Tener las uñas bien pintadas y sin estropearse por más de una semana es posible gracias al secado inmediato de las lámparas UV, sin embargo, la constante exposición a esta herramienta podría afectar la salud y aumentar el riesgo de cáncer de piel. La dermatóloga Fátima Agüero explicó los efectos adversos y aconsejó regular su uso.
A diferencia del método tradicional para pintarse las uñas, las lámparas UV consiguen un acabado semipermanente a través del secado inmediato y de larga duración. Aunque esta herramienta pareciera con mayor ventajas en el proceso de manicura, un reciente estudio advirtió que exponerse frecuentemente a la luz ultravioleta emitida por estas lámparas podrían causar daños en las células de la piel.
“La radiación ultravioleta afecta el ADN y daña a las células de nuestro cuerpo, incluyendo a las de nuestra piel. Puede producir afinamiento, envejecimiento precoz, con aparición de manchas, arrugas, poros dilatados, menor capacidad de cicatrización y de defensa ante agresiones, sequedad, y sobre todo aparición de lesiones precancerosas y de cáncer de piel”, señaló la doctora Agüero en conversación con La Nación/Nación Media.
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Explicó que la exposición prolongada y acumulativa a lo largo de la vida a cualquier fuente de radiación ultravioleta puede producir, en menor o mayor tiempo, cáncer de piel en todas las personas, pero su predisposición depende de varios factores: genética, tipo de piel, hábitos diarios, tabaquismo, exposición laboral o social al sol, y otras fuentes de radiación ultravioleta, alimentación y contaminación ambiental, que son las más comunes.
Fátima Agüero mencionó que en cuanto al tiempo que se utiliza, la lámpara UV para uñas tiene mayor implicancia en la exposición reiterativa. “Los efectos por radiación UV son daños acumulativos, es decir, que cuanto menos sea mejor y cuanto más veces y por más tiempo, existe más posibilidades de presentar lesiones a menor edad o en mayor frecuencia y cantidad”, indicó.
¿Regular o evitar su uso?
La dermatóloga recomendó regular el uso de camas y duchas solares, así también tener en cuenta en las instituciones educativas el horario en el que los niños y jóvenes realizan actividades deportivas, exponiéndose al sol. Además, resaltó la importancia del uso de protectores solares, anteojos o prendas de vestir ante la exposición al sol o a estas fuentes, según sea el caso.
“Con respecto a las lámparas UV, no hace falta que se prohíba, sino que todos sepamos administrar su frecuencia de uso y tomar los recaudos para evitar los efectos adversos a largo plazo. Tanto educar como crear conciencia en la población es esencial para el cuidado de la salud”, puntualizó la especialista de la piel.
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