Esta semana, la última del año, ha comenzado con la festividad de la Navidad. La recordación del nacimiento de Cristo en todos los países de la civilización occidental, más allá de su significación religiosa, ha pasado a ser uno de los acontecimientos de gran relevancia, con su carga altamente emotiva en la vida familiar. Esta festividad no se celebra con grandes manifestaciones públicas, desfiles o fiestas populares, sino en torno a la mesa familiar, con los miembros del grupo hogareño, además de las celebraciones religiosas que puntualizan el nacimiento de Jesús, en la recordada Belén.
Por su profunda significación en el sentimiento de la gente, se la suele celebrar con buenos deseos y propósitos positivos inspirados en la recordación del nacimiento. En definitiva, es una fiesta del corazón y de la familia que va mucho más allá de su significación religiosa. Por eso es siempre oportuno el mensaje de las autoridades que dirigen un país, que llega en los momentos de reunión, en el delicado círculo de cada familia. No con el tono severo de un discurso político, sino con el acento del mensaje hogareño.
El presidente de la República, Santiago Peña, acorde con la ocasión festiva, dio su mensaje señalando la importancia de la reconciliación y de la reunión en familia, pidiendo que se aproveche la ocasión para demostrar nuestro afecto, para acercarnos a través de la cultura del reencuentro.
Resaltó que en esta festividad “ponemos nuestra esperanza y nuestro compromiso por un Paraguay mejor”. Y pidió “que el año que viene logremos unirnos más como país, para trabajar con más fuerza por un Paraguay mejor”.
Durante una entrevista en una emisora radial, Peña hizo un llamado a dejar de lado todo tipo de odios o rencores que dividen a la sociedad paraguaya y que los paraguayos practiquemos la cultura del reencuentro, un mensaje profundamente conciliador y que habla de la profundidad humana y cristiana del pensamiento del primer mandatario.
Fue muy contundente cuando expresó: “Así como estamos próximos a terminar el año, les pido que practiquemos la cultura del reencuentro, que nos despojemos de los odios, de los rencores, que salgamos a llamar y dar mensajes a aquellos amigos y parientes de quienes nos hemos distanciado por alguna razón y practiquemos la cultura del reencuentro. Trabajando juntos, que es lo que nos distingue como paraguayos”.
En este año que termina, nuestro país ha elegido una nueva conducción política para dirigir la marcha de su vida. La mayoría optó en las urnas por la gente que le parecía más capaz de enfrentar los grandes problemas nacionales para edificar una sociedad con nuevos logros, encabezada por el presidente Santiago Peña. Y en los cuatro meses y medio que lleva al frente de la administración estatal, este gobierno ha demostrado una gran capacidad de trabajo y la posibilidad de obtener los objetivos que se requieren para mejorar la vida de los paraguayos.
No ha hecho culto de la pelea ni ha protagonizado enfrentamientos, ni provocaciones de ninguna laya, acorde con su fuerte filosofía de servir al país por encima de todo. Ha demostrado su fuerte participación en todos los ámbitos de la actividad económica, comercial y social con vocación de servicio. Y se ha concentrado en el trabajo y en la solución de las muchas dificultades que heredó de la administración anterior, por lo que en ese sentido su tarea ha sido y es inobjetable. Algo que solamente los obtusos no quieren ver.
Gracias a los logros que se han obtenido y a las medidas económicas y legales que se han adoptado últimamente, el país se prepara con mucha fuerza para un nuevo año con más posibilidades de progreso. Pero, a pesar de las previsiones, el futuro siempre tiene una fuerte carga de incógnita.
Por eso es más que nunca oportuna la recomendación del presidente Peña de que los que habitamos este país, en lugar de pelear, nos reconciliemos si estamos enfrentados y nos unamos a trabajar juntos por nuestros proyectos. Hay que practicar la cultura del reencuentro y abocarse a la tarea común de procurar por nuevos logros. Ese es el desafío de la presente hora y el proyecto que se debe asumir con responsabilidad y patriotismo.