No solo los alimentos que hacen a la cena son importantes. El horario de la última comida del día también es fundamental para estimular y acelerar el metabolismo. Cenar tarde puede tener consecuencias negativas para la salud: desde aumentar el riesgo de sufrir de sobrepeso hasta desatar problemas de insomnio.

Según apuntan datos de la Fundación Española del Corazón, cenar tarde se relaciona con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad, así como con un mayor consumo de alimentos ricos en calorías, grasas y azúcares. Las personas que cenan tarde suelen tener un mayor índice de masa corporal y de circunferencia de cintura.

El mal hábito de cenar tarde también dificulta la habilidad de conciliar el sueño y reduce la calidad del descanso. El proceso digestivo puede interferir con el sueño y hacer que la persona se sienta menos descansada al despertar, además de generar insomnio. Igualmente, puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas como la diabetes por la alteración a la hora de regular la glucosa.

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La evidencia científica demostró que quienes acostumbran a cenar antes tienen un mejor rendimiento metabólico. Los horarios más tempranos de comida están relacionados con el aumento de los niveles de leptina, la hormona de la saciedad, que resulta fundamental para reducir la ingesta calórica.

Aunque no existe un horario concreto para la cena, las recomendaciones apuntan a que la última comida del día se debe realizar, por lo menos, dos o tres horas antes de acostarse a fin de otorgar al organismo el tiempo suficiente para procesar todos los nutrientes.

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