El exceso de sal puede generar diversas consecuencias en la salud del organismo, principalmente en el sistema cardiovascular, por lo que es fundamental reducir su consumo. Lejos de la creencia popular, solo una mínima cantidad de este ingrediente se debe consumir diariamente. Sepa cuál es el “límite saludable”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nivel máximo recomendado de consumo diario de sal debe ser inferior a cinco gramos, que equivale a una cucharita de sal yodada por persona. La principal recomendación gira en torno a reemplazar la sal en las comidas utilizando especias como ajo, orégano, laurel, romero y limón para aportar sabor.
El consumo excesivo de sal puede desembocar en enfermedades cardiovasculares, que son una de las principales causas de muerte en los mayores de 60 años. De acuerdo con la OMS, el 62% de todos los accidentes cerebro vasculares (ACV) son atribuibles a la hipertensión arterial.
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Además de limitar el consumo de sal, también se debe disminuir la ingesta de carnes ahumadas, embutidos, cereales en caja, productos envasados y enlatados, que contienen un alto porcentaje de este ingrediente. Se insta, en su lugar, a optar por comer alimentos frescos debido a que tienen menor contenido de sal, que los alimentos procesados.
A la hora de optar por productos envasados, es indispensable leer el etiquetado nutricional de estos artículos y elegir aquellos con menor contenido en sal o sodio. Más allá de limitar el consumo de sal, también es fundamental adoptar hábitos saludables como la buena hidratación y la realización de ejercicios físicos.
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¿Cómo afecta principalmente el consumo de sal a la salud del organismo?
Comúnmente utilizada para realzar el sabor de los alimentos, la sal puede ser la causa de numerosas enfermedades, aunque sus efectos pasen desapercibidos. Su consumo está asociado al aumento de la presión arterial y a un mayor riesgo de sufrir ataques cardiacos y diferentes formas de cáncer: conocé cómo afecta este ingrediente a la salud del organismo.
El consumo de sal tiene una connotación negativa principalmente por el papel del sodio en la presión arterial y las enfermedades cardíacas: este compuesto regula la cantidad de agua dentro de los vasos sanguíneos. Según estudios médicos, cuanto más sodio hay en la sangre, más agua atrae hacia los vasos sanguíneos. Así se eleva la presión arterial y también el riesgo de sufrir un ataque cardíaco y un accidente cerebrovascular.
Además de la presión arterial, el sodio de la sal está relacionado con otras consecuencias negativas para la salud como, por ejemplo, los trastornos metabólicos, los niveles elevados de azúcar en sangre, la enfermedad del hígado graso y aumento de peso. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se debería consumir menos de 2.000 miligramos de sodio al día.
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No obstante, con la ingesta excesiva de sal, el consumo de sodio se dispara por encima de los niveles que el intestino puede tolerar. Para empezar a limitar el consumo, se pueden evitar los alimentos altamente procesados como las golosinas saladas (galletitas y papas fritas) y otros refrigerios salados (condimentos).
En su lugar, se puede optar por alimentos bajos en sodio y azúcar añadidos como las frutas y verduras. Más allá de las recomendaciones, siempre es importante acudir a un profesional de la nutrición para diseñar la dieta baja en sodio que mejor se adapte a las necesidades y requerimientos profesionales.
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¿Qué pasa en el cuerpo cuando se toma café todos los días?
El consumo de café puede convertirse en un hábito diario para muchos. Pero, ¿qué le pasa al cuerpo cuando se consume todos los días? Todo parece indicar que, más allá de la frecuencia, el secreto para aprovechar los beneficios de los granos es consumir la medida justa y recomendada cada día.
El café per se posee una larga lista de beneficios para la salud, que se potencian al beberlo natural, amargo y sin endulzantes agregados. Al consumir café diariamente, siempre cuidando no excederse en las cantidades, se mejora la conexión neuronal del hipocampo cerebral, relacionado con un fortalecimiento de la memoria, según un estudio publicado en la revista “Nature Neuroscience”, elaborado por la Universidad John Hopkins de Estados Unidos.
Está demostrado además que el café es una excelente fuente de antioxidantes y, entre las propiedades del café amargo, se destaca como un alimento útil para proteger al organismo contra los efectos de la oxidación celular y los radicales libres. El café amargo es igualmente bueno para evitar la obstrucción de las arterias, previniendo así problemas cardiovasculares.
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El café es una bebida baja en calorías y grasas, siempre y cuando no se le añada ningún tipo de edulcorante o crema. De ahí que puede acelerar el metabolismo y contribuir a mantener un peso saludable. También puede aumentar la sensación de saciedad y prevenir el exceso en los antojos.
A la hora de seleccionar el tipo de café, para aprovechar los beneficios de la bebida, se recomienda consumir la opción en granos o molido debido a que se trata de las opciones más naturales. El consumo seguro de esta bebida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es de 400 miligramos diarios de cafeína, que equivale aproximadamente a unas 4 tazas.
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Los cristianos están obligados a ser “sal y luz de este mundo”
Quienes profesan la confesión cristiana están obligados a transformarse en sal y luz de este mundo. La Palabra de Dios no admite acepciones por categorías jerárquicas o clases sociales. No existe un destinatario exclusivo de este mensaje. Ninguno puede escudarse en una posición de privilegio para evadir este mandamiento de Jesús que nos llega a través de Mateo (5:13-16). Los creyentes que practican su fe no deben limitar su campo a la prédica, sino que tienen que ser protagonistas del cambio. Y la mejor manera de enseñar –es bien sabido– es con el ejemplo. Desde los tiempos del Mesías hemos aprendido que estamos rodeados de personas que han demostrado mayor solidaridad con el semejante (como el buen samaritano) que aquellos que todos los días proclaman “Señor, Señor” en los labios, pero sin ofrendar testimonio de vida. A estos últimos se los clasifica con la denominación de una antigua secta: los fariseos. Tampoco hay que confundir el simple activismo dentro de la Iglesia con el verdadero fundamento de la evangelización. Es decir, una auténtica conversión que contribuya a tener una sociedad cada vez más humana, justa, digna y fraterna. Conversos, reiteramos, a Cristo, y no a la causa de un grupo o alguien en particular. La cita de Efesios 4:1 es inapelable: “Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros”. Sin necesidad de hábitos, todos podemos ser pastores del prójimo. “Si no hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, ese impío morirá por su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano” (Ezequiel 3:18). Como está escrito, no se trata únicamente de evitar el mal como un espectador indiferente, sino de alertar al otro de no hacerlo.
¿Qué implica ser sal de este mundo? Las referencias bíblicas nos indican que era un condimento muy apreciado en aquella época, no solamente porque daba sabor a los alimentos, puesto que también se los utilizaba para conservarlos, especialmente los pescados. En términos figurados, evitaba la descomposición de la carne, su putrefacción, esto es: la corrupción de las sanas costumbres. Pero si la sal no era pura, “ya no sirve para nada, así que se la tira en la calle y la gente la pisotea” (Mateo 5:13). ¿Dónde queda la misión del cristiano cuando no combate la corrupción porque “la sal dejó de ser salada”? Y esta observación –o llamada de atención– no solo se circunscribe a las autoridades. Al contrario, está dirigida a todos los que profesan la misma fe, sin excepciones. Porque, como la propia Iglesia católica paraguaya denunciaba en sucesivas cartas pastorales, la corrupción en nuestro país es pública y privada (El saneamiento moral de la nación, 1979). El avance de la tecnología de la información y la comunicación permitió corroborar con pruebas lo que desde hace años se venía sospechando: que estábamos ante un fenómeno que ha carcomido todas las capas sociales y las estructuras institucionales, incluyendo las religiosas. Pero esta situación no debe constituir un pretexto para desautorizar o ignorar el mensaje de los líderes genuinos (que combinan la palabra con la acción) para combatir a este enemigo irreconciliable con la democracia y la ética: la corrupción.
Siguiendo con el evangelio de Mateo, luz del mundo conlleva implícito el deber de alumbrar el camino del conocimiento para superar la oscuridad de la ignorancia. Y esa responsabilidad del cristiano debe asumirse públicamente para que sea efectiva. “Procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo” (5:16). Recluirse en los templos para esquivar la contaminación de los infectados por los vicios e inmoralidades mundanas, definitivamente, no es una opción. Es al revés: hay que involucrarse en todas las actividades humanas, especialmente la política como quehacer colectivo, para ser “sal y luz” entre los demás. Así también lo entendió el obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, en su “Carta al pueblo”, exhortando a los laicos a que “asuman su compromiso bautismal de ser verdaderos protagonistas en los diversos ámbitos de la sociedad. ¡No teman ser testigos del evangelio de Cristo!, ante todo, en el seno de sus familias y hogares; y cada vez con mayor empeño ser portadores de la Palabra de Dios en las universidades, en todas las instituciones civiles, administrativas, judiciales, legislativas, militares y policiales, en sus puestos laborales, en las calles y en el trajín cotidiano (…) Anímense a derribar las barreras que oprimen a nuestro pueblo. ¡Busquen los modos más eficaces para combatir la irritante pobreza extrema, la corrupción y la impunidad!”. Tres palabras clave en las que el Poder Ejecutivo tiene responsabilidad administrativa y de denuncia ante el Ministerio Público; en tanto el Poder Judicial, la de castigar implacablemente a los responsables.
Es bueno aclarar que la sociedad en general no está exenta de este desafío. Porque los efectos de la corrupción, reiteramos, han inficionado todos los espectros de nuestro pueblo. Y es ahí donde estamos fallando en ser “sal y luz de este mundo”. La fe no puede reducirse a una exaltación esporádica y emocional. Es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Esa, y no otra, es la verdadera fe. Es la que debemos evidenciar en nuestra vida cotidiana. Y no solamente una vez al año.
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Cuáles son las señales del consumo excesivo de cafeína
Disfrutar una taza de café puede convertirse en una rutina matutina o, incluso, un hábito para mantenerse despierto y aumentar la productividad. No obstante, el consumo excesivo de cafeína puede dañar el funcionamiento del organismo, tanto a nivel físico como mental.
Según estudios desarrollados por el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, el primero de los signos que muestran un exceso de cafeína en el cuerpo es la presión alta. El consumo diario de más de cuatro tazas de café podría desencadenar un aumento significativo en la presión arterial.
Otro de los signos de la cafeína ingerida en exceso está relacionado con mayor predisposición a trastornos como la ansiedad. La cafeína estimula la actividad cerebral, por lo que puede aumentar la sensación de ansiedad, además de elevar el ritmo cardíaco y el volumen de sangre expulsado por el corazón, acelerando su funcionamiento. El impacto de estas alteraciones en el corazón y la actividad cerebral causan inquietud y susceptibilidad.
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El consumo excesivo de café puede estar asociado igualmente a molestias estomacales y dolor abdominal. Este tipo de bebida con cafeína está vinculada a los síntomas del síndrome del intestino irritable, el reflujo gastroesofágico, el cólico o el dolor abdominal. La cafeína puede provocar un incremento en la producción de ácidos gástricos acidez.
Cada individuo puede reaccionar de manera diferente a la cafeína y otros alimentos o sustancias, por lo que siempre es importante no abusar con las bebidas y los alimentos. Se recomienda limitar la ingesta diaria de cafeína a 400 miligramos o alrededor de cuatro tazas de café.
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