En la cocina nunca puede faltar el ajo, un vegetal con sabor inconfundible, que puede aportar múltiples beneficios al organismo. A pesar de su fuerte olor, convertir su consumo en un hábito no solo refuerza el sistema inmunológico, sino también puede convertirse en una herramienta de prevención contra afecciones crónicas.
Según estudios nutricionales, el ajo contiene minerales como el calcio, cobre, potasio, manganeso y vitaminas B6 y C. Se le atribuyen, igualmente, propiedades expectorantes, antiespasmódicas, antisépticas y antimicrobianas. Tradicionalmente, se utiliza en el tratamiento de enfermedades respiratorias.
Debido a sus múltiples propiedades, se ha popularizado la práctica de consumir ajo en ayunas o antes de dormir. A pesar del olor, se demostró que este hábito puede ayudar a contrarrestar la osteoporosis y proteger al organismo de enfermedades cardiovasculares, colesterol alto, sobrepeso y diabetes.
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Especialmente cuando se consume por la noche, este vegetal tiene la capacidad de relajar el organismo y combatir el insomnio, aunque lo mejor es no abusar con su consumo. Se puede mezclar los dientes de ajo con otros alimentos en la rutina diaria: desde ensaladas hasta en infusiones, las opciones son varias.
Más allá de las recomendaciones, hay que tener en cuenta que antes de iniciar con el consumo de alimentos, lo mejor siempre es consultar con el médico o profesional de la nutrición para conocer si existe algún tipo de contraindicación. El ajo puede causar problemas en quienes padecen alguna condición gástrica o de coagulación, por lo que es fundamental tomar los recaudos necesarios.
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