El cuerpo humano necesita mantenerse a cierta temperatura para el desarrollo de sus funciones vitales. Mientras persiste el calor, surge la interrogante sobre los límites críticos para que el organismo permanezca funcionando con normalidad: la ciencia tiene la respuesta.

Según un estudio de la Universidad de Roehampton en Londres, el límite en el que el ser humano ya no es capaz de regular su temperatura corporal está entre 40 y 50° (Celsius). Una vez alcanzada esta temperatura, el cuerpo experimenta “estrés térmico”, una afección que provoca confusión, náuseas, mareos, dolor de cabeza y desmayos.

Aunque vale la pena recordar que cada persona es diferente, y la reacción al calor puede variar considerablemente, en función de la edad, el sexo y los trastornos médicos existentes. Por ejemplo, los bebés y los adultos mayores se encuentran entre las categorías más vulnerables al calor extremo, ya que los sistemas cardiovasculares de ambos no responden bien a las altas temperaturas.

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Mientras persisten las altas temperaturas, lo mejor siempre es seguir una serie de medidas paliativas. La manipulación correcta de los alimentos y el respeto a las cadenas de frío, la elección de opciones más naturales, además la correcta hidratación, son la clave para no sufrir complicaciones de salud a causa del calor extremo.

Alimentarse de forma más natural y elegir frutas y vegetales, en lo posible crudos, también suman a la hidratación. Por ejemplo, la sandía, la piña y el melón tienen mucho líquido. También se debe tratar de evitar los jugos y priorizar el consumo de las frutas enteras a fin de evitar el exceso de azúcares.

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