Cuando se trata de mantenernos saludables, los superalimentos ocupan un lugar importante debido a los numerosos beneficios que otorgan al cuerpo humano. Estas potencias nutricionales están compuestas de vitaminas, minerales y antioxidantes que pueden mejorar el bienestar; sin embargo, no se trata solo de incorporarlos a nuestra dieta, sino también de cómo aprovechar al máximo su valor nutricional.
Las almendras son una opción de refrigerio popular, pero ¿sabías que remojarlas puede mejorar su digestibilidad y absorción de nutrientes? Mantener las almendras en agua durante la noche, al menos por 12 horas, activa las enzimas que ayudan a descomponer el ácido fítico, un compuesto que inhibe la absorción de nutrientes. Este proceso potencia aún más sus minerales esenciales como el zinc, magnesio y vitamina E.
Como la piel de la manzana contiene fibra dietética, antioxidantes y otros compuestos beneficiosos que contribuyen a la salud en general, la ciencia confirma lo importante que es consumirlas con su cáscara intacta para maximizar sus bondades. La mayor parte del valor nutricional de las manzanas se encuentra en su cáscara, así que en lugar de pelarlas, lávalas bien antes de consumir.
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El brócoli y las legumbres
En cuanto al brócoli, se consume mejor al vapor en lugar de frito, horneado o hervido. Cocer al vapor ayuda a retener la cantidad máxima de nutrientes, incluida la vitamina C, el ácido fólico y los antioxidantes. Cocinar demasiado el brócoli puede provocar la pérdida de nutrientes, por lo tanto, es mejor buscar que tenga una textura tierna y crujiente cuando lo cocine al vapor.
De hecho, un estudio publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry encontró que el brócoli al vapor durante un período corto, como de 5 minutos, retuvo los niveles más altos de vitamina C y otros antioxidantes, mientras que hervirlo y freírlo resultó en pérdidas significativas de estos compuestos beneficiosos.
Otro de los superalimentos que se suele comer mal son las legumbres, que si bien enlatadas ofrecen conveniencia, es recomendable evitarlas siempre que sea posible porque contienen altos niveles de sodio y conservantes añadidos, en comparación con sus contrapartes secas. Por ello, los expertos recomiendan la ingesta de estas últimas, aunque requieren de remojo y cocción, ya que así podría mejorar la digestión.