La mujer paraguaya es la más gloriosa de América”, homenajeó el papa Francisco y es imposible no traerlo a colación en esta nota de Ellos Saben. La Nación conversó con Ana Barreto Valinotti sobre quiénes son las mujeres más destacadas de nuestra historia.

Me resulta muy difícil pensar en una lista de 5, ya que lo primero que viene a mi cabeza es: ¿representativas para la historia oficial? ¿Paraguay como colonial o un Paraguay más contemporáneo? ¿representativas del Paraguay en el imaginario europeo? ¿o, representativas para una historia más incluyente?”, argumenta la autora del libro “Mujeres que hicieron historia en el Paraguay”.

La nómina de Ana, quien ha dedicado gran parte de su investigación al rol de las mujeres en la historia, incluye a Las Residentas, Rosa Peña, Serafina Dávalos, Josefina Plá y Mercedes Sandoval. “A riesgo de quedarme extremadamente corta, estos son los cinco perfiles de mujeres insustituibles para pensar el Paraguay”, subraya.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Las Residentas

Foto: Forgues, L. "Le Paraguay. Fragments de journal et des correspondances 1872/1873". Tour du monde, París. 1874.

Lea más: Sabores auténticos: descubrí las 7 mejores comidas típicas de Paraguay

Las Residentas es casi un concepto dentro de la historia paraguaya que hace alusión -en general- a un momento específico: la Guerra contra la Triple Alianza o Guerra del Paraguay 1864 -1870. Ciertamente habla de una parte de la población -todas las mujeres-, pero sin señalar edades ni mucho menos clases sociales.

“Son tan representativas para mí, justamente por ello, y fundamentalmente porque sostuvieron en términos tan amplios un país completamente movilizado para la guerra, indudablemente los alimentos quizás hayan sido los más vitales, pero no fueron los únicos ya que además debían tejer, transportar, comercializar y mantener el resto de la familia unida, pese incluso a múltiples ausencias, constantes evacuaciones y por supuesto la muerte”, remarca.

A veces la palabra Residenta se usa en términos de mujeres que acompañaron al ejército, pero también el término hace alusión a las mujeres que no lo hicieron y en cambio quedaron en sus pueblos o fueron trasladadas a otros para cumplir tareas relativas a la chacra; incluso las Destinadas -mujeres que fueron sentenciadas al destierro por causas políticas- fueron Residentas. “Le agregaría además que, aun cuando pasaron varios años de la contienda, Residenta era una categoría muy presente de mujer; de sobreviviente, de trabajadora, de proveedora, en fin, de jefa de familia”, subraya.

Incluso, la palabra Residenta se dibuja como campesina, como la principal proveedora de nuestros mercados. “Quizás porque mi memoria es muy fotográfica, cuando camino por los pasillos del mercado de Abasto o del Mercado 4, los puestos femeninos de verduras, frutas, quesos y huevos aún se me hacen como los de las primeras fotos del mercado post guerra o de las postales de inicio del siglo XX. Y en ese momento, me resulta imposible no imaginarlas como Residentas”, asegura.

Rosa Peña

Foto: Gentileza Ana Barreto

Puede leer: Paraguay: 5 hechos históricos que cambiaron el rumbo del país

Rosa nació en el Paraguay de Carlos Antonio López. Por circunstancias de la vida, la muerte de su madre y la expulsión política de su padre -Manuel Pedro de la Peña- la obligaron a vivir en Buenos Aires. Para la época, Rosa tuvo una formación privilegiada, llegándose a destacar como maestra y ser recomendada para el cargo de directora.

Sin embargo, por su matrimonio con un político paraguayo, esas cualidades excepcionales de una mujer bien formada junto con una profunda convicción de amor al país que la vio nacer encontraron en un escenario desesperante de ruina, un campo donde además de pensar y diseñar políticas públicas en papel, llevarlas a la acción.

La posición política de su esposo Juan Gualberto González le posibilitó (porque para una mujer del siglo XIX era prácticamente imposible hacer algo así) participar de cerca en los esfuerzos de la reestructuración del sistema educativo tras la guerra; comprometerse con asilos y orfanatos y tomar parte de acciones de visibilidad política para las mujeres, como fue la campaña para el primer monumento de los próceres de la independencia en 1894.

“Por supuesto que el magisterio en el Paraguay tiene nombres tan relevantes como el de las hermanas Adela y Celsa Speratti, Concepción Silva de Airaldi, María Felicidad González, Clotilde Bordón, entre tantas; pero considero que el de Rosa es capital, sobre todo pensando en el Paraguay intentando volver de las ruinas”, precisa Ana.

Serafina Dávalos

Foto: Gentileza Ana Barreto

Le puede interesar: Cinco películas paraguayas imprescindibles, según Paz Encina

Serafina creo que encierra en su nombre y en su vida el puente más acabado entre el pasado y el presente en el Paraguay para las mujeres; diría que casi como un espejo”, arranca Ana.

Ella nació en la hoy Coronel Oviedo, siete años luego de terminada la guerra. Se formó académicamente -como toda señorita del siglo XIX- como maestra en Asunción. Ello, sin embargo, no fue suficiente ya que posteriormente ingresó a la Universidad Nacional para seguir la carrera de Derecho, siendo una de las primeras mujeres en hacerlo y la primera en doctorarse en una carrera universitaria.

Cuando estudiaba, las preocupaciones de su condición de mujer no sólo la llevaron a la reflexión y crítica de las oportunidades y rol de género de las mujeres en el Paraguay -plasmadas en su tesis “Humanismo”-, sino en poner en ejecución acciones que permitieron elevar la presencia de las mujeres en espacios antes sólo ocupados por varones, como lo fue la creación de la Escuela Mercantil de Niñas.

De este lugar egresaron las primeras peritas mercantiles y posteriormente asociaciones feministas que buscaron que las paraguayas adquieran la condición civil y política que tienen hoy. “Es imposible entender los cincuenta años que demandaron la obtención al derecho al voto en el Paraguay sin su presencia, su voz y su accionar. Creo que es una de las pocas mujeres en la historia a la que nombramos sólo con su nombre y ya sabemos de quien se trata”, añade la historiadora.

Josefina Plá

Foto: Josefina. Cuadernos Salazar #4. Centro Cultural Juan de Salazar, Asunción. 2016

Lea más: Los 5 sitios históricos más emblemáticos de Paraguay

Aunque española de nacimiento (Islas Canarias 1903), su nombre, quehacer y herencia intelectual gigante la liga para siempre a Paraguay. Josefina llegó al país acompañando a su esposo, Andrés Campos Cervera -Julián de la Herrería- y aunque fue y volvió (Guerra Civil Española incluso) su vida no se alejó del Paraguay, eligiendo al país como suyo hasta su muerte.

Josefina es probablemente el otro nombre que hasta podemos mencionar sin apellido para saber que engloba cerámica artística, grabado, análisis y crítica, investigaciones históricas, poemas, novelas y cuentos. Quizás por extranjera, Plá tuvo infinitamente más libertad para escribir en el Paraguay que cualquier otra mujer y ello la llevó no sólo a encargarse de la redacción de un periódico sino a publicar desde ficción hasta largas investigaciones en el Archivo Nacional.

Mercedes Sandoval

Foto: Captura de video Bruno Masi

Mercedes Sandoval quizás sea la más cercana a ser continuadora/heredera de Serafina Dávalos en la segunda mitad del siglo XX en el Paraguay. Mercedes nació en 1919 y siguió los pasos de Serafina haciendo una carrera dedicada a las Leyes. En los años cincuenta fundó junto a otras paraguayas la Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer y posteriormente la Asociación de Graduadas Universitarias.

“Fue partícipe y testigo de la obtención de las mujeres, primero de los derechos civiles y después de los derechos políticos”, acentúa. Aunque su vida estuvo estrechamente ligada a la promoción de las mujeres profesionales y al ejercicio del derecho de familia y menores, fue justamente esto sumados a su posición feminista, ser la principal jurista -redactora y proponente- del Anteproyecto de Ley de Reforma Parcial del Código Civil, el cual se concretó en 1992 con la Ley 1/92.

“Esta ley ha sido fundamental para obtención de la igualdad civil de las mujeres, sobre todo de las mujeres casadas. Además de ello, su presencia -como no podía ser de otra manera- fue fundamental para la Constituyente de 1992″, concluye.

Déjanos tus comentarios en Voiz