La alimentación y el buen descanso son aspectos fundamentales para el óptimo funcionamiento del organismo. Ambos están estrechamente relacionados y, por este motivo, intentar dormir tras comer mucho puede alterar el sueño e, incluso, ser responsable de los terrores nocturnos.
Según un análisis de la Sociedad Española del Sueño, para dormir bien hay que cenar ligero. Comer mucho y pesado durante la noche, especialmente en el momento previo al descanso, se ha asociado con mayor gasto metabólico y mayor reflujo. Si bien no hay evidencia científica de que cenar pesado y tarde pueda generar pesadillas, este factor sí está relacionado con la incomodidad general del cuerpo al momento del descanso, favoreciendo la aparición de terrores nocturnos.
Las pesadillas luego de una cena abundante aparecen en la fase REM del sueño, que representa el 25 % del ciclo del sueño. Así se genera un descanso “fragmentado”, que no es reparador y puede aumentar los niveles de estrés, afectar el sistema inmunitario y la salud cardiovascular.
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De ahí que, aunque se trata de la última comida del día, la cena también debe estar compuesta por alimentos saludables y nutritivos como vegetales, proteínas y carbohidratos, que ayuden al buen funcionamiento del organismo y estimulen la generación de melatonina, la hormona que regula el reloj biológico y le indica al organismo cuándo debe descansar.
Además de los alimentos de la cena, el horario también es importante para cuidar la calidad del sueño. Si bien no existe una hora concreta para la última comida del día, las recomendaciones apuntan a que la cena se debe realizar, por lo menos, dos o tres horas antes de acostarse para otorgar al organismo el tiempo suficiente para procesar todos los nutrientes.
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