De por sí los chocolates son los dulces preferidos de todas las edades y casi en todas las circunstancias, pero ese antojo de un bombón o una barrita puede ser aún mayor si estamos con altos niveles de estrés o en situaciones que nos generan mucha presión, y te contamos las razones científicas.
El chocolate es un alimento que hace siglos se utiliza como antioxidantes y antidepresivo, incluso, diferentes estudios corroboraron las teorías populares que se les adjudica, y una de ellas es sobre el deseo de comer un chocolate cuando estamos bajo demasiado estrés. A través de las investigaciones, se confirmó que el chocolate negro pueden reducir el estrés al bajar los niveles de cortisol.
Los científicos informaron en un reciente estudio que identificaron las reducciones en las hormonas del estrés y otros cambios bioquímicos relacionados con este en pacientes con diagnóstico médico de estrés. Los participantes comieron chocolate negro durante dos semanas y el resultado fue que el consumo diario de 40 gramos durante dicho período fue suficiente para modificar el metabolismo.
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Más energía
Los resultados también confirman que el antojo de chocolate es una respuesta a una situación estresante como puede ser la necesidad de energía, ya que este alimento posee antioxidantes, especialmente en el chocolate negro, lo que disminuye el cortisol, así como las hormonas de lucha o huida conocidas como catecolaminas, según publicó el Daily Mail.
Según explican los investigadores, el cortisol es la principal hormona de estrés del cuerpo y, una vez que se activa, desvía la energía del sistema inmunitario, lo que provoca esos antojos de azúcar delatores. “Estar estresado aumenta la hormona cortisol que utiliza nuestras reservas de energía, por lo que sentimos que necesitamos algo dulce para aumentar los niveles de energía”, afirman.
No obstante, es importante aclarar que el efecto placentero producido por el consumo de azúcar es muy corto, por lo rápidamente sentiremos la necesidad de volver a comer alimentos azucarados para aumentar la dopamina creando un círculo vicioso del cual cada vez es más difícil salir.
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