La compañía de un familiar en periodos de crisis de salud puede ser determinante en el tránsito de la enfermedad y en el resultado del tratamiento, según revelan estudios científicos. La cercanía de la familia de manera constante durante el momento difícil, que puede o no ser física, eleva las defensas y funciona como un contenedor de angustias.
Según un estudio de la pediatra Kelly Fradin, que pertenece a la Universidad de Harvard y fue replicado por la prensa internacional, cuando una dolencia requiere internación o tratamientos prolongados, se expone al paciente a una serie de fantasías y temores que no siempre se relacionan con la realidad, por lo que la contención de la familia es fundamental. Este acompañamiento propone un cierto grado de normalidad, que alivia tensiones y ofrecen sostén y proyección.
Los pacientes con acompañamiento permanente de algún familiar logran reducir los tiempos de internación hasta en un 50%. Además, dependiendo de la dolencia, el sistema inmunológico del enfermo puede incrementarse hasta en un 24%. Los datos reflejan la necesidad humana de las figuras que aportan confianza y seguridad, especialmente en momentos de crisis.
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La enfermedad puede despertar sensaciones de incertidumbre, miedo e inseguridad. Precisamente, es en estos momentos donde más se necesita a los seres queridos para recibir acompañamiento, consuelo, que se generen momentos divertidos o solo alguien con quien conversar.
A la par del dolor físico, tener miedo o sentirse solo puede tener un impacto negativo en la recuperación de una condición de salud. De ahí que, la compañía de un familiar es crucial para enfrentar el tránsito de la enfermedad e impactar positivamente en el resultado del tratamiento.
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