El arroz es uno de los alimentos más nutritivos y versátiles. Se puede utilizar en una variedad de recetas y preparados. No obstante, antes de cocinarlo, resulta indispensable realizar un paso previo, que generalmente se olvida. Se trata del lavado, que busca eliminar el rastro de sustancias nocivas o la presencia de microplásticos entre los granos.

En cantidades mínimas, el arroz puede concentrar arsénico, un mineral dañino para la salud. De ahí que es clave enjuagar los granos e, incluso, dejarlos en remojo por un tiempo antes de llevarlos a la olla. En un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, se demostró que el lavado puede eliminar hasta el 90% del mineral en el arroz.

Además del arsénico, el arroz también puede conservar microplásticos debido a la cadena de producción. Todos estos riesgos refuerzan la importancia de lavar el arroz antes de cocinarlo para evitar el riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares, neurotoxicidad y diabetes.

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En el otro extremo, exagerar con el lavado también puede perjudicar a los granos y eliminar sus nutrientes: hierro, las vitaminas del grupo B, el folato, la tiamina y la niacina que contiene. También perjudicaría el almidón, que le da una textura espesa y deliciosa para consumir.

Todo apunta a que se deben enjuagar los granos hasta que el agua salga clara. Este es el punto adecuado para preservar los nutrientes del arroz y eliminar las sustancias nocivas que puede acumular durante el proceso de producción. Con el tratamiento correcto, el arroz puede ser una fuente de vitaminas como la B3, B6, B1 y B5, al igual que minerales como hierro, magnesio y calcio.

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