Aunque pueda ser un tema complejo del que se han ocupado tanto la ciencia como la religión el saber perdonar puede resultar una actitud muy saludable para el organismo, según un estudio de la Universidad de Stanford, que fue replicado por la prensa internacional. En este proceso se analizó la relación que existe entre la capacidad de perdón que tenía una persona y su salud física.
Para la investigación denominada “Sanando experiencias pasadas”, se estudió a adultos que habían sufrido duramente por la pérdida violenta de un hijo, la infidelidad de su pareja o la traición de un amigo querido. Con este estudio se llegó a la conclusión de que quien perdona tiene menores niveles de hostilidad, que influyen de manera positiva en la salud física y mental y en su calidad de vida.
Sin embargo, quien conserva el rencor por un tiempo prolongado puede estar arriesgando su sistema nervioso, con el incremento de cortisol y de catecolaminas que repercuten en la presión arterial y la actividad cardiaca.
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Además de disculpar a los demás, también es saludable hacerlo con uno mismo. Los autorreproches también generan consecuencias negativas. Sin duda, perdonar y también pedir perdón ayudan a vivir mejor. La persistencia del rencor coloca al organismo de manera automática en una situación riesgosa y puede generar complicaciones.
El estudio llegó además a la conclusión de que, muchas veces, perdonar no implica únicamente un acto de generosidad para los demás, sino una medida para liberarse del rencor, evitar el estrés y no dejar que el pasado marque el presente.
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