Verónica Giménez, veronica.gimenez@nacionmedia.com
Jugar no solo facilita a los niños el aprendizaje e interacción, también es la llave para que procesen situaciones adversas, inseguridades y miedos. Por su importancia y los beneficios que aporta a los pequeños, cada 28 de mayo se conmemora el Día Internacional del Juego con el propósito de visibilizar que el derecho al juego es clave para construir infancias saludables.
El juego permite la libertad física, mental y emocional de los niños. De hecho, varias investigaciones demuestran que jugar mejora las capacidades de los pequeños para planificar, organizar, llevarse bien con los demás y regular sus emociones, también contribuye en el lenguaje, las destrezas matemáticas y sociales, e incluso ayuda a sobrellevar el estrés.
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Sin embargo, actualmente la tecnología reemplaza en gran parte a las actividades recreativas de la infancia, ya que desde muy pequeños están conectados a internet y hasta pueden pasar horas en los dispositivos electrónicos. “Los niños que pasan la mayor parte de su tiempo usando la tecnología a menudo no son físicamente activos, ni creativos usando su imaginación”, señala la psicóloga Laura Cáceres en conversación con La Nación/Nación Media.
El juego es esencial en el aprendizaje de habilidades para la vida durante el desarrollo infantil. A medida que los niños van creciendo, el juego les ayuda a aprender a actuar en la sociedad, a comunicar sus emociones, pensar, a ser creativos y a resolver problemas, a través del juego construyen vínculos que pueden durar toda la vida.
Limitar al niño en el uso de la tecnología
Cáceres menciona que a partir de estas actividades recreativas, los niños desarrollan una visión del mundo y adquieren un sentido de su lugar en él, es más, aprenden habilidades en todas las áreas, por lo que recomienda a los padres a reducir los tiempos del niño frente a las pantallas, ya sea de televisión, internet o videojuegos, a no más de dos horas por día.
“Es deseable que el niño tenga al menos una hora diaria de actividad física, como caminar, correr, bailar, jugar al fútbol y hacer ejercicios físicos”, sostiene y puntualiza que el juego es un medio de socialización, impulsa la creatividad e imaginación, fomenta el desarrollo intelectual, permite adquirir valores, fortalece la autoestima y es una fuente de diversión.
Además, insta a los padres a participar de los juegos activamente sin controlar ni juzgar, y recomienda crear rincones o espacios de juego en la casa, salir a jugar en contacto con la naturaleza para reducir el estrés, proporcionar a los niños juguetes y materiales didácticos para que aprendan jugando. “Es importante que los padres jueguen con sus hijos para estrechar el lazo afectivo y ayudarlos en su proceso de aprendizaje”, remarca.
El niño y su derecho al juego
Desafortunadamente en todo el mundo existen niños que no consiguen realizar plenamente su derecho al juego, por lo que las Naciones Unidas subraya la importancia de reconocer y garantizar este derecho, destacando su papel como una manera de proporcionar oportunidades para la expresión, confianza en sí mismos, autosuficiencia y para el desarrollo de las capacidades y aptitudes físicas, sociales, cognitivas y emocionales.
“A través del juego, los niños exploran y ponen a prueba el mundo que los rodea, experimentan nuevas ideas, roles y vivencias, y, mientras lo hacen, aprenden a comprender mejor y construir su propia posición social dentro de dicho mundo. Representa una valiosa estrategia para la recuperación y reintegración después de haber sufrido traumas, pérdidas o los efectos del abandono o la violencia”, indica la profesional.
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