Al igual que la alimentación diaria debe ser balanceada en cuanto a proteínas o carbohidratos, el consumo de vitaminas también debe ser equilibrado. Estas sustancias orgánicas son necesarias para una vida sana y el buen funcionamiento del organismo, pero cada una en su justa medida.
Las vitaminas son nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo y pueden prevenir enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial y las enfermedades cardíacas. Según recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las más importantes para la salud son la A, la B, la C, la D, la E y la K.
Todas estas vitaminas se pueden incorporar a través de una dieta equilibrada rica en lácteos, vegetales y frutas, pero también resulta bastante común recurrir a suplementos vitamínicos, que incluyen varios complejos de nutrientes y además algunos minerales.
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No obstante, cuando se opta por consumir esta clase de fármacos sin consultar con un profesional médico y sin conocer cuál es la necesidad real del organismo, se corren numerosos riesgos, tanto en el exceso como la deficiencia.
Por ejemplo, el exceso de las vitaminas puede resultar tóxico y su deficiencia causar trastornos en las actividades corporales, por lo que es fundamental consumirlas de manera correcta: en la dosis justa y a tiempo para que tengan el efecto deseado. En caso de que fuera necesario agregar a la dieta alimentaria algún suplemento, deberá ser un profesional quien determine la dosis adecuada para cada paciente.
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