Perderse en los pensamientos e imaginar situaciones ficticias no es tan malo como parece. Estas situaciones imaginarias, que pueden parecer muy reales, duran unos pocos minutos y pueden tener beneficios para la salud cognitiva, según reveló un nuevo estudio de la Universidad de Harvard.
Soñar despierto podría aumentar la “neuroplasticidad” del cerebro, que implica la capacidad de adaptarse a los cambios en el entorno, a fin de mantenerlo sano y funcional. Igualmente, las ensoñaciones pueden ayudar a ver los problemas desde otras perspectivas, incrementando la creatividad y disminuyendo el estrés y la ansiedad, de acuerdo con la investigación.
La ”vigilia tranquila” es un estado de conciencia ambiental relajada, que también ayuda a la mente a procesar pensamientos complejos. Dedicar tiempo a soñar despiertos, sin excederse con la práctica, es una herramienta para potenciar el aprendizaje y la memoria.
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Soñar despierto resulta agradable y estimulante y puede ayudar a descansar el cerebro y prepararlo para entrar en acción cuando sea necesario reaccionar a algún estímulo externo. Resulta un hábito sano cuando la fantasía gira en torno a sueños o deseos concretos. No obstante, hacerlo durante demasiado tiempo podría constituir un problema.
De ahí que surgió el término “ensoñación excesiva”, que define el padecimiento de quienes sueñan despiertos o fantasean en exceso. Cuando soñar despiertos interfiere en la vida cotidiana, ya se trata de un problema que requiere atención. En este caso, lo mejor es consultar la opinión de un profesional de la psicología.
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