Con el propósito de dejar limpio el oído, es común recurrir a los hisopos para deshacerse de la cera, comúnmente asociada a la falta de higiene. A pesar de la costumbre, no se recomienda su uso por los múltiples riesgos que implican.
Uno de los principales peligros es que una mala maniobra puede generar una rotura en la membrana del tímpano. A la par, la cera que se busca quitar tiene propiedades antimicrobianas que protegen al oído de las infecciones. Contrariamente a lo que se cree, no se trata de un indicador de falta de higiene, según un análisis del Upstate University Hospital de Nueva York, encabezado por la doctora Alexandra Quimby y replicado por la prensa internacional.
Otro de los riesgos se refiere a cuando ya se tiene una cobertura de cera en el conducto auditivo y se usa un hisopo. De esta forma, se puede contribuir a que se forme un tapón en el oído. Esta cubierta, cuando se lanza hacia el fondo, podría terminar en un microtraumatimo en el conducto auditivo y perforar el tímpano y afectar la audición.
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En ningún caso, ya sean adultos o niños, es recomendable que se utilice hisopos porque no son necesarios y pueden perjudicar el oído. No obstante, cuando la cera se acumula en el oído, se pueden adoptar otras medidas de higiene más seguras.
Por ejemplo, se recomienda usar el dedo meñique de la mano enfundado en una toalla para sacar solo el resto de la cera que sale a diario. Ante una acumulación excesiva, que ya genere problema de audición, se debe recurrir a un otorrinolaringólogo para remover lo que sea necesario.
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