Aunque nacer y morir son parte natural de la vida, hay algunos lugares de Europa e incluso América del Sur donde están completamente prohibidos y aunque puede parecer insólito, las razones incluyen condiciones climatológicas, carencias de infraestructura y creencias culturales.
En Fernando de Noronha, Svalbard y Ciudad del Vaticano se debe trasladar a los habitantes con el objetivo de que nazcan en condiciones favorables y, de la misma manera, para que puedan morir y ser sepultados como corresponde, ya que en estos lugares no es posible.
Brasil: Isla Fernando de Noronha
Ninguna mujer puede parir en la isla Fernando de Noronha, archipiélago ubicado a 365 kilómetros de la ciudad de Natal, Brasil. Se trata de uno de los santuarios marinos mejor conservados del Atlántico Sur. Las embarazadas deben salir de la isla en el séptimo mes de gestación e ir hasta Recife, ubicado a 545 kilómetros, para el nacimiento de su bebé.
No se puede nacer ni morir, aunque no exista una ley formal que lo decrete. La decisión se debe a que el único hospital de la isla, denominado São Lucas, cerró su sala de maternidad en 2001 y tampoco cuenta con una sala de terapia de alta complejidad, por lo que la mayoría de los adultos y personas con pronóstico reservado son trasladados de la isla.
Noruega: Longyearbyen, Svalbard
Las personas que fallecen en Longyearbyen, archipiélago de Svalbard, no pueden ser enterradas en el cementerio local desde 1950, cuando los habitantes descubrieron que los cadáveres no se descomponían a causa del clima gélido y el permafrost que impregna todo el suelo.
Aunque sí está permitido enterrar urnas de cremación, muchos de sus habitantes optan por abandonar la isla en sus últimos días y trasladarse a Noruega, al continente europeo. En caso de que las personas sean sorprendidas por la muerte, se las entierra en los cementerios de la ciudad más cercana. También hace años, se alienta a las mujeres a regresar a Noruega tres semanas antes para dar a luz.
Italia: Ciudad del Vaticano
Como la residencia en la Ciudad del Vaticano está relacionada en función del trabajo y servicio, no están permitidos los nacimientos. Sin embargo, si por alguna circunstancia fuera de lo común una persona nace en dicho territorio, las autoridades registrarán a la niña o al niño en la ciudad de Roma y tendrá nacionalidad italiana.
Las únicas personas que son ciudadanas del Vaticano son aquellas que ejercen funciones dentro de la Santa Sede. La ciudadanía solo está reservada para cardenales que residen dentro del Vaticano, diplomáticos, personas que trabajan allí y, en algunos casos, cónyuges e hijos de los trabajadores.