El agua es una parte crucial de nuestras vidas y todos sabemos que aporta beneficios para la salud, pero ¿es mejor beberla con o sin gas? Tradicionalmente tomamos sin gas, que es la opción que no tiene burbujas ni efervescencia, pero también está la que tiene gas, conocida como agua carbonatada, que se infunde con gas de dióxido de carbono para crear burbujas.
El potencial del agua no tiene comparación y es muy común beberla sin gas, sin embargo, cuando estamos en un restaurante o compramos agua de un comercio nos ofrecen con o sin gas. Aunque una se conozca mejor que otra, en los últimos años el agua con gas ganó una inmensa popularidad debido a su efervescencia y una variedad de sabores tentadores.
Es bien sabido que el 70 % de la composición de nuestro cuerpo es agua, un elemento indispensable para mantenerlo sano porque, además de limpiar el organismo y eliminar las toxinas, es un eficaz medio para transportar las vitaminas y sales minerales que necesitan nuestras células. El agua cumple un papel muy importante en diversas funciones del cuerpo, ya que protege y amortigua los órganos vitales, mientras aporta múltiples bondades.
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Lo bueno y malo del agua carbonatada
Para aquellos que buscan reducir su consumo de bebidas azucaradas, el agua con gas es una alternativa saludable porque ofrece la misma emoción burbujeante sin el exceso de azúcares, calorías o aditivos artificiales que se encuentran en la mayoría de los refrescos. Además, tomar una bebida burbujeante con sabor puede ser relajante y ayudarnos a sentir aliviados en momentos estresantes.
Algunas personas encuentran poco atractiva el agua corriente, lo que podría conducir a una ingesta inadecuada de líquidos, sin embargo, con la efervescencia del agua con gas y los sabores añadidos, se aumenta el consumo de líquidos. Las burbujas en el agua con gas crean una sensación de saciedad, lo que puede frenar el apetito y ayudar en los esfuerzos de control de peso, dado que el agua con gas contiene cero calorías.
El agua con gas generalmente se considera segura para la mayoría de las personas cuando se consume con moderación, no presenta riesgos significativos para la salud y puede ser una alternativa más saludable ante las bebidas azucaradas u otras que son ricas en calorías y aditivos. Pero, hay algunas preocupaciones potenciales a tener en cuenta.
Esta opción es levemente ácida debido al dióxido de carbono disuelto, que puede debilitar el esmalte dental con el tiempo. Si bien no es tan ácido como las bebidas azucaradas, el consumo frecuente de agua con gas, especialmente las variedades saborizadas, puede contribuir a la erosión dental. Para evitar esto, se recomienda beber agua con gas con moderación y luego enjuagarse la boca con agua corriente.
El consumo excesivo de agua con gas puede provocar gases e hinchazón debido al dióxido de carbono presente en la bebida, también podría generar problemas digestivos. El agua con gas, especialmente aquellas con sabores añadidos, puede contener sodio, lo que contribuye a aumentar la ingesta diaria de sal si se consume en exceso.
¿Cuál es mejor?
La elección entre agua con o sin gas depende de las preferencias personales y ciertas consideraciones de salud. Para quienes disfrutan de una experiencia burbujeante sin los azúcares añadidos ni las calorías de otras bebidas, el agua con gas puede ser una excelente opción, también es una herramienta útil para quienes luchan por consumir suficiente agua corriente.
En el caso de tener hinchazón o alguna afección médica que restringe la carbonatación o la ingesta de sodio, el agua sin gas es una opción más segura. De hecho, el agua sin gas sigue siendo la forma más pura de hidratación, libre de aditivos y está fácilmente disponible para saciar la sed.
Como en cualquier opción dietética, la moderación es clave, pero siempre es importante tener en cuenta que el agua sin gas debe ser la primera opción para una hidratación esencial, y se sugiere considerar al agua con gas como una alternativa más saludable ante otras bebidas, pero nunca como una opción para reemplazar la ingesta del agua sin gas.
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