En el corazón de Asunción, un 22 de junio de 1971, nació una mujer que marcaría profundamente la vida de muchos. Gladys Minella Carísimo, hija de Bernardina Carísimo y Ernesto Minella, creció en una familia numerosa, con cuatro hermanas y un hermano. Desde temprana edad, enfrentó desafíos económicos, pero esto nunca apagó su determinación y ganas de superarse.

Gladys asistió a la Escuela República de Hungría, al Colegio República de Colombia y al Colegio Naciones Unidas. Para costear sus estudios, trabajó limpiando casas, demostrando una admirable perseverancia. Su sueño inicial era convertirse en escritora y periodista, pero las circunstancias la llevaron a ingresar al Instituto de Formación Docente (ISE) a los 18 años.

Durante dos años, Gladys se formó como docente, enfrentando dificultades económicas, como no poder costear sus fotocopias, entre otros gastos. Sin embargo, su determinación la llevó a obtener el título de profesora. A los 20 años, en abril de 1992, comenzó su carrera docente enseñando a un grupo de primer grado.

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La docente en su primera clase en 1992. Foto: Gentileza

Madre soltera

En 1995, Gladys se convirtió en directora de la institución Método Moderno en Lambaré. Cuatro años después, fundó un jardín de infantes en Villa Elisa llamado “Amiguito”, que operó durante varios años. A lo largo de sus 32 años de carrera, enseñó a más de 500 alumnos en diversas instituciones como República del Ecuador, Jardín de Infantes El Barquito, Método Moderno, Jardín de Infantes Amiguito, María del Carmen Morales de Achucarro, Santa Librada, Santa Inés, Club de Leones, San Rafael, entre otras.

Además de ser una destacada docente, Gladys es madre de tres hijos: María Paz (27), Esteban (25) y Camila (20), y abuela de Alessia (4). Como madre soltera, logró sacar adelante a sus hijos con su profesión, inculcándoles valores de esfuerzo y perseverancia. La profe Gladys se despidió de las aulas el pasado 31 de julio con más de un acto cultural, robando las sonrisas y lágrimas de sus alumnos que la recordarán siempre.

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La docente jubilada con su grupo del jardín de Infantes "Amiguito". Foto: Gentileza

Satisfacción docente

Para Gladys Minella la mayor satisfacción que recibió como docente fue haber tocado emocionalmente los corazones de sus alumnos y alumnas. “Yo sé que en sus recuerdos estoy, cuando ellos me ven siempre me reconocen y yo creo que les llené y les prendí una lucecita, y muchos de mis alumnos estoy segura de que lograron las cosas que les enseñé”, dijo la docente jubilada a La Nación/Nación Media.

Minella afirma que no solo enseñó todo lo implicado a la malla curricular de cada grado, sino que les enseñó a sus estudiantes a trazarse metas y cumplirlas. Ahora que la docente se despide de las aulas, señala que extrañará ver a sus grupos e interactuar con ellos. A los profesores que siguen en carrera, Minella les dedicó un tierno mensaje.

“Les quiero decir que están en la mejor carrera, porque esto que nosotros hacemos es algo grandioso, podemos cambiar vidas, podemos cambiar mentes. Les invito a tener fuerza porque a pesar de que se diga que son tiempos difíciles, que hay obstáculos y trabas, siempre existe la creatividad y cada uno sabe llegar a los alumnos. Siempre hay que renovar técnicas y conocimientos”, aconsejó Gladys Minella.

La profesora jubilada afirmó que si tuviera que empezar de nuevo su vida, elegiría ser docente otra vez. “Recuerdo que mi primer día de clase estaba tan asustada, los niñitos me miraban, eran 31 alumnos de primer grado y ellos me miraban con tanto entusiasmo, porque para los niños las profes somos como superhéroes y yo creo que sí volvería a ese día”, apuntó Minella

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Recordar para vivir

“Gladys tuvo una infancia llena de travesuras, trabajó arduo ayudándome en su infancia. De niña se destacó como estudiante, ya que le gustaba estudiar. Su mayor desafío fue la falta de libros en cada grado, pero ella copiaba a mano para tener los materiales”, contó Berna Carísimo, la madre de la docente jubilada para La Nación/Nación Media.

Según la madre, la profesora optó por esta carrera por su amor a los niños, pues de pequeña ella estuvo al cargo de sus hermanitos. “Al prepararse en el cursillo se dio cuenta de que le gustaba llenarse de conocimientos y desde entonces abrazó la carrera con entusiasmo”, mencionó la doña de 83 años.

La abuela recordó que Gladys Minella para costear sus estudios en el ISE, tras sus horas de clases, iba a la casa de una vecina para limpiarla. Gracias a esta pequeña paga, ella pudo abonar sus pasajes, libros, fotocopias y si le alcanzaba algún aperitivo en el recreo del instituto.

Ella con sus compañeras de carrera, buscaban guayabas en el patio del ISE para comer alguito cuando no tenían plata para el recreo, de 7:00 a 16:00 eran sus clases y a veces no tenían para comer. Y yo creo que ella volvería a hacer todo, ya que con esta carrera aprendió la empatía”, relató Berna.

La docente jubilada tuvo la presencia de su madre, en su despedida de las aulas. Foto: Gentileza


Trato con la comunidad educativa

La profesora Sonia Fariña, quien fue compañera de la docente jubilada en la Institución “Esc. Bas. Santa Librada” por casi 19 años mencionó a La Nación/Nación Media que Minella se mostraba entusiasta, amigable y empática tanto con los compañeros, como con los estudiantes.

Gladys interactuaba con sus alumnos como guía, mediadora y los acompañaba en la construcción de su aprendizaje, de manera individual y grupal, a mí me tocó trabajar muy de cerca con Gladys en el sexto grado, donde percibí su idoneidad, y entrega como maestra”, comentó Fariña.

Para la profe Sonia, la jubilada tuvo grandes méritos como docente, pero el que más destaca es que sus alumnos aprendían sus lecciones. “Ella se centraba en estimular el aprendizaje en ellos, como el desarrollo de habilidades y capacidades creativas, sociales e intelectuales y el afecto que despertaba en los alumnos, hacía que los días fueran más llevaderos”, dijo Fariña.

Para la profe Sonia es indudable que Minella quedará en la mente y corazón de todos sus estudiantes. “Yo personalmente extrañaré su carisma, su simpatía, su espíritu de cooperación, su franqueza, por sobre todo, y más aún su afecto, creo que todos la vamos a extrañar muchísimo”, apuntó la profesora Sonia Fariña.

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