La luz del ambiente no solo permite ver, sino también influye en el ritmo de sueño y vigilia. De ahí que siempre se consideró que la luz amarilla o blanca podían influir negativamente en la calidad del sueño. Un nuevo estudio reveló que, más allá del color de la luz, son otros los factores más importantes a la hora de lograr un buen descanso.

En los seres humanos, el principal efecto de la luz se da sobre el reloj interno y el sueño, que está mediado por las células ganglionares de la retina (sensibles a la luz). Por eso, siempre hubo motivos para creer que el color de la luz también podría ser relevante para el reloj interno.

Según un estudio elaborado por la Universidad de Basilea en Suiza, que fue replicado por la prensa internacional, la estimulación de la retina ocular y su respuesta a diferentes clases de luz (amarilla, blanca o azul) fue la misma. Fue así que se estableció, aunque aún de manera experimental, que el color de la luz no influye significativamente en la calidad del sueño.

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Como parte del análisis, no se encontraron pruebas de que la variación del color de la luz en una dimensión azul-amarillo desempeñe un papel relevante en el reloj interno humano o en el sueño. Probablemente, lo más importante es tener en cuenta el efecto de la luz sobre la calidad del descanso a la hora de planificar y diseñar la iluminación. Por eso, el color juega un papel muy secundario.

Uno de los factores que afecta la calidad del descanso es dormir con las luces encendidas. Está comprobado que este hábito podría tener efectos significativos en la salud a largo plazo: aumenta los riesgos de padecer diabetes, presión alta e, incluso, sufrir enfermedades cardíacas.

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