Para sorpresa de muchos, el diente de león es una de las joyas de la medicina natural. Si bien se trata de una hierba silvestre, principalmente en forma de infusión, cuenta con múltiples propiedades para el organismo: tiene un efecto relajante y es un potente diurético.

Según estudios, el diente de león está compuesto por un 85% de agua, pero su principal riqueza es su alto contenido en antioxidantes debido a la presencia de flavonoides, polifenoles, mucílagos y carotenoides entre sus componentes. Debido a estas sustancias, la hierba protege a las células del organismo de los radicales libres, que son sustancias tóxicas que si se acumulan en el cuerpo pueden causar enfermedades.

Esta planta tiene propiedades diuréticas, depurativas y relajantes, que ayudan a eliminar el exceso de líquidos del cuerpo y estimulan la función renal. El diente de león también tiene un efecto antiestrés, por lo que es un aliado para enfrentar momentos difíciles. La hierba fomenta igualmente el tránsito intestinal y la digestión, depura el hígado y reduce el estreñimiento, además de gozar de propiedades antiinflamatorias.

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El diente de león es una importante fuente de vitaminas, entre las que se destaca la C, que tiene como función principal fortalecer el sistema inmune y colaborar en la producción de colágeno para la piel.

Para preparar la infusión, se recomienda hervir las hojas y las flores de la hierba por al menos 5 minutos para después colarlo y consumirlo. La ingesta del té de diente de león se puede repetir como máximo durante dos semanas seguidas y suspender al menos otras dos semanas para retomarla. De esa manera, se evitará la aparición de síntomas como el malestar estomacal y la acidez.

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