El azúcar blanco puede aportar energía, pero no nutrientes. Las recomendaciones nutricionales apuntan a limitar el consumo de este ingrediente hasta el 15% del total de calorías de la dieta. Su consumo en exceso puede ocasionar severas consecuencias y manifestarse de diversas formas en el organismo.
Uno de los síntomas más notorios cuando se ingiere de manera excesiva productos con altos niveles de azúcar son los cambios repentinos en los niveles de energía. Primero se producen picos y, luego, caídas en los niveles de azúcar en la sangre. Esto, a su vez, genera que los niveles de energía se eleven y caigan hasta llegar incluso a la fatiga, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Sidney.
En determinados casos, el abuso en el consumo de grasas y azúcares puede incrementar el dolor crónico en pacientes con osteoporosis o artritis. Este efecto se explica por qué el azúcar consumido en exceso contribuye a la inflamación del cuerpo, una condición que también interviene en el dolor crónico.
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Ingerir demasiados productos azucarados aumenta igualmente los niveles de presión arterial. Este ingrediente aumenta el ácido úrico en el cuerpo e inhibe la producción de óxido nítrico. De ahí se origina la presión alta, que también puede provocar un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. Por eso es importante reducir la cantidad de azúcar que se consume a diario.
El azúcar no es un nutriente esencial y hay evidencia sólida que demuestra que en realidad puede ser perjudicial al contribuir al sobrepeso, la obesidad y la caries dental. Limitar su consumo contribuye a mejorar la salud intestinal y dental, controlar el peso y reducir el riesgo relacionado con problemas cardiovasculares.
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