo el país, pero la población penal excede los 18.000 en 18 centros penitenciarios, cuatro de ellos para mujeres y seis mixtos. “Hay hacinamiento y estamos procurando que esto sea más llevadero” por medio de actividades como el taller de stand up, comenta la directora de El buen pastor, Yenny Delgado.
Por ahora, explica, “se hace una separación cuidadosa con las más violentas y las muy adictivas”, aunque el taller se hizo con el grupo que la dirección consideró más apto por su buena conducta. Para ellas, “el humor es un ejercicio liberador”, dice Romero.
Fuente: AFP