Existen personas que cuando beben agua, comen alimentos de doble textura, como las naranjas, sandia o sopa de fideos, comienzan a toser. Esto se conoce como disfagia, que es la dificultad para tragar, ya sean alimentos sólidos y o líquidos, incluso la propia saliva.
Los expertos advierten que la disfagia es especialmente importante por sus consecuencias, como pueden ser los problemas de deshidratación, desnutrición, complicaciones infecciosas respiratorias e incluso episodios de asfixia y muerte.
La disfagia o problemas deglutorios son frecuentes en determinadas patologías y puede afectar a la persona a cualquier edad, desde el nacimiento hasta edades avanzadas.
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Las complicaciones de esta condición pueden ser desde leves, como dejar de comer determinados alimentos que nos cuestan más masticar o empujar en la boca, hasta otros más graves como deshidratación, desnutrición, neumonías aspirativas o insuficiencia respiratorias que puedan llevar a la muerte por asfixia.
Se estima que el 31 por ciento de las personas hospitalizadas tienen un trastorno de deglución, algo que conlleva un aumento del 40 por ciento de la estancia hospitalaria y del gasto sanitario global.
Del 31 por ciento de las personas, se ha podido observar que la sospecha de dicho trastorno por los profesionales que los estaban atendiendo era baja, en concreto del 2,4 por ciento, según la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física.
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Además, los pacientes que presentan disfagia al alta hospitalaria tienen aproximadamente cuatro veces más probabilidades de ser reingresados dentro de los 30 días posteriores y un aumento del riesgo de mortalidad intrahospitalaria aumentada trece veces, indican desde la sociedad.
Con texto de Europa Press