Aunque deberían pertenecer al grupo de las legumbres, el maní se agrupa en la categoría de frutos secos debido a su perfil nutricional muy similar a las almendras y otros derivados. Este alimento es una gran fuente de proteínas y además es rico en antioxidantes, hierro, magnesio y fibra. Según estudios, este fruto seco se debe consumir con una frecuencia determinada y sin sal.
Desde la Asociación Americana del Corazón han recomendado el consumo de unas cinco porciones de este fruto seco sin sal por semana. Cada ración equivale a 2 cucharadas soperas de maní. Esta sería la medida ideal para aprovechar los beneficios del popular alimento.
Los maníes contienen principalmente grasas mono y poliinsaturadas, que pueden ayudar a reducir el colesterol “malo” y tienen además un alto contenido de proteínas y fibra. De acuerdo con el análisis de la revista científica “Clinical Nutrition”, la ingesta regular de productos con ese fruto seco podría tener efectos beneficiosos en el rendimiento cognitivo y en la respuesta al estrés en individuos jóvenes y sanos.
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El maní es tan versátil que se puede comer crudo, tostado, hervido, frito, en polvo o en mantequilla. Comerlo con su piel delgada y parecida al papel es más beneficioso desde el aspecto nutricional, ya que la piel contiene muchos antioxidantes y fitoquímicos.
Este alimento tiene un bajo índice glucémico, por lo que su ingesta diaria no provoca un aumento en los niveles de azúcar en la sangre, incluso es una buena fuente de fibra, que ayuda a reducir la inflamación en todo el cuerpo y mejora el sistema digestivo.
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