Aunque nunca se consideró esta variable, los pensamientos que se tienen antes de conciliar el sueño pueden marcar la diferencia y alterar significativamente la calidad del sueño, según reportan nuevas investigaciones. Se descubrió, por ejemplo, que las personas con insomnio están más enfocadas en la planificación y resolución de problemas al momento de ir a la cama.
Según investigaciones de las Universidades Monash y Melbourne de Australia, las personas que enfrentan dificultades para dormir tienen generalmente pensamientos menos placenteros y aleatorios al momento de ir a dormir, a diferencia de aquellas que duermen bien.
Las personas con insomnio también son más propensas a estresarse por el sueño cuando están tratando de dormir, por lo que se genera un círculo vicioso: en el esfuerzo para dormir, el cerebro se despierta aún más. Desafortunadamente, toda esta actividad mental previa puede evitar que se concilie el sueño. Incluso, niveles moderados de estrés a la hora de acostarse pueden afectar el sueño de la noche.
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Para tener un descanso reparador y evitar los pensamientos estresantes, se recomienda tener un horario definido para ir a la cama, reducir el uso de la tecnología por la noche y hacer ejercicio regularmente durante el día. Si tu mente está ocupada cuando uno se va a dormir, se puede practicar una técnica denominada reenfoque cognitivo, donde se puede seleccionar conscientemente un escenario “más agradable” en la mente para centrar la atención.
Para tener la oportunidad de dormir bien por la noche, uno debe esforzarse desde el momento en que se levanta de la cama. Levantarse todos los días a la misma hora y exponerse al sol, sin importar cuánto se durmió la noche anterior, es otra de las recomendaciones para ajustar el “huso horario” del sueño.
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